domingo, 22 de abril de 2012

ZONCERAS ARGENTINAS: LA EXPROPIACIÓN DE YPF (II)

En el artículo anterior (ver aquí) intentamos demostrar que las apelaciones patrióticas a la soberanía y a la independencia no resisten la confrontación con el archivo. En el período comprendido entre 1992 y 2012 el peronismo en el gobierno promovió:

a) la privatización de YPF; 

b) la rapiña generalizada de las recursos energéticos a manos de Repsol; 

c) la incorporación a YPF SA de una "burguesía nacional" (el grupo Petersen - Eskenazi - ) tan emprendedora que su primera medida fue adquirir parte del paquete accionario de la empresa con un crédito contra garantía de futuros dividendos y sin invertir un solo peso; 

d) la expropiación en curso.

La actitud de Cristina Fernández y de Carlos Menem resume la parábola del peronismo: en 1992, el entonces presidente Menem impulsó la privatización, y Cristina Fernández apoyó la medida siendo diputada provincial por la provincia de Santa Cruz. En 2012, Cristina Fernández ocupa la presidencia de la Nación y promueve la expropiación de la compañía; el ex presidente Menem, que ahora es senador nacional por la provincia de La Rioja, anuncia su voto favorable a la medida. Dado que la política es el arte de lo posible, que obliga a sus protagonistas a sumergirse en el barro de la historia, no vamos a hacer ningún comentario respecto a la variación de las medidas y de las convicciones de nuestros patriotas antiguos y modernos.

Para empezar a entender el sentido de la expropiación de YPF hay que escapar por un rato del griterío de las declamaciones patrióticas. No es ninguna novedad que el petróleo y el gas juegan un papel fundamental en el proceso de producción moderno. Sin petróleo y gas baratos es imposible mantener el crecimiento económico. Además, y esto tampoco es novedoso pero suele olvidarse en medio de la exaltación que producen palabras como "independencia" y "soberanía", nuestro proceso de producción es capitalista. Hasta que se pruebe lo contrario, el capitalismo es una forma de organización social basada en la explotación del hombre por el hombre, en la que existen diferencias sustanciales de poder entre los capitalistas y los trabajadores. Es por ello que en la cuestión energética (como en todas las demás), no existe un punto de vista común a toda la sociedad, sino que predomina el punto de vista de la clase que tiene la sartén por el mango.

Si la caracterización del capitalismo que hemos presentado en el párrafo anterior es correcta, la "soberanía energética" cobra un sentido diferente al que le atribuyen nuestros patriotas de hoy. Si es falsa o si ha sido superada por el desarrollo de la historia, la argumentación propuesta por Cristina Fernández y cia puede ser aceptada (de hecho, hasta el comandante Mauricio Macri reconoció que mantendría el carácter estatal de YPF de ser elegido presidente en 2015).

En una economía capitalista como la nuestra, el crecimiento depende de la inversión que realicen los capitalistas. No tenemos espacio aquí para analizar el papel que juega la inversión estatal, pero basta decir que tiene la función de remover los obstáculos que se le presentan al capital (por ejemplo, la construcción de grandes obras de infraestructura es llevada a cabo por el Estado). Los empresarios invierten en función de la perspectiva de obtener ganancias. Sin petróleo y gas baratos, muchas actividades económicas pierden competitividad frente a la producción de otros países, el margen de ganancia se diluye y dejan de ser atractivas para los empresarios. Si el Estado, y por eso es importante el punto de vista de clase al que aludía nuestra caracterización del capitalismo, representa los intereses de la clase dominante, es evidente que tiene que ocuparse de asegurar la provisión de petróleo y gas para los capitalistas.

