viernes, 21 de mayo de 2010

NOTAS SOBRE EL CAPITAL (4): EL PROCESO DE TRABAJO


Karl Marx (1818-1883) dedicó el capítulo 5 del Libro Primero de El Capital (1867) a exponer su concepción del proceso de trabajo; además de examinar los aspectos principales de la producción, Marx se preocupó también por fundamentar el papel central que ocupa el trabajo en la constitución de la sociedad. En este sentido se trata de un desarrollo de las tesis enunciadas en La ideología alemana (1845-46), obra en la que Marx y Friedrich Engels (1820-1895) habían afirmado que el punto de partida para el abordaje de la sociedad debía ser el estudio de la forma en que los seres humanos producían su existencia. Sin embargo, hasta la publicación del Libro Primero de El capital Marx no había presentado su análisis del proceso de trabajo en forma sistemática para el público.

La primera vez que Marx encaró la cuestión del trabajo fue en los Manuscritos de 1844, en los que esbozó su concepción del trabajo alienado. La propiedad privada de los medios de producción despojaba al trabajador de su control sobre el proceso de trabajo y determinaba que éste fuera visto por aquél como algo ajeno, cuyos productos no le pertenecían y donde no podía manifestarse su personalidad tal cual era. En el marco del capitalismo, el trabajo empobrecía radicalmente al trabajador en la medida en que, justamente, se volvía más productivo. La ciencia y la tecnología eran instrumentos del capital y su desarrollo no hacía más que potenciar la escisión entre el trabajador y su trabajo (y, por supuesto, los productos de su trabajo). Detrás de este análisis se encontraba el supuesto de que el trabajo era la manifestación de la esencia del ser humano. Su apropiación por los propietarios de producción era, entonces, una anulación de la esencia humana y reducía el trabajo a una actividad vacía de sentido (y, por tanto, empobrecedora) para el trabajador. Pero en los Manuscritos Marx no hacía ningún estudio del proceso de trabajo capitalista en su manifestación concreta. El análisis, más allá de sus méritos (la teoría de la alienación fue retomada por Marx en El capital - en el capítulo 1, apartado dedicado al fetichismo de la mercancía -), se movía en el plano filosófico, de manera que el proceso de trabajo era presentado en forma abstracta.

Luego de los Manuscritos y de la Ideología alemana, en los que sentó las bases de su teoría social, Marx volvió a abordar la cuