Eduardo Aliverti, en un artículo publicado en Página/12 (1), expresa de manera particularmente aguda una serie de ideas que forman parte del sentido común del "kirchnerismo" sobre el Estado. Es por eso que creo conveniente hacer unas breves reflexiones sobre las mismas.
El señor Aliverti plantea el problema de qué hacer con YPF (la compañía petrolera que perteneció al Estado nacional antes de ser privatizada por el peronismo menemista), cuestión que ocupa un lugar central en la agenda política del gobierno de Cristina Fernández. Y lo hace desde una óptica "progresista", es decir, adoptando un punto de vista que difiere del neoliberalismo en boga durante la década del '90 del siglo pasado. Dado que YPF (y el déficit generado por las importaciones de combustibles destinadas a paliar la caída de la producción de dicha empresa) es un problema concreto, el análisis de Aliverti presenta interés, porque, como dice el dicho, "en la cancha se ven los pingos". Ante los problemas concretos, hay poco espacio para el discurso vacío.
Aliverti comienza reconociendo del fracaso de la política del "kirchnerismo" en el sector energético. Según su opinión, dicho fracaso consta de dos momentos.
En primer lugar, Aliverti reprocha al "kirchnerismo" el haber mantenido "el
manejo privado en áreas sensibles del encadenamiento productivo". Deja de lado, por cierto, el hecho de que tanto Néstor Kirchner como Cristina Fernández apoyaron la privatización de la empresa durante la década del peronismo menemista. Es posible que esto sea una minucia para el señor Aliverti, pero creo que corresponde mencionarlo, porque sirve para explicar el sentido político del "error" de haber mantenido el manejo de un sector "estratégico" en manos privadas. Dicho en otros términos, los Kirchner (como lo hizo casi todo el peronismo en los '90) avalaron el proceso de privatización de la empresa y se beneficiaron, en tanto provincia petrolera, de las regalías pagadas por Repsol-YPF. Aliverti reconoce (en una muestra de candor) que el problema consiste en que "la
lógica legítima de una compañía privada es maximizar ganancias e invertir de
acuerdo con una tasa de retorno económico-financiera. Y en consecuencia, exigen
un precio acorde con la utilidad esperada." No tengo ninguna duda de que el señor Aliverti sabe que esto es, ni más ni menos, que el comportamiento de una empresa capitalista, y no hay ningún derecho para reprocharle a los señores empresarios este tipo de conductas. Ahora bien, cuando muchos dirigentes del campo nacional y popular (incluyendo a Néstor y a Cristina) aprobaron y/o aceptaron calladamente la privatización de YPF, sabían que este era el comportamiento "legítimo" de las empresas. Entonces, ¿qué sentido tiene plantear en 2012 el descubrimiento de la pólvora?
En segundo lugar, Aliverti sostiene que fue un error haber confiado en la llamada "burguesía nacional" para resolver el problema: " El
grupo Eskenazi falló en YPF (...) la
conducta de la burguesía nacional –fugadora serial de capitales– no se modifica
con voluntarismo político." Ahora bien, esta apuesta por la "burguesía nacional" fue realizada por el ya mítico Néstor Kirchner (mítico en el sentido de que sus partidarios se han empecinado tanto en modificar su figura que ya resulta difícil dar con el original), siguiendo en este punto la vieja idea del peronismo acerca de las virtudes "fabulosas" del empresariado "nacional". La pregunta que corresponde hacer es, ¿por qué la burguesía nacional estaría obligada a seguir una "lógica" diferente a la del resto de los capitalistas? Curiosamente, Aliverti, un fervoroso partidario de la política "kirchnerista", contesta diciendo que la conducta de los Eskenazi (podríamos agregar los Cirigliano - TBA - y tantos otros) ha sido la esperable, esto es, la "lógica legítima" del empresario capitalista que sabe que, más allá de su carácter nacional o extranjero, debe obtener una ganancia o dejar de ser empresario. Este imperativo está por encima de cualquier otra consideración. Todo el lamento acerca de la falta de "sentido nacional" del empresariado se basa en ignorar los principios que rigen el comportamiento de los empresarios. La trayectoria de YPF luego de la incorporación del grupo Eskenazi muestra la validez de este viejo precepto.
Todo lo anterior deja en pie el problema de qué hacer con YPF. Independientemente de sus errores pasados, el "kirchnerismo" tiene que hacer algo con YPF en particular, y con el sector energético en particular, dado que la sangría de divisas para importar combustibles se ha transformado en un dolor de cabeza para la política económica. Sin energía, la actividad económica se desacelera y esto va en contra de los intereses de la clase capitalista en su conjunto, pues ¿cómo sostener la "lógica legítima de una compañía privada" si no se pueden producir mercancías para vender y realizar así la ganancia?
Si los empresarios "nacionales" carecen de "vocación nacional", ¿qué hacer con YPF? La crisis energética no se soluciona con lamentos.
El señor Aliverti resuelve la cuestión apelando a la intervención estatal. Puesto que tanto la privatización como la incorporación de la "burguesía nacional" han fracasado, nada mejor que el Estado para poner remedio a la situación: "sólo con un Estado activo, estableciendo límites, puede cambiársela [se refiere a la conducta de la "burguesía nacional"]". En otras palabras, el Estado tiene que hacerse cargo de la empresa (el señor Aliverti se cuida de indicar cuál es el mejor camino para ello). Dicho de otro modo, el Estado tiene que servir como andador de la "burguesía nacional" o, para ser más precisos, el Estado tiene que promover por todos los medios posibles la acumulación de capital. ¿Hay algo nuevo en esto? De ninguna manera. Sin embargo, el señor Aliverti presenta esto como si se tratara de una revolución del pensamiento: "El tiempo “noventista” –y un poco para atrás, y otro poco hacia delante– en que la batalla cultural, por la construcción de sentidos y por tanto de conciencia popular, semejaba haber quedado en manos definitivas de la derecha. Ese tiempo de verdades presuntamente reveladas, incontrastables, según las cuales unos muy pocos sabían de mucho y los muchos se consideraban apartados de todo juicio crítico, porque los otros tenían la exclusividad de dar cátedra desde los medios del relato único. Se acabó, por fin. Las versiones de derecha ya no convencen caminando, al cabo o en medio de los atropellos, torpezas y desatinos que produjeron aquí y en el mundo." Así, la versión propuesta por el señor Aliverti no es, según sus dichos, una concepción de derecha. Se trata, en cambio, de una posición "progresista". En este punto, conviene precisar en qué consiste la concepción del "progresista" Aliverti sobre el Estado.
El señor Aliverti resuelve la cuestión apelando a la intervención estatal. Puesto que tanto la privatización como la incorporación de la "burguesía nacional" han fracasado, nada mejor que el Estado para poner remedio a la situación: "sólo con un Estado activo, estableciendo límites, puede cambiársela [se refiere a la conducta de la "burguesía nacional"]". En otras palabras, el Estado tiene que hacerse cargo de la empresa (el señor Aliverti se cuida de indicar cuál es el mejor camino para ello). Dicho de otro modo, el Estado tiene que servir como andador de la "burguesía nacional" o, para ser más precisos, el Estado tiene que promover por todos los medios posibles la acumulación de capital. ¿Hay algo nuevo en esto? De ninguna manera. Sin embargo, el señor Aliverti presenta esto como si se tratara de una revolución del pensamiento: "El tiempo “noventista” –y un poco para atrás, y otro poco hacia delante– en que la batalla cultural, por la construcción de sentidos y por tanto de conciencia popular, semejaba haber quedado en manos definitivas de la derecha. Ese tiempo de verdades presuntamente reveladas, incontrastables, según las cuales unos muy pocos sabían de mucho y los muchos se consideraban apartados de todo juicio crítico, porque los otros tenían la exclusividad de dar cátedra desde los medios del relato único. Se acabó, por fin. Las versiones de derecha ya no convencen caminando, al cabo o en medio de los atropellos, torpezas y desatinos que produjeron aquí y en el mundo." Así, la versión propuesta por el señor Aliverti no es, según sus dichos, una concepción de derecha. Se trata, en cambio, de una posición "progresista". En este punto, conviene precisar en qué consiste la concepción del "progresista" Aliverti sobre el Estado.
