Pastiche. Imitación o plagio que consiste en tomar
determinados
elementos característicos de la obra de un artista y
combinarlos,
de forma que den la impresión de ser una creación
independiente.
(Real Academia Española)
La profunda crisis sufrida por la ideología neoliberal en 2001 abrió un resquicio para discutir la racionalidad del capitalismo. Sin embargo, la apertura de un nuevo espacio para el pensamiento no significa automáticamente que las ideas que se generen en él sean una superación del modelo anterior. Muchas veces, la necesidad de reemplazar las viejas ideas por otras nuevas termina dando origen a un pastiche, sobre todo cuando las relaciones sociales defendidas por la ideología en crisis no han sufrido ninguna modificación sustancial.
Ricardo Forster es un digno ejemplo de como el pastiche se ha convertido en la forma de pensamiento adoptada por los intelectuales progresistas que adhieren al "kirchnerismo". Dado que esta afirmación puede ser considerada exagerada, es conveniente dedicar algunos párrafos al análisis del artículo de Forster sobre la cuestión de las multinacionales mineras en Argentina, publicado en PÁGINA/12 (2).
Forster no dice nada novedoso respecto de las empresas multinacionales que explotan los recursos mineros de varias provincias argentinas. En un lenguaje enredado, que resulta una marca de fábrica de su escritura, termina afirmando que la tarea actual de "invención democrática" consiste en encontrar la "ecuación adecuada" que reúna "en
un mismo movimiento la indispensable generación de riquezas –industriales y
primarias–, la distribución equitativa, la preservación y expansión de los
derechos y la protección del medio ambiente". Como veremos más adelante, las cosas son siempre un poco más complejas de los que parece y no suelen acomodarse a las intenciones de los intelectuales progresistas. Por el momento hay que registrar que Forster, en tanto intelectual partidario del "kirchnerismo", muestra perplejidad ante la represión desatada por las policías proviciales contra las manifestaciones populares en contras de las multinacionales mineras (3).
En una sociedad capitalista, es imposible unificar los intereses objetivos de capitalistas y trabajadores, salvo que se entienda por tal unificación el sometimiento absoluto del trabajador a las demandas de los capitalistas. (4). En el caso concreto de las multinacionales mineras, ¿cómo es posible unificar los intereses de la mayoría de la sociedad (los trabajadores) con los de los empresarios de las multinacionales mineras? Si se elige el camino capitalista (y a Forster no se le ocurre ninguna otra alternativa), la "invención democrática" elige dos vías, complementarias entre sí, para lograr "la composición democrática de lo heterogéneo": a) la negociación entre los Estados provinciales y las multinacionales mineras para que los primeros consigan una tajada mayor de la renta minera; b) los palos de las policías para "componer" (o descomponer) las cabezas de quienes no se resignan a que todo pueda ser comprado o vendido. Pero admitir esto es hablar con franqueza, y el progresismo kirchnerista se siente incómodo en esta situación. ¿Qué hace Forster? Realiza varias operaciones ideológicas para transformar un problema crucial de la democracia en una discusión estéril entre los aspectos "buenos" y los aspectos "malos" de la minería explotada por las multinacionales.
En primer lugar, Forster parte del reconocimiento del carácter ineludible del capitalismo. Por supuesto, no puede ser franco en este punto y recurre a la frase "la indispensable generación de riquezas –industriales y primarias–". Ahora bien, ¿qué es "indispensable"? Puesto que nuestro sistema de producción es capitalista (y Forster no dice una palabra en contra del mismo), quiere decir que el capitalismo es indispensable para producir riqueza. El corolario: cualquier otro planteo es utópico o irracional.
En segundo lugar, la minería constituye un componente indispensable en esa produccion (capitalista) de riqueza. Otra vez Forster se ve obligado a emplear un lenguaje deliberadamente retorcido: "políticas de transformación económico-productivas que requieren de nuevas tecnologías y de emprendimientos extractivos, y sin las cuales es muy difícil imaginar la creación de riquezas socialmente distribuibles". Traducido al castellano corriente. Forster dice que las multinacionales mineras son indispensable porque aportan "nuevas tecnologías" y promueven "emprendimientos extractivos", imposibles de realizar por la siempre buscada (por los progresistas) "burguesía nacional".
