Ernesto Laclau (n. 1935) ha descendido una vez más desde las alturas celestiales en que habita para dejar su mensaje a los desorientados mortales. Claro que, en esta ocasión, no ha tenido tiempo suficiente para dejarnos otro libro sagrado, y se ha limitado a ofrecernos sus palabras en un humilde reportaje.
La entrevista fue realizada por la periodista Ailín Bullentini y ha sido publicada en la edición del domingo 2 de octubre pasado del diario PÁGINA/12 (1). Ante todo, hay que decir que Laclau se mostró torpe y esquemático en las respuestas, como si estuviera canchereando la situación. Desganado, soberbio, cuadrado en las interpretaciones, está a años luz de un intelectual capaz de analizar la complejidad de una coyuntura.
Para no caer en las faltas que le achacamos al insigne maestro, nada mejor que dar un par de ejemplos de las actitudes a que hicimos referencia en el párrafo anterior.
a) Desgano.
Laclau formula conclusiones sin cuidarse de enunciar las premisas de las mismas. Así, afirma que "la real izquierda en el país es el kirchnerismo". ¿Por qué?, ¿qué entiende Laclau por izquierda? El maestro permanece mudo, con una sonrisa en los labios, pensando: "¿es necesario que te lo explique, pibe? Si sos tan obtuso como para no entenderlo, comprá mis libros. De paso, engrosás mi cuenta bancaria con los derechos de autor". (2)
b) Soberbia.
Ante todo, esta actitud se manifiesta en un pasaje verdaderamente antológico: "Las demandas de los pueblos originarios no fueron respondidas puntualmente, pero tampoco son centrales para la estructuración de la política." Aquí se combina el desgano al que aludimos arriba con la soberbia. ¿Por qué el maestro no se preocupa de aclarar cuál es la razón para afirmar que estas demandas no son centrales para la estructuración de la política? Cuando se hace política desde los trabajadores no se puede actuar del mismo modo que aquellos que hacen política para los sectores dominantes. Laclau puede pensar lo que quiera respecto a los pueblos originarios (total, cuando tiene que hacer sus necesidades tiene un inodoro reluciente a mano y no padece la falta de cloacas, por mencionar algunos de los padecimientos de las comunidades de los pueblos originarios en Formosa, en el Chaco, etc.). Pero lo que no puede hacer, si pretende, insisto, hacer política desde los trabajadores, es dejar sin justificación sus afirmaciones. La política obrera exige plantear con claridad los argumentos, pues se trata de construir una visión diferente a las ideas que se consideran habitualmente como naturales. Con su desinterés, Laclau no sólo demuestra una falta de humanidad característica de muchos exponentes del mundo académico (3), sino un distanciamiento absoluto de cualquier forma de política de izquierda (aclaramos, la izquierda entendida como un cuestionamiento más o menos global del orden capitalista, no la "izquierda" tal como la entiende el maestro).
Luego del acto de amor hacia los pueblos originarios, Laclau dirige una mirada de olímpico desprecio hacia la izquierda: "la izquierda tradicional, que tampoco ha representando un proceso de cambio". Nadie niega que el maestro está en su derecho de pensar lo que quiera de la izquierda en Argentina. Pero nos parece importante hacer notar que Laclau no dice una palabra acerca del "cambio" que tiene en mente. El desgano con que encaró la entrevista se nota también aquí. Pero el problema es mucho más profundo. Laclau concibe el cambio en un sentido capitalista, esto es, una transformación que no modifique las bases del orden existente (básicamente, la propiedad privada de los medios de producción). Es por esto que puede identificar al kirchnerismo con la "izquierda". El palabrerio asfixiante que caracteriza a sus escritos es un recurso estilístico para ocultar el hecho de que Laclau no discute en absoluto las relaciones de poder existentes. Es por eso que a Laclau no le interesa discutir con la "izquierda tradicional". Le resulta más cómodo ignorarla o estigmatizarla (versión sofisticada del "zurdos de mierda"), pues de ese modo evitar discutir lo importante. Es curioso que un autor que se dedica a la teoría política conceda tan poca atención a la actividad que hace la mayor parte de los mortales la mayor parte del tiempo de sus vidas, esto es, trabajar. Como Laclau no concibe a la fábrica, a la oficina, a la empresa, como un lugar político, no considera necesario modificar las relaciones existentes al interior de éstas. Su "izquierdismo" no es otra cosa que la negativa a discutir las relaciones de producción capitalistas.
c) Interpretaciones "cuadradas" de las coyunturas políticas.
Al final de la entrevista, luego de enunciar su apoyo a la reelección indefinida de Cristina, nos deja la siguiente perla: "el kirchnerismo ha producido cuadros excelentes: Agustín Rossi, Carlos Tomada, Amado Boudou". Para referirnos a uno solo de estos personajes, hay que decir que calificar a Carlos Tomada de un "cuadro excelente" es pervertir la noción de cuadro. Aclaro. Hago esta última afirmación dando por buena la intención de Laclau de calificar al "kirchnerismo" como la "izquierda". Si Tomada es un "cuadro excelente", hay que decir que el maestro incluye en la definición de cuadro la hipocresía y la falsedad elevadas a la condición de prácticas cotidianas. Basta recordar que Tomada siguió defendiendo al prócer Pedraza (titular de la Unión Ferroviaria) en los días posteriores al asesinato de Mariano Ferreyra.
En otro tramo del reportaje, al ser preguntado acerca de las razones de la imposibilidad de la "oposición" para unirse, Laclau afirma: "no hay ninguna voluntad social que los aúne". Esta es una verdad de perogrullo, puesto que la "oposición" está disgregada. El maestro, desganado, no dice aquí nada nuevo. Sin embargo, es probable que la pobreza de la interpretación esconda algo más profundo y que no puede ser dicho por un intelectual "kirchnerista". Si la "oposición" no puede unirse (y estamos hablando aquí de la "oposición" neoliberal, expresión de la vieja derecha), la causa radica en que la burguesía ha apostado mayoritariamente al "kirchnerismo". En pocas palabras, desde el 2003 se ha consolidado un nuevo modelo de acumulación de capital en Argentina, y este modelo ha sido perfectamente funcional a la dominación capitalista. Laclau no puede admitir esto y se retira cantando "mejor no hablar de ciertas cosas". Es verdad, es preferible moverse en la superficie de las cosas y no ver lo que se encuentra oculto debajo de la alfombra. Esta es el contenido último de la sabiduría adoptada por el maestro Laclau.
Seguir reproduciendo los pensamientos del maestro no tiene mayor sentido. El lector interesado puede leer la entrevista completa en el link que figura en las notas. Dejando de lado la pobreza de las ideas expresadas por Laclau en el reportaje, hay que decir que este texto es una muestra acabada del nivel del debate político que promueve el "kirchnerismo" en esta campaña electoral. Para una fuerza que pretende ser transformadora en un sentido popular, hay que decir que sus intelectuales muestran muy poco interés por ampliar los límites y los alcances de la discusión política. Esto se ve claramente en la opinión de Laclau sobre la reelección de Cristina: "me parece que una democracia real en Latinoamérica se basa en la reelección indefinida. Una vez que se construyó toda posibilidad de proceso de cambio en torno de cierto nombre, si ese nombre desaparece, el sistema se vuelve vulnerable." Hablando en criollo, el "cambio" consiste en tener un líder que mande y unas bases que obedezcan. Nada más. Esto no tiene nada que ver con una política realizada desde los intereses de los trabajadores. Si se pretende hacer algo más que hablar de "revolución cultural" mientras los trabajadores siguen siendo despedidos si osan presentarse como delegados en una empresa, es preciso abrir la discusión a un número cada vez mayor de personas. Dicho de otro modo, hay que profundizar la democracia. Laclau apunta a otra cosa. Tendrá sus razones...
Mataderos, viernes 7 de octubre de 2011
NOTAS:
(1) El texto completo de la entrevista se encuentra disponible en: http://www.youtube.com/watch?v=-Kmq9uM4Mq0
(2) En rigor, Laclau hace, al comienzo del reportaje, una referencia indirecta a la cuestión del significado que le atribuye a una política de izquierda. Según él, el nuevo mandato de Cristina Fernández tiene que profundizar las líneas iniciadas en el primero, y aquí incluye "una serie de medidas prácticas, como la Asignación Universal por Hijo y la reforma del régimen jubilatorio, que están cambiando la óptica desde la que se percibe la política argentina." El lector puede recorrer todo el texto publicado por PÁGINA/12 y no va a encontrar otra mención a medidas políticas concretas. De esto se deduce que la "izquierda", tal como la entiende el "izquierdista" Laclau, nada tiene que ver con la forma en que se realiza el proceso de trabajo ni con (¡hagamos la señal de la cruz!) la propiedad privada de los medios de producción. Todo esto ha sido convenientemente relegado al basurero de la historia. Esto permite, entre otras cosas, que académicos como Laclau puedan vivir a costa del trabajo de los asalariados que nunca van a poder recorrer el mundo dando conferencias.
(3) Karl Marx (1818-1883), quien tuvo la desafortunada suerte de no conocer a un pensador tan profundo como Laclau, escribió una vez, refiriéndose a la actitud desdeñosa de Arnold Ruge (1802-1880) hacia el levantamiento de los obreros tejedores de Silesia en 1844, que "la única tarea de un hombre que piensa y ama la verdad ante el primer estallido del levantamiento obrero de Silesia no consistía en jugar el papel de maestro de escuela de este acontecimiento sino más bien en estudiar su carácter peculiar. Para ello se requiere en todo caso de cierta capacidad científica y de un amor por los hombres, mientras que para la otra operación basta por completo con una fraseología hecha empapada de un egoísmo vacío." (Marx, Karl, "Glosas marginales al artículo «El rey de Prusia y la reforma social por un prusiano», en Marx, Karl, Escritos de juventud sobre el Derecho: Textos 1837-1847, Barcelona, Anthropos, 2008, p. 128).
Mayo, antes de dedicarle tanto análisis obtuso al profe Laclau, corregite los parciales. O se viene una segunda parte?
ResponderEliminarGracias Anónimo. Trataré, en la medida de lo posible, de abordar el análisis de La razón populista (2005).
ResponderEliminarObtuso, mediocre y cobarde no solo intelectualmente, como Laclau que es un COBARDE, es no reconocer una critica seria y descalificar a las personas anónimamente adjudicadores tiempos y razones propias de la maquinaria de fabricar estúpidos repetidores de consignas socialchauvinistas. La Campora es un nido de pequeñoburgueses idolatras de totems. Sigan bombardeando Libia en nombre de la defensa de los derechos humanos. Para hacer critica, critica, no les alcanza con la materia gris en alquiler, ni con la literatura de supermercado.
ResponderEliminarA usted lo felicito por su critica señor Mayo
A propósito." quien tuvo la desafortunada suerte de no conocer a un pensador tan profundo como Laclau, [también] escribió una vez
Tesis [III] La teoría materialista de que( los hombres son producto de las circunstancias y de la educación, y de que por tanto, los hombres modificados son producto de circunstancias distintas y de una educación modificada, olvida que son los hombres, precisamente, los que hacen que cambien las circunstancias y que el propio educador necesita ser educado. Conduce, pues, forzosamente, a la sociedad en dos partes, una de las cuales está por encima de la sociedad (así, por ej., en Robert Owen).
Tesis [VIII] La vida social es, en esencia, práctica. Todos los misterios que descarrían la teoría hacia el misticismo, encuentran su solución racional en la práctica humana y en la comprensión de esa práctica.
Gracias Volar Libremente por el comentario y por las citas de las Tesis sobre Feuerbach. Laclau encarna los peores vicios del intelectual académico con veleidades de teórico político y/o dirigente político (sic). La frase sobre los pueblos originarios que aparece en el reportaje no tiene desperdicio. Para Laclau la superación del marxismo pasa por naturalizar las relaciones de dominación existentes. Es un planteo muy viejo, pero que se vende como el último grito de la teoría. Como dice el dicho, la culpa no es del chancho sino del que le da de comer. ¿Quién le da de comer a Laclau?
ResponderEliminar