El "progresismo" propone redefinir la función del Estado en la sociedad capitalista. "El
dilema es cómo contrariar, en la acción de un modelo o proyecto que se
pretendería soberano, nacional, popular, liberador (palabra esta última con la
que también es necesario vencer prejuicios), el precepto de que el Estado es la
organización autoinstituida por la clase dominante para sojuzgar al resto." Ya no se trata, como dicen los marxistas, de que Estado defienda los intereses de las clases dominantes. Tampoco corresponde hablar de explotación de los trabajadores y sectores populares por los capitalistas. Estas ideas tienen que ser rechazadas desde el momento en que Aliverti reconoce la "legitimidad" del capitalismo. El capitalismo es la realidad eterna e inmutable, y los aspectos penosos de la misma tienen que ser corregidos por el Estado, que representa los intereses del conjunto (o los intereses "nacionales", para usar un término más caro a muchos militantes "kirchneristas"). En el caso concreto de YPF, el "progresismo" propone corregir el problema estableciendo desde el Estado el carácter "estratégico" de los recursos petrolíferos.
Como quiera que sea, ¿para quiénes son "estratégicos" el petróleo y el gas? Dado que nuestra economía es capitalista y que tanto el "kirchnerismo" como el señor Aliverti no tienen planes para que cambie nuestro sistema social, dichos recursos son "estratégicos" en función de la acumulación de capital. Si bien esto puede sonar desagradable, dado el peso que tienen las consignas nacionalistas entre muchos militantes populares, es forzoso decir que la modificación de la situación de YPF (léase mejorar la situación de crisis energética) se ha vuelto un imperativo para el capitalismo argentino. Y decir capitalismo argentino no es lo mismo que decir trabajadores y sectores populares.
El señor Aliverti no puede aceptar la formulación del párrafo anterior, pues implicaría reconocer la validez de la tesis marxista sobre el carácter de clase del Estado. En su opinión, el Estado (este Estado) es una herramienta para la puesta en marcha de un proceso "liberador", encarnado en la actualidad en el "kirchnerismo". Frente a esta afirmación pueden hacerse dos comentarios. Por un lado, el Estado real forma una unidad con el funcionamiento de la producción capitalista. Así, por ejemplo, su financiamiento depende del mantenimiento (y expansión) de los niveles de la actividad económica, actividad que responde a la lógica del empresario capitalista. El señor Aliverti nos presenta, en cambio, dos compartimentos separados: de un lado, las empresas, con su lógica orientada a la maximización de ganancias; del otro lado, el Estado, capaz de liderar un proceso de transformación (y de liberación, como indica el propio Aliverti) favorable a los intereses populares. En el fondo, Aliverti piensa al Estado como un instrumento neutral, cuya actuación depende de las fuerzas sociales que lo controlen. De este modo, si el Estado es controlado por los empresarios, tendremos un Estado neoliberal; en cambio, si son los sectores populares quienes tienen el control, tendremos un Estado nacional y popular. Pero esta concepción ignora el hecho de que la estructura del Estado está moldeada en función del capitalismo, de la lógica del capital. De modo que el Estado NUNCA ES NEUTRAL en términos de capitalismo. A esta altura resulta de utilidad recordar que el Estado moderno, guste o no, es creación de la burguesía.
Por otro lado, el capitalismo es una forma de organización social en la que impera la competencia, tanto entre los trabajadores como entre la burguesía. La lógica de la empresa capitalista, llevada al extremo, conduce a la crisis, dado que cada empresa privilegia su propio interés por sobre el del conjunto de la clase capitalista. En este sentido, el Estado opera como una especie de capitalista colectivo, que tiene presente los intereses del conjunto capitalista y que tiende, por tanto, a mellar los efectos más nocivos de la competencia entre capitalistas. Así, por ejemplo, el Estado establece los sistemas de educación pública y de seguridad social, porque si dichos temas quedaran librados a la voracidad de los empresarios (nacionales o extranjeros), en poco tiempo no quedaría clase trabajadora que explotar. El señor Aliverti pasa por alto esta función, y cree que el Estado regula a la sociedad en la medida en que representa a los intereses de TODOS. Ese todo es, cuanto menos, problemático, puesto que la sociedad capitalista es una sociedad desigual, con clases sociales que ocupan diferentes posiciones en el proceso productivo y que, por tanto, tienen desigual poder en la sociedad. Pero el "progresismo" se define, precisamente, por ignorar la existencia de las clases sociales. Sólo así puede entenderse que el "progresismo" conciba a una posible reestatización de YPF como un paso en la "liberación social".