La perplejidad de nuestro intelectual se revela en el siguiente pasaje: "Así
como resulta absurdo, económica y políticamente, desconocer la historia y la
proyección futura de la minería en un país que es atravesado de norte a sur por
miles de kilómetros de cordillera, también resulta indispensable reconocer el
derecho de los habitantes de esas geografías a ser partes activas a la hora de
planificar y resolver estrategias de desarrollo que involucran directamente sus
vidas y la de sus hijos. No hay soberanía territorial que no venga acompañada
por la soberanía del pueblo, pero no entendida como unanimidad abstracta, sino
como conjunción de diversidades. “Pruebas de fuego –escribe María Pía López–
para los gobiernos populares, que deben refundar su legitimidad permanentemente
en el ejercicio de una vasta conversación que se hace de conflictos, tensiones,
discusiones y acuerdos. Nunca –salvo propicios y escasos momentos– de consensos
unánimes. Por eso, las destrezas no deberían dedicarse tanto a la búsqueda de
estas efímeras unanimidades –que conocimos en días de fiesta o de combate
contra un enemigo exterior–, sino a la composición democrática de lo
heterogéneo.”
¡Qué problema! ¿Cómo hará la "invención democrática" para conciliar el apetito de ganancias de las empresas multinaciones mineras con los intereses de las poblaciones en las que se realizan las explotaciones mineras? ¿Cómo lograr la "composición democrática" de lo "heterogéneo"?
Forster no supera el estadio de la perplejidad y su reclamo de "invención democrática" muestra que no da pie con bola frente al problema. Es por eso que resulta más interesante abordar los supuestos de su planteo, pues el conocimiento de éstos permite comprender claramente los límites del progresismo kirchnerista (o, si se prefiere, de la "izquierda kirchnerista").
El sistema social imperante en nuestro país es el capitalismo. Una economía capitalista se basa en la división entre un grupo que posee la propiedad de los medios de producción y otro grupo que sólo tiene su fuerza de trabajo, estando obligados estos últimos a venderse en el mercado para obtener un salario y poder así subsistir. Esto genera la "heterogeneidad" a la que hace alusión Forster. Capitalistas y trabajadores son, pues, dos elementos fundamentales de la "diversidad" de la sociedad capitalista. Y no se trata de una división meramente funcional, sino que implica una radical desigualdad en el poder social de unos y otros. Más claro, quien está obligado a vender su cuerpo y/o su cerebro en el mercado laboral se encuentra en una situación de inferioridad frente al empresario. El sistema democrático se asienta sobre esta desigualdad, guste o no a los progresistas kirchneristas. La "invención democrática" requiere, por tanto, hacer frente a esta fuente primordial de desigualdad; dejar de lado a la diferencia entre empresarios y trabajadores es un buen indicador del nivel de sanata de un discurso político.
Forster se encuentra enfrentado, en el caso particular de las multinacionales mineras, al problema crucial de la democracia. Si la democracia es entendida como el gobierno del pueblo (y la inmensa mayoría del pueblo está compuesto por trabajadores asalariado), sólo puede ser realizada en la medida en que enfrente al capitalismo. Dicho de otro modo, el establecimiento de un régimen democrático consecuente requiere de la supresión del capitalismo, independientemente de que esta tarea sea extremadamente difícil o de los fracasos experimentados por los distintos proyectos socialistas en el siglo XX. Si el planteo parece abstracto, hay que decir que la dominación capitalista supone que la mayor parte de la vida de la inmensa mayoría de las personas transcurre en condiciones de dictadura, pues en el lugar de trabajo las decisiones acerca de qué, cómo y cuánto producir son tomadas de forma unilateral por el empresario. La democracia no entra en el lugar de trabajo. Volvamos ahora al artículo de Forster.
El sistema social imperante en nuestro país es el capitalismo. Una economía capitalista se basa en la división entre un grupo que posee la propiedad de los medios de producción y otro grupo que sólo tiene su fuerza de trabajo, estando obligados estos últimos a venderse en el mercado para obtener un salario y poder así subsistir. Esto genera la "heterogeneidad" a la que hace alusión Forster. Capitalistas y trabajadores son, pues, dos elementos fundamentales de la "diversidad" de la sociedad capitalista. Y no se trata de una división meramente funcional, sino que implica una radical desigualdad en el poder social de unos y otros. Más claro, quien está obligado a vender su cuerpo y/o su cerebro en el mercado laboral se encuentra en una situación de inferioridad frente al empresario. El sistema democrático se asienta sobre esta desigualdad, guste o no a los progresistas kirchneristas. La "invención democrática" requiere, por tanto, hacer frente a esta fuente primordial de desigualdad; dejar de lado a la diferencia entre empresarios y trabajadores es un buen indicador del nivel de sanata de un discurso político.
Forster se encuentra enfrentado, en el caso particular de las multinacionales mineras, al problema crucial de la democracia. Si la democracia es entendida como el gobierno del pueblo (y la inmensa mayoría del pueblo está compuesto por trabajadores asalariado), sólo puede ser realizada en la medida en que enfrente al capitalismo. Dicho de otro modo, el establecimiento de un régimen democrático consecuente requiere de la supresión del capitalismo, independientemente de que esta tarea sea extremadamente difícil o de los fracasos experimentados por los distintos proyectos socialistas en el siglo XX. Si el planteo parece abstracto, hay que decir que la dominación capitalista supone que la mayor parte de la vida de la inmensa mayoría de las personas transcurre en condiciones de dictadura, pues en el lugar de trabajo las decisiones acerca de qué, cómo y cuánto producir son tomadas de forma unilateral por el empresario. La democracia no entra en el lugar de trabajo. Volvamos ahora al artículo de Forster.
En una sociedad capitalista, es imposible unificar los intereses objetivos de capitalistas y trabajadores, salvo que se entienda por tal unificación el sometimiento absoluto del trabajador a las demandas de los capitalistas. (4). En el caso concreto de las multinacionales mineras, ¿cómo es posible unificar los intereses de la mayoría de la sociedad (los trabajadores) con los de los empresarios de las multinacionales mineras? Si se elige el camino capitalista (y a Forster no se le ocurre ninguna otra alternativa), la "invención democrática" elige dos vías, complementarias entre sí, para lograr "la composición democrática de lo heterogéneo": a) la negociación entre los Estados provinciales y las multinacionales mineras para que los primeros consigan una tajada mayor de la renta minera; b) los palos de las policías para "componer" (o descomponer) las cabezas de quienes no se resignan a que todo pueda ser comprado o vendido. Pero admitir esto es hablar con franqueza, y el progresismo kirchnerista se siente incómodo en esta situación. ¿Qué hace Forster? Realiza varias operaciones ideológicas para transformar un problema crucial de la democracia en una discusión estéril entre los aspectos "buenos" y los aspectos "malos" de la minería explotada por las multinacionales.
En primer lugar, Forster parte del reconocimiento del carácter ineludible del capitalismo. Por supuesto, no puede ser franco en este punto y recurre a la frase "la indispensable generación de riquezas –industriales y primarias–". Ahora bien, ¿qué es "indispensable"? Puesto que nuestro sistema de producción es capitalista (y Forster no dice una palabra en contra del mismo), quiere decir que el capitalismo es indispensable para producir riqueza. El corolario: cualquier otro planteo es utópico o irracional.
En segundo lugar, la minería constituye un componente indispensable en esa produccion (capitalista) de riqueza. Otra vez Forster se ve obligado a emplear un lenguaje deliberadamente retorcido: "políticas de transformación económico-productivas que requieren de nuevas tecnologías y de emprendimientos extractivos, y sin las cuales es muy difícil imaginar la creación de riquezas socialmente distribuibles". Traducido al castellano corriente. Forster dice que las multinacionales mineras son indispensable porque aportan "nuevas tecnologías" y promueven "emprendimientos extractivos", imposibles de realizar por la siempre buscada (por los progresistas) "burguesía nacional".
En tercer lugar, los enemigos de las multinacionales mineras son vistos como "ecologistas o medioambientalistas", o sea, como una especie de ingenuos que no comprenden la totalidad del problema: "Ninguna
corriente ecologista o medioambientalista puede resolver la ecuación,
extremadamente compleja, entre creación de riquezas, disminución de la pobreza
y distribución igualitaria si es que no se hace cargo de darle alternativas a
sociedades que necesitan salir del atraso y de la dependencia; alternativas que
no respondan a visiones regresivas y neoconservadoras, sino que puedan dar un
profundo debate, de matriz humanista, sobre los vínculos entre producción, tecnologías,
medio ambiente, inversión necesaria y sustentabilidad. Lo demás es falso
virtuosismo incapaz de pensar la cuestión social o simple cinismo." Para Forster, "pensar la cuestión social" significa no sacar los pies del plato del capitalismo, y esto queda claro si se observa que en ningún momento llega a comprender que nuestra producción, nuestra tecnología, nuestra inversión, nuestro concepto de sustentabilidad, es capitalista. Es por ello que la "invención democrática para componer lo heterogéneo" termina por ser la peor forma de la utopía, esto es, la defensa de la desigualdad existente por medio de la apelación al perfeccionamiento de dicha desigualdad hasta llegar a una situación óptima.
A partir de lo todo lo anterior se comprenden cuáles son los límites de la "invención democrática" invocada por Forster. Puesto que se da por supuesta la necesidad del capitalismo y de las multinacionales mineras, todo su argumento se reduce al esforzado intento por convencer a los sectores populares de la imposibilidad de pensar una producción fuera de las condiciones del capitalismo. Dado que es preciso producir para distribuir, y que las multinacionales mineras son las únicas capaces de aportar tecnología a la producción minera, Forster reduce el problema al viejo tema de compatibilizar la búsqueda de ganancias por los capitalistas con una distribución que mitigue la desigualdad que esa misma producción genera. Ahora bien, Forster puede pensar lo que quiera sobre las multinacionales mineras y sobre la producción capitalista. Lo que no debe hacer es afirmar que las multinacionales mineras son un elemento indispensable para lograr "la emancipación nacional y social". A menos que su concepción de dicha emancipación sea un pastiche.
A partir de lo todo lo anterior se comprenden cuáles son los límites de la "invención democrática" invocada por Forster. Puesto que se da por supuesta la necesidad del capitalismo y de las multinacionales mineras, todo su argumento se reduce al esforzado intento por convencer a los sectores populares de la imposibilidad de pensar una producción fuera de las condiciones del capitalismo. Dado que es preciso producir para distribuir, y que las multinacionales mineras son las únicas capaces de aportar tecnología a la producción minera, Forster reduce el problema al viejo tema de compatibilizar la búsqueda de ganancias por los capitalistas con una distribución que mitigue la desigualdad que esa misma producción genera. Ahora bien, Forster puede pensar lo que quiera sobre las multinacionales mineras y sobre la producción capitalista. Lo que no debe hacer es afirmar que las multinacionales mineras son un elemento indispensable para lograr "la emancipación nacional y social". A menos que su concepción de dicha emancipación sea un pastiche.
Buenos Aires, sábado 18 de febrero de 2012
NOTAS:
(1) Ricardo Forster (Buenos Aires, 1957) es un filósofo y ensayista, integrante del grupo Carta Abierta, núcleo que reune a los intelectuales progresistas que adhieren al "kirchnerismo"
(2) El artículo se titula "La minería, la invención democrática y el desarrollo sustentable" y puede consultarse en:http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-187563-2012-02-14.html
(2) El artículo se titula "La minería, la invención democrática y el desarrollo sustentable" y puede consultarse en:http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-187563-2012-02-14.html
(3) Forster escribe "se
vuelve indispensable no sólo impedir que policías provinciales acostumbradas a
actuar como capangas y como fuerza de choque de los poderosos repriman la
genuina protesta de quienes tienen derecho a oponerse a la minería a cielo
abierto –y esto más allá del indispensable debate en torno a su sustentabilidad
o no–". Reconocer la existencia de la represión bajo el gobierno de Cristina Fernández no es poca cosa, sobre todo tratándose de un intelectual tan identificado con el "kirchnerismo" como Forster. Claro que, reflejos rápidos mediante, carga toda la responsabilidad sobre las policías provinciales pues, como sabemos, cuando hay un reparto generoso de palos sobre una manifestación popular el gobierno nacional se convierte en un ente metafísico, que flota por encima de los palos, balas de goma y gases lacrimógenos. Pero, dejando de lado esta minucia, el reconocimiento está.
(4) Marx, con su habitual lucidez, escribió hace mucho tiempo que "la verdadera definición de trabajador productivo consiste en lo siguiente: un hombre que no necesita ni exige nada más que lo estrictamente necesario para estar en condiciones de procurar a su capitalista el mayor beneficio posible." (Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política, México D. F., Siglo XXI, 1997, tomo 1, pág. 215). Sin darse cuenta, muchos progresistas, al naturalizar al capitalismo, terminan por adherir a esta definición del trabajador.
(4) Marx, con su habitual lucidez, escribió hace mucho tiempo que "la verdadera definición de trabajador productivo consiste en lo siguiente: un hombre que no necesita ni exige nada más que lo estrictamente necesario para estar en condiciones de procurar a su capitalista el mayor beneficio posible." (Marx, Elementos fundamentales para la crítica de la economía política, México D. F., Siglo XXI, 1997, tomo 1, pág. 215). Sin darse cuenta, muchos progresistas, al naturalizar al capitalismo, terminan por adherir a esta definición del trabajador.