En las condiciones actuales, la "soberanía energética" no significa otra cosa que el traspaso  desde el ámbito de las empresas privadas hacia el Estado de la obligación de proporcionar petróleo y gas baratos ((o, si se prefiere, el "blanqueo" de la obligación estatal). Hasta el momento (y desde la privatización de YPF en 1992), eran las petroleras privadas quienes se encargaban de esa tarea. A esta altura del partido es una obviedad decir que lo hacían mal y que el Estado se veía forzado a subsidiarlas. En criollo, el Estado estaba obligado a transferir recursos hacia las compañias petroleras que operan en el país (por medio de subsidios varios) o hacia las compañias petroleras de otros países (vía importaciones). 

Basta leer los considerandos del Decreto 530/12, que establece la intervención de YPF por el Estado, para tener un somero panorama de la conducta de Repsol. Es verdad que los redactores de dichos considerandos tienen interés en cargar las tintas sobre Repsol para justificar la expropiación; pero también es cierto que se trata de testigos directos de la actuación de la petrolera afincada en España, pues el peronismo alabó la actuación de la compañía entre 1992 y 2011 (todos los balances de YPF SA fueron aceptador por el representante del Estado en el directorio de la empresa). En esta historia llena de paradojas se da el caso de que cada vez que el gobierno acusa a Repsol, se está acusando a sí mismo. 

En los considerandos se califica del siguiente modo la actuación de Repsol: "el proceder de la empresa se encontró guiado por una lógica cortoplacista encaminada a la expansión mundial y lindero con la especulación y que se tradujo en el vaciamiento progresivo de la principal empresa de nuestro país". Un poco más adelante se usa un lenguaje todavía más fuerte y se habla de "política depredatoria llevada adelante por el principal accionista". Ahora bien, está claro que el peronismo, y vamos a ser generosos, toleró dicha política depredatoria. Hasta 2011 inclusive no hubo ningun signo de fervor patriótico en las filas del partido de gobierno en lo que hace a la actitud frente a Repsol. ¿Qué es, entonces, lo que cambió en 2012?

Dos factores confluyeron en el proyecto de expropiación llevado adelante por el gobierno. En primer lugar, la "política depredatoria" de Repsol y las demás compañías petroleras que actúan en el país, trajo como consecuencia la crisis energética. Entre 1998 y 2010 las reservas de combustible del país cayeron un 18%. Ante la caída de las reservas, la perspectiva era de aumento de los precios del petróleo y del gas. El gobierno, conciente de la importancia vital del combustible para mantener el crecimiento económico, optó por subsidiar a los empresarios petroleros a los que tanto les preocupaba el país (por ejemplo, planes Petróleo Plus, Refino Plus, Gas Plus) y por importar petróleo y gas. En otras palabras, el Estado transfirió recursos hacia los empresarios petroleros tipo Repsol y hacia las compañías petroleras de otros países, pero siguió sin decir una palabra sobre la "soberanía energética". 

En segundo lugar, la transferencia de recursos desde el Estado hacia las petroleras alcanzó su límite en 2011. En ese año, el fisco debió destinar 9000 millones de dólares para la importación de combustibles. En 2012, se calcula que esa cifra sería superada. El problema no fue el descubrimiento del patriotismo por los funcionarios del gobienro kirchnerista, sino la crisis de las finanzas públicas. En pocas palabras, el Estado no podía seguir financiando la importación de combustibles sin que sus cuentas entraran en rojo. Para que se entienda mejor, el superávit comercial de la Argentina durante el periódo 2003-2009 osciló entre los 12000 y los 18000 millones de dólares anuales. La cuenta de la importación de combustibles anulaba la mayor parte de ese superávit y comenzaba a poner en riesgo la solvencia estatal. Repsol era conciente de esto, y su política de transferencia acelerada de utilidades en los últimos años está relacionada con la convicción de que su negocio en Argentina estaba agotado (de hecho, el CEO de Repsol, don Brufau, había entablado negociaciones con China para desprenderse de YPF).

Lejos de ser el resultado de la profundización de un "proceso de liberación", la expropiación de YPF es un intento, bastante tardío, de resolver el agujero fiscal generado por la política energética de los gobiernos peronistas entre 1992 y 2012. En los hechos, la salida de Repsol será cubierta por otras petroleras, puesto que el Estado argentino no está en condiciones de realizar las inversiones necesarias para descubrir nuevos yacimientos de petróleo y de gas y resolver así el agotamiento de las reservas. Veamos esto con un poco más de detalle.

