...Como todos sabemos, nuestra sociedad está libre de todo prejuicio social y los inmigrantes que llegan en busca de una vida mejor son recibidos con los brazos abiertos y con toda la generosidad propia de nuestra naturaleza. Como somos además un país que ha desterrado todo vestigio de explotación del hombre por el hombre y el trabajo constituye un goce y no una carga para las personas, nos sentimos felices de compartir nuestra dicha con tantos hermanos que arriban a nuestras tierras, y a los que llamamos hermanos y no extranjeros porque una larga experiencia nos ha mostrado adonde conduce el temor al otro...
A veces es bueno comenzar el análisis de una situación que produce asco e indignación planteando una pequeña fantasía que, por contraste, nos muestre hasta qué punto nos hallamos hundidos en un pozo de degradación. La fantasía actúa sobre la naturalización de nuestras condiciones de vida, mostrándonos en que medida lo que creemos normal es una muestra de barbarie e insensatez.
Voy al grano. Los sucesos de Soldati, que hasta el momento han ocasionado cuatro muertos y numerosos heridos, muestran al desnudo la realidad de las relaciones de fuerza entre las distintas clases y grupos sociales de nuestro país, y expresan con todas sus miserias el contenido de las dos principales corrientes que han hegemonizado la política argentina desde el 2003 hasta la actualidad. La pelea de pobres contra pobres muestra también la tremenda impotencia que tienen los sectores populares para revertir la situación.
Ante todo, es preciso comenzar por enmarcar las acciones de los actores que participan en este drama. En primer lugar, la Argentina experimentó un fenomenal crecimiento económico desde el 2° semestre de 2002. Sin entrar a examinar la naturaleza de dicho crecimiento, corresponde decir que la Argentina produce hoy más bienes y servicios que al momento de producirse la crisis de 2001. En otras palabras, hubo un incremento notable de la riqueza. En segundo lugar, uno de los puntales de ese crecimiento fue la producción de alimentos, claro que buena parte de la misma estuvo destinada a la exportación. En tercer lugar, durante esta década la construcción experimentó un verdadero auge, a tal punto que puede hablarse de un boom de esta actividad. En síntesis, Argentina experimentó casi una década de crecimiento económico, expansión de la producción de alimentos y auge de la construcción. Este es el contexto más general de los hechos de Soldati.
Paso al análisis de las dos corrientes centrales de la política argentina. Los gobiernos de Néstor Kirchner (1950-2010) y Cristina Fernández (n. 1953) acompañaron el crecimiento de la economía, procurando no poner “trabas” al enriquecimiento de los empresarios. Por supuesto, hubo modificaciones al modo de acumulación imperante en los ´90. La crisis del neoliberalismo en 2001 mostró que el país no podía seguir siendo gobernado como en la década anterior. Además, la devaluación y el default de la deuda hicieron que una parte del empresariado se volviera otra vez hacia el mercado interno; las modificaciones del contexto internacional ocasionaron un aumento de los precios de las materias primas y de los alimentos, favoreciendo así a las exportaciones argentinas. Néstor Kirchner promovió la expansión del gasto público y el aumento de los salarios para expandir la demanda y revitalizar el mercado interno. Sin embargo, se cuidó de modificar las relaciones laborales heredadas de los ’90.
La economía creció y descendió la tasa de desocupación. Pero buena parte de los trabajadores permanecieron en condiciones de precariedad, inseguridad y enorme explotación. En el caso de los asalariados “en blanco”, hubo aumentos de salarios y una mejora en el nivel de vida en relación a la década anterior, pero esto no alcanzó al conjunto de los trabajadores ni alcanzó para modificar las relaciones de fuerza al interior del lugar de trabajo.
En resumidas cuentas, el “kirchnerismo”, la principal fuerza política de la primera década de este siglo, llevó adelante un reformismo tibio, que no tocó las posiciones del empresariado y no transformó las relaciones de fuerza entre capitalistas y trabajadores. En todo caso, las modificaciones que impuso el kirchnerismo en la política argentina pasaron de largo en lo que hace a la fábrica, la oficina y los comercios. Esto se notó especialmente en la situación de las capas más vulnerables de los sectores populares. En este sentido, no se emprendió ningún plan de fondo para erradicar las villas miserias y asentamientos, y no se llevaron adelante iniciativas para cambiar las condiciones de vida de los sectores más pobres en las provincias. Ello implicó condenar a centenares de miles de niños y jóvenes a vivir en medio de la miseria y la humillación cotidianas. Todo esto en medio de un clima de crecimiento económico. En consecuencia, las tensiones sociales no hicieron más que aumentar, expresándose en un incremento alarmante de la violencia cotidiana.