El artículo dice que "Forster no supera el estadio de la perplejidad y su reclamo de "invención democrática" muestra que no da pie con bola frente al problema. Es por eso que resulta más interesante abordar los supuestos de su planteo, pues el conocimiento de éstos permite comprender claramente los límites del progresismo kirchnerista (o, si se prefiere, de la "izquierda kirchnerista")."
ResponderEliminarAcá hay varios problemas. Primero, la estrategia del kirchnerismo no está delimitada por sus intelectuales (al contrario de lo que sucede con, por ejemplo, la izquierda abstracta, que curiosamente dice ser frente de trabajadores).
En segundo lugar, yo me pregunto, ¿dónde quedan los planteos de la oposición? Porque es muy fácil correr por izquierda desde la teoría a la práctica, pero un programa viable para la superación del capitalismo no se hace desde la teoría. Es muy fácil quedarse en las frases hechas sin profundizar en cómo llevar a cabo la superación del capitalismo. La visión de muchos es que, este capitalismo llamado kirchnerismo, es necesario para la superación del mismo. Pero hay que luchar para que así sea, y es más difícil cuando sectores que se auto-proclaman de izquierda se niegan a disputar poder...
Corso, la izquierda no se queda en la teoría o en las frases. De hecho la izquierda es la que siempre pone el cuerpo, de ahí el número de asesinados, la necesidad de tanta represión e incluso, como se reconociera recientemente con el Proyecto X la necesidad de recurrir a la ilegalidad de enviar miembros de las fuerzas represivas del Estado a infiltrarse para espiar a los trabajadores que se organizan para defender sus derechos o sea para combatir al Capitalismo de forma concreta. Tanto la izquierda, como el pueblo en sí, los trabajadores, permanentemente están llevando a cabo en la práctica formas de superar el capitalismo. El tema es que el capitalismo despliga todo el aparato represivo del Estado para impedir que todo eso prolifere y pueda darse finalmente una superación total del Capitalismo. Queda claro que el pueblo por sí sólo va por el camino correcto para superar al Capitalismo justamente cuando vemos que para frenar todas esas formas de organización que se vienen dando entre los cuidadanos se hace necesaria tanta represión. E incluso el Kirchnerismo hasta tiene el mérito de haber incursionado en nuevas formas de reprimir, por ejemplo, tercerizando la represión contratando barrabravas para de esa manera poder continuar con el discurso de que "este gobierno no reprime.
ResponderEliminarCorso, muchas gracias por su amabilidad al comentar mi nota. Coincido con usted en que "la superación del capitalismo no se hace desde la teoría". En el resto, corresponde decirlo, estoy en desacuerdo.
ResponderEliminarPara no escribir una resuuesta más larga que la nota, me concentro en dos cuestiones:
a) En ninguna parte de la nota afirmo que la estrategia del "kirchnerismo" esté delimitada por los intelectuales. Mi nota no tiene por objeto analizar el modelo de acumulación impulsado por el partido gobernante desde 2002 (Duhalde-Néstor Kirchner-Cristina Fernández), sino que su propósito es mucho más modesto: examinar uno de los argumentos con los que los intelectuales progresistas que adhieren al "kirchnerismo" defienden la naturaleza de clase de ese modelo de acumulación. El punto me parece interesante porque marca con claridad los límites de la "izquierda kirchnerista" y forma parte de una serie de notas que dediqué en el mes de enero pasado a examinar los argumentos de dichos intelectuales.