El problema reside en que el Estado tiene que pagar tres "facturas" en el área de combustibles: a) las importaciones de petróleo y gas, que seguirán este año en los niveles del año pasado (o, incluso, ascenderán), dado que, por más "patriotas" que seamos y en el mejor de los escenarios posibles, pasará mucho tiempo hasta que YPF pueda aumentar su capacidad de extracción; b) la compra de las acciones de Repsol; c) las inversiones destinadas a la búsqueda de nuevos yacimientos de petróleo y gas. La factura a) es impostegable, pues contar con menos combustible implica un menor nivel de actividad económica. La factura b) se pagará a los premios, porque el valor de compra por el Estado de las acciones de Repsol se resolverá por vía judicial y eso lleva tiempo. La factura c) se ha vuelto urgente, por la necesidad de recomponer las reservas. Pero su monto es muy grande. Los especialistas estiman que solamente para desarrollar la explotación del yacimiento de gas de Vaca Muerta (provincia de Neuquén) es preciso invertir 5000 millones de dólares anuales. Esto equivale al 57% de las importaciones de combustibles durante 2011. 

¿Cómo hará el Estado para afrontar estas inversiones si el motivo de la expropiación fue, justamente, la imposibilidad de hacer frente al pago de la factura por las importaciones? Dado este contexto, es claro que se recurrirá a otros jugadores (ya sea nacionales o extranjeros). Es decir que la expropiación se plasmará en el reemplazo de Repsol por otras empresas, tan preocupadas por maximizar su rentabilidad como la compañía española. ¿Qué garantiza que no se repetirá el grado de rapiña realizado por Repsol? Los neo patriotas sostiene que el 51% de control del paquete accionario por el Estado es esa garantía. Sin embargo, cabe decir que se trata del mismo Estado que impulsó la llegada de Repsol a YPF y que no hizo nada por evitar la depredación de los recursos energéticos por parte de la compañía española. 

En síntesis, la expropiación de YPF supone el reemplazo de Repsol por otras compañías y el reconocimiento de parte del Estado de que una de sus funciones esenciales es proporcionar petróleo y gas barato para que los capitalistas de las distintas ramas de la producción puedan mantener su nivel de ganancia. El Estado, lejos de ser el representante de los intereses de "todos" (o de toda la sociedad), se presenta como el representante de los intereses generales de la clase capitalista. Pero esto último será el tema del siguiente artículo.

Mataderos, domingo 22 de abril de 2012



5 comentarios:

  1. La "parábola del peronismo" que refiere en la nota suena a mucho respeto por ese movimiento que francamente dá vergüenza ajena, no voy a relativizar sus logros en el siglo XX pero el balance es francamente negativo.

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  2. El intentar unir al menimismo y al kirchnerismo dentro de un mismo proceso a través de la palabra peronismo, es muy similar a intentar unir al modelo de libre mercado con perspectivas de participación nula del estado en la vida economica del país, y al modelo de estado intervencionista, regulador de relaciones laborales, aduanas y del mercado en general... bajo un mismo modelo económico "capitalismo".

    Con estas caracterizaciones tan generales se pierde la posibilidad de hacer una análisis político de la actualidad, e incluso me atrevo a decir de la historia Argentina de los últimos 100 años.

    La historia Argentina del siglo XX y XXI ha tenidos sus movimientos a costa de sangre y vidas de muchos compañeros entre 2 modelos de países muy distintos, que acá se pretende enmarcar dentro de una sola palabra.

    Me da la idea de alguien que intenta medir las variaciones y movimientos sociales de un país, que en sus oscilaciones mas extremas se han visto algunos centímetros de diferencia, con una regla con la escala en metros.


    Las pequeñas variaciones no son detectada con su enorme regla, todo lo que sucede parece caer casi en el mismo lugar.