La situación de crisis energética constituye un problema central para el capitalismo argentino, en la medida en que pone en riesgo la continuidad del crecimiento económico. Esto es lo que está en juego. Plantear la posible reestatización de YPF (o cualquier otro mecanismo alternativo) como un paso en la "liberación nacional" implica ignorar el papel del Estado en la economía capitalista en general, y en la economía argentina en particular.
Por último. Al lector que piense que está frente a una defensa velada de la privatización de YPF o de la propiedad privada de las empresas le recomiendo prestar atención al contenido de la nota. Los prejuicios pueden ser tanto neoliberales como "progresistas", pero no por eso dejan de ser prejuicios.
NOTAS:
Por otro lado, el capitalismo es una forma de organización social en la que impera la competencia, tanto entre los trabajadores como entre la burguesía. La lógica de la empresa capitalista, llevada al extremo, conduce a la crisis, dado que cada empresa privilegia su propio interés por sobre el del conjunto de la clase capitalista. En este sentido, el Estado opera como una especie de capitalista colectivo, que tiene presente los intereses del conjunto capitalista y que tiende, por tanto, a mellar los efectos más nocivos de la competencia entre capitalistas. Así, por ejemplo, el Estado establece los sistemas de educación pública y de seguridad social, porque si dichos temas quedaran librados a la voracidad de los empresarios (nacionales o extranjeros), en poco tiempo no quedaría clase trabajadora que explotar. El señor Aliverti pasa por alto esta función, y cree que el Estado regula a la sociedad en la medida en que representa a los intereses de TODOS. Ese todo es, cuanto menos, problemático, puesto que la sociedad capitalista es una sociedad desigual, con clases sociales que ocupan diferentes posiciones en el proceso productivo y que, por tanto, tienen desigual poder en la sociedad. Pero el "progresismo" se define, precisamente, por ignorar la existencia de las clases sociales. Sólo así puede entenderse que el "progresismo" conciba a una posible reestatización de YPF como un paso en la "liberación social".
La situación de crisis energética constituye un problema central para el capitalismo argentino, en la medida en que pone en riesgo la continuidad del crecimiento económico. Esto es lo que está en juego. Plantear la posible reestatización de YPF (o cualquier otro mecanismo alternativo) como un paso en la "liberación nacional" implica ignorar el papel del Estado en la economía capitalista en general, y en la economía argentina en particular.
Por último. Al lector que piense que está frente a una defensa velada de la privatización de YPF o de la propiedad privada de las empresas le recomiendo prestar atención al contenido de la nota. Los prejuicios pueden ser tanto neoliberales como "progresistas", pero no por eso dejan de ser prejuicios.
Buenos Aires, viernes 6 de abril de 2012
NOTAS:
(1) Ver la nota completa en http://www.pagina12.com.ar/diario/econohmia/2-191268-2012-04-06.html
No conozco mucho su pensamiento, pero me parece que tiene un visión bastante ingenua acerca del capitalismo.
ResponderEliminarRecuerde que el capitalismo es lo más funcional (para si mismo obvio) y que tiene infinitas formas de re adaptarse.
Estimado muchas gracias por citar mi blog, ¿ha leído a Maria Pia últimamente?
ResponderEliminarQue cosa estos muchacho ahora le llaman "heterogeneidad"
http://www.agenciapacourondo.com.ar/secciones/cultura/7568-pia-lopez-qlo-rico-del-kirchnerismo-es-la-heterogeneidad-pero-ahora-eso-se-lee-como-internaq.html