b) El contenido concreto de la política del "kirchnerismo" para las multinacionales mineras está dado por las acciones concretas del gobierno nacional (mantenimiento de la legislación minera aprobada por el menemismo en los '90 - cabe aquí la vieja frase de "el que calla, otorga -) y de los gobiernos provinciales (connivencia con las multinacionales y palos para los opositores a esa política). El contenido de la política "kirchnerista" está dado por estas acciones y no por los argumentos de los intelectuales. Llegado a este punto, tengo que decir que la frase "la visión de muchos es que, este capitalismo llamado kirchnerismo, es necesario para la superación del mismo". La idea, expresada por muchos "kirchneristas" de que son necesarias las multinacionales mineras para generar la riqueza y el salto tecnológico para potenciar estas actividades se parece demasiado a la tesis menemista de que "primero hay que hacer crecer la torta para luego repartirla". En la nota planteo algo mucho más básico: la imposibilidad de conciliar el capitalismo con la necesidad de profundizar la democracia. Claro que del dicho al hecho hay mucho trecho, pero ¿no es más honesto y responsable permitirse pensar las cosas con franqueza antes que autolimitarse a decir las cosas son así y no podemos cambiarlas? Saludos,
Marina, gracias por el comentario y coincido con tus palabras. El Proyecto X (iniciado en la 2005 por el inefable Aníbal Fernández) y la generosa dosis de palos propinados a los manifestantes en Catamarca tienen el mérito de mostrar cuáles son los puntos sensibles del poder en nuestra sociedad. El cambio cultural pasa, al revés de lo que piensan los intelectuales progresistas devenidos kirchneristas, por discutir el poder en la fábrica o, más general, en el lugar de trabajo, y por plantarse en la discusión acerca de decisiones fundamentales tales como qué, cómo y cuánto producir. En la medida en que las personas deciden cuestionar el núcleo duro del poder en nuestra sociedad, el Estado recurre a la represión (y a muchos otros mecanismos, que sería largo enumerar). Esto es lo importante (agregando esto a la respuesta al amigo Corso), y no la discusión bizantina acerca del carácter abstracto de la izquierda, pues los palos que recibieron los manifestantes en Catamarca tenían una consistencia bien concreta. Saludos,
ResponderEliminar"El sabio puede cambiar de opinión. El necio, nunca." Kant
ResponderEliminarEl Kirchnerismo ¿es un estrategia?
Quizás, pero de la Partidocracia burguesa.
Que "la Izquierda" socialista o anticapitalista no este en los medios masivos que reproducen la dominación y la propaganda ideológica capitalista, no significa que se "niegue a disputar el poder"
La "debilidad" de "la Izquierda es una consecuencia histórica y ese "detalle" daría para largo, y no es el tema de esta nota. El trabajo fundamental de los aparatos de estado y los distintos gobiernos desde el 74 en adelante fue reprimir, perseguir, desarticular, y asesinar, "desactivar" los núcleos, las vanguardias antisistema y sus dirigentes mas destacados,
Entonces ¿Porque el peronismo reformista burgués se empeña en cambiar los ejes de la discusión permanentemente? Porque necesitan descalificar a los interlocutores de izquierda, comparándolos con la derecha golpista, oligárquica genocida, ¿no será porque solo son otra expresión de la clase dominante?, al servicio de los mismos intereses.
Ademas, las formas burguesas y vulgares de comprensión de la acción política, pretenden circunscribir la puja de intereses a las formas electorales, El Kirchnerismo no es un partido, es un "armado", una formula gerencial.
Hablar en términos nacional republicanos, democráticos burgueses. eso si es "abstracto".Le sugiero a Corso, y la hinchada un buen libro de Pablo Hupert. El Estado Posnacional... http://www.pablohupert.com.ar/index.php/el-estado-posnacional-libro/
Solo otro "detalle" sobre el tema. Por si no lo sabían, el ex esposo de Alicia Kirchner es el director de YMAD (Yacimientos Mineros de Agua de Dionisio.
http://volarlibremente.blogspot.com/2012/02/lo-primeroes-la-familia.html
Por ultimo, una pregunta para la tribuna, ¿que tiene que ver Jaureche con el Carnaval? ¿Que tiene que ver un barco hundido, en un simulacro de combate llamado por el revisionismo oficial "guerra", con un campeonato de fútbol financiado por transnacionales?
" La idiotez es una enfermedad extraordinaria, no es el enfermo el que sufre por ella, sino los demás..." Voltarie
Nada personal.(como la política viste)
Por izquierda...
ResponderEliminarhttp://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-187961-2012-02-20.html
Muchas gracias Volar por los comentarios y por los datos. Habría que empezar a preguntarse a quién beneficia, en términos políticos, la frase, tan esgrimida por los compañeros kirchneristas, que dice "a la izquierda del kirchnerismo sólo está la pared". Más allá de los errores u horrores cometidos, la realidad muestra que es imprescindible apostar a la construcción de una izquierda que dispute poder. Claro que es difícil (chocolate por la noticia!), pero: ¿hay otro camino responsable? Claramente no. Saludos,
ResponderEliminarUn intelectual parte de una pregunta, el militante politico hace su razonamiento en base a presupuestos ya fijados. El intelectual indaga, el militante justifica.
ResponderEliminarEl intelectual entonces es autonomo del poder politico, el militante es dependiente ... por lo tanto no se puede haber de intelectuales k, no lo son por lo que piensan sino por el metodo sesgado de su pensamiento, son militantes politicos disfrazados de escritores, pero no son intelectuales.
Prof. Maximiliano E. Korstanje
Philosophical Society of England.