    Se dan golpes de estado, se aniquilas miles de personas cuando se intenta mover la historia unos centímetros, esos centímetros de variación que ni siquiera son advertidos por aquella regla de escala en metros.

    La gran incógnita a todo esto es ¿de donde saca esa regla? ¿cuan grandes tienen que ser las variaciones para que las pueda llegar a distinguir?¿Sera esa regla producto de grandes teorías y elucubraciones,que se alejan de la realidad tanto como la imaginación le permite?

    Mi regla se construye con la realidad, como si solo se extendiera hacia algún extremo en caso de que este valla a ser usada. Tiene a la libertadora, a Videla y a Martinez de Hoz e un extremo y al Kirchenerismo en el otro, Ojala nunca mas tenga que volver a usarla entre el Kirchnerismo y el otro extremo, si no que se extienda para poder medir entre el Kircherismo y el socialismo del siglo XXI.

    Creo que este tipo de análisis, involuntariamente, impiden que mi regla se extienda en el sentido propuesto anteriormente.Una lástima.

    Saludos

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  3. Guille, muchas gracias por comentar. Una . En el caso de la nota en cuestión, usar el término "parábola" responde a una necesidad descriptiva. Traté de mostrar (y falta el resto del argumento, que aparecerá en la tercera nota dedicada a la expropiación de YPF) que el peronismo menemista y el peronismo kirchnerista responden a modos diferentes de acumulación de capital en Argentina. En los ´90, la clase dominante requirió privatizar la empresa porque era fundamental el pago de los servicios de la deuda (recordar el Plan Brady y el Plan Baker, que proponían la liquidación de activos públicos como forma de saldar el problema de la deuda externa de los países dependientes). El menemismo llevó adelante esa tarea con particular eficacia (y fueron muy pocas las voces discordantes en el seno de su dirigencia). En la primera década del siglo XXI, la clase dominante requiere asegurar la provisión de petróleo y gas; el kirchnerismo expropia YPF. Ojo, este es el principio de la explicación, que DE NINGUNA MANERA TIENE QUE CONFUNDIRSE CON LA EXPLICACIÓN MISMA. La realidad es infinitamente más compleja que nuestros esquemas. Pero el objetivo de la nota es mostrar que las justificaciones públicas de los dirigentes kirchneristas (la "soberanía", la "independencia") tienen poco que ver con el fondo de la cuestión.
    Saludos,

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  4. Fernando, leí con atención su entrada y le estoy muy agradecido por su extenso comentario. Debo hacer un mea culpa e indicar que, debido a mi crónica falta de tiempo para escribir (hay que atender a la subsistencia) no he podido publicar hasta el momento la tercera nota de esta serie. Pero de las dos notas que subí al blog se desprende, creo, una visión un tanto diferente a la que usted propone. En primer lugar, de ningún modo pretendo equiparar menemismo y kirchnerismo; en realidad, mi posición es otra, y sostengo que cada una de esas variantes del peronismo constituye una respuesta específica a un contexto económico y social diferente. Dicho de otro modo, representan formas diferentes de la hegemonía capitalista, que responden y articulan diferentes modelos de acumulación de capital. No creo, Fernando, que su intención sea negar que el proceso iniciado en 2003 (y aún antes) haya derivado en el desarrollo paulatino de un modelo de acumulación de capital diferente al imperante en la década del '90. Desde este punto de vista, no hago juicios morales, simplemente tomo nota de un fenómeno complejo de desarrollo de un nuevo régimen de acumulación de capital. Ahora bien, se trata de acumulación de capital y no de "soberanía nacional" ni de "emancipación social".
    En cuanto al tema de subsumir todo bajo el concepto de "capitalismo". Mi opinión es un tanto diferente a la que usted enuncia. Decir que dos modelos de acumulación de capital son capitalistas es decir mucho y... no decir nada. Si todo es capitalismo a secas, la noción misma de capitalismo pierde sentido. De ahí la importancia de entender las diferencias entre modelos de acumulación de capital en lo que hace a la articulación entre las distintas fracciones de la clase dominante y de éstas con los sectores populares, así como también la construcción de hegemonías diferentes. No creo, Fernando, que usted afirme que la dominación capitalista bajo la dictadura de Videla sea lo mismo que la dominación capitalista bajo Alfonsín, Menem o Duhalde, por decir algo. En los matices, en las contradicciones, está la sal de la vida.
    Saludos,