Del otro lado, y de un modo muy paulatino luego del desastre del neoliberalismo en 2001, se fue conformando un espacio, sin un líder definido, que procuró disputar el gobierno al kirchnerismo desde un discurso y unas políticas derivadas directamente del neoliberalismo. Dentro de este espacio fue cobrando especial importancia la figura de Mauricio Macri (n. 1959), sobre todo porque sus carencias dejaban al descubierto los rasgos esenciales de este otra gran corriente de la política argentina en la primera década del siglo XXI. Macri carece de todo refinamiento y sólo hay en el un enorme egoísmo de clase y un cálculo electoral llevado al paroxismo. Por eso, por esta ausencia de todo recato, es conveniente seguir sus dichos para entender cuál es la propuesta de esta corriente.
La conducta del ingeniero Macri en los sucesos de Soldati tiene que ser estudiada como un verdadero modelo del programa político de la autodenominada “oposición”. Macri en ningún momento llevó adelante medidas para paliar la crisis habitacional que sufren los sectores populares. El boom de la construcción, que tuvo uno de sus centros en la ciudad de Buenos Aires, estuvo dirigido a los sectores con demanda solvente, es decir, aquellos capaces de pagar las sumas fabulosas que implica comprar una vivienda en la ciudad de Buenos Aires. Macri alentó el negocio de las empresas constructoras y permitió que éstas arrasaran el perfil arquitectónico de muchos barrios de la ciudad. A la vez, y esto en connivencia con el Ministerio de Trabajo, hizo la vista gorda a las violaciones a las condiciones de seguridad en el trabajo que cometían dichas empresas constructoras.
Macri alentó el modelo de una ciudad para ricos y para los sectores medios, en la que toda la vida cotidiana estuviera regulada por las necesidades de vender las mercancías. En este esquema los pobres tienen que ser expulsados hacia otros lugares, para que no “afeen” los negocios. Para ello llevó adelante una política sistemática destinada a empeorar las condiciones de vida en el sector sur de la ciudad. Su política para los pobres combina el clientelismo y los palos aplicados por la fuerza de seguridad de turno. Sus patéticas declaraciones del día de ayer, reclamando la intervención de la Policía Federal y de la Gendarmería, no son únicamente el producto de un cálculo político; representan la esencia de la política de la autodenominada “oposición” para los sectores populares. En todo caso, Macri es quien expresa abiertamente lo que los demás piensan en privado.
Un capítulo aparte merecen las apelaciones a la xenofobia realizadas por el ingeniero Macri. Estas son mucho más graves porque no se trata solamente de un exabrupto de Macri. De hecho, no fueron expresadas el primer día de los hechos sino que fueron expuso su posición ante la situación, y luego fueron repetidas por los principales funcionarios de la administración Macri. La xenofobia defendida por Macri está utilizada como una estrategia electoral. Macri y sus asesores pensaron que con ella refuerzan la adhesión de muchos segmentos de la clase media porteña, que odian a los extranjeros en la medida en que éstos sean bolivianos, paraguayos y peruanos. Macri culpó a los “inmigrantes” de los disturbios. Con ello pretendió sacarse la responsabilidad de encima y ganar el apoyo de los sectores que han hecho de la frase “boliviano de mierda” un dicho proverbial. De más está decir que, además del contenido de clase de estas manifestaciones, Macri expresa una enorme irresponsabilidad ante los sucesos, echando más leña al fuego a la bronca que muchos vecinos de la zona sienten hacia los ocupantes de los terrenos. Nada de esto resulta extraño viniendo de un sector social que no dudó en 2008 en cortar rutas e impedir la llegada de alimentos a las ciudades para evitar pagar impuestos.
Respecto a la actitud del gobierno nacional y del gobierno de la ciudad ante los hechos, cabe hacer una reflexión final. Ambas partes han especulado de manera descarada con los sucesos, esperando someter a la otra parte a un desgaste con miras a las elecciones del año próximo. Han desnudado, por tanto, sus miserias más profundas y han manifestado en los hechos su nulo interés en resolver los problemas de los sectores más desprotegidos de nuestra sociedad. Esto es especialmente grave en el caso de Cristina Fernández, pues sus mentadas propuestas de transformación social son imposibles sin una profunda movilización popular. Ahora bien, esta movilización no puede lograrse si no se promueven modificaciones concretas en las condiciones de vida de los sectores populares. La Asignación Universal por Hijo fue un paso significativo, pero su influjo es desesperadamente insuficiente frente a la magnitud de las carencias, magnitud que se ve agigantada si se tiene en cuenta que se da en un marco de crecimiento económico y de enriquecimiento de los empresarios.