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  5. Quizá no fui lo suficientemente claro.
    Cuando usted dice “En el período comprendido entre 1992 y 2012 el peronismo en el gobierno promovió:….” Esta englobando 2 procesos a mi entender muy distintos dentro de la misma palabra, (menemismo y kirchnerismo en Peronismo) es verdad que no es usted quien los engloba sino que ambos procesos se autodenominan peronistas, deberíamos saber que eso es solo marketing electoral y que también tiene que ver con la decisión de dar la lucha desde adentro, sin entregar las banderas que al fin y al cabo siempre representaron al Pueblo. El peronismo llego a englobar, desde JW COOKE hasta la Triple A. Por tanto, cuando algo es EL TODO es LA NADA, porque las cosas se definen por aquello que las diferencian de las otras.
    Finalmente en el parrafo 2 que comienza “La actitud de CFK…” Usted a mi entender sugiere que CFK acompaño a Menem porque era lo que había que hacer en ese momento y que luego Menem acompañará a CFK porque es lo que tiene que hacer en ese momento, ambos “peronistas” se adaptan “ a un contexto económico y social diferente”
    Esto, a mi entender, tiene que ver con el constante descreimiento en las reales convicciones de los dirigentes, y entender que las acciones que estos dan, son debido a situaciones cómodas, o adaptaciones a contextos económicos y sociales diferentes. Puede que en muchos casos sea así pero no en todos.
    La dependencia de las provincias al poder de la nación es una cosa clara en estos días y era todavía más, haya por el año 92. Una provincia que se opusiese a las directivas de la nación por esa época, con el nivel de popularidad de Menem y el propio descreimiento del pueblo en la administración estatal, estaría firmando su sentencia de muerte. ¿Qué sentido tiene dar una batalla que se sabe que no hay posibilidades de ganar? ¿Demostrar las convicciones?. Menem privatizó, porque es un mercenario que tomo las políticas de turno sin importarle el pueblo, y la provincia de Santa Cruz no dio una lucha que no podía dar. Un no puede hacer un análisis político pretendiendo desconocer que hay un margen de maniobra propio de acuerdo a sus niveles de poder, y otro margen de maniobra que lo excede y por tanto tiene que subordinarse si no quiere morir. Para traerlo más a la tierra, yo entiendo que el enfoque de la materia de economía que se tiene en las universidades a usted no lo completa, lo mismo que quizá el de su propia materia, en algunas partes que quisiera incluir o modificar. Tiene 3 caminos, 1) Da la materia como viene dada sin preocuparse, dejando de lado sus convicciones y adaptándose al medio 2) Da la materia como usted quiere, sin la acumulación de poder necesario para imponerlo por lo que acumula sanciones por el decano o el consejo, hasta ser despedido de la facultad. Solo demostró sus convicciones sin ningún resultado más que su propio perjuicio. 3) Intenta contagiar con sus ideas mientras da la materia que no le cierra, que sabe que esta mal, construye poder convenciendo a sus compañeros o haciendo lo que haga falta para ello, cuando la oportunidad y confía parcialmente en sus nivles de poder pega un salto que lo ubica como decano. Desde ese lugar realiza los cambios en los que siempre creyó demostrando sus convicciones a través de acciones que las materializan.
    Imáginese que realiza la tercera opción, y de repente alguien le recuerda que usted es parte de un movimiento pendular, porque dio algunos años la materia con el programa que luego termino defenestrando. Yo creo que usted simplemente se reiría. Yo quisiera que usted me explique una manera distinta de las 3 que plantee en las que se puede resolver la situación.

    Un saludo

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