Mientras escribo estas líneas, en Soldati sigue muriendo gente. Hasta ayer había tres muertos, hoy ya son cuatro. Está visto que los exponentes de las dos principales corrientes de la política nacional no tienen mayor interés en los problemas de la “negrada”. Frente a esto sólo queda perseverar en la organización popular. No hay otra salida.
Buenos Aires, sábado 11 de diciembre de 2010
“Modelo de crecimiento con inclusión social”. Es un modelo que crece, entre algunos aspectos positivos, a costa de relegar los derechos laborales de los trabajadores. Un modelo que incluye al sector más vulnerable para explotarlo. Inclusión para la explotación. Pienso en los talleres clandestinos de la industria textil que mueve US$ 500 millones al año con trabajo esclavo e infantil. O en el 75% de los obreros de la construcción que trabaja en negro y en condiciones de inseguridad. También en los peones de campo a los que se les fumiga en la cabeza con una práctica de fumigación aérea prohibida en otros países. En los qom a quienes se los mata para ampliar las zonas de tierras productivas de una provincia kirchnerista. En el trabajo infantil en las productoras de alimentos. O en la trata de blancas para la prostitución infantil. Si el macrismo no es el kirchnerismo al menos se complementan muy bien para maximizar los beneficios. ¿Este es el gobierno popular?
ResponderEliminarEs curioso (o no) ver a ciertos sectores clamar por la ausencia del Estado para “resguardar la integridad” y no ante esta desigualdad. Y Aníbal Fernández poniendo el ejemplo de San Juan… la provincia de la minería inhumana. Tocaron intereses. Toquen ese. Y no me vengan con que el árbol no deja ver el bosque, porque en Santiago del Estero no dejaron un árbol en pie.
Trabajo y vivienda digna para todos. Sobretodo para los que no votan. También a quienes no se los documenta para ser carne de cañón. Macri es un xenófobo manifiesto absolutamente repudiable al que hay que juzgar ya. Pero el modelo Kirchnerista crece, en parte, exprimiendo esa xenofobia.
Va el comentario que me envió Guillermo Disi, a quien agradezco la atención:
ResponderEliminar"Sin dudas las clases sociales mas vulnerables son las destinatarias de las distintas políticas de turno, que nunca terminan de resolver sus problemas ni sus necesidades, solo dilatan los sufrimientos y en el mejor de los casos tapan agujeros.
Para quienes concentran el gran capital las políticas gubernamentales solo les afectan en la porción de plusvalía que podrán expropiar a las clases trabajadoras, este quien este en el gobierno incrementaran más o menos sus ganancias.
Muchos de los análisis a los cual accedo desarrollan con más o menos coincidencias los problemas de nuestra sociedad, pero veo, a mi entender, una omisión en cuanto a como se desarrolla la política del gobierno en esta ultima década, luego del neoliberalismo menemista.
Parecería que el cambio de políticas o mejor dicho de las formas de acumulación y de los distintos sectores a quienes benefician, fueran producto exclusivo del matrimonio Kirchner .
Tal vez habría que analizar que la grave crisis institucional vivida por el estado burgués del 2001, y el posterior cambio de políticas, estuvo profundamente relacionado con la necesidad de la burguesía de modificar su extralimitada extracción de plusvalía debido a la generaliza acción de un pueblo que inconcientemente y carente de todo organización política o social que lo guié, exploto arto de la explotación y el maltrato al cual venia siendo sometido.
El capital social y político históricamente acumulado en la conciencia de nuestro pueblo, sorprendió a las clases dominantes. Que en su intrínseca lucha de poder pusieron el fósforo en el momento menos indicado, despertando al león adormecido y siendo sobrepasados ampliamente por un pueblo despolitizado y sin dirigencia.
Creo que “el gran cambio de políticas” hecho por el tibio reformismo burgués, con políticas decadentes del viejo estado de bienestar social, que lejos están de haber logrado aunque sea una pequeña reactivación industrial, no hacen más que haber aflojado la soga que asfixia a nuestro pueblo y no por decisión propia sino por imposición de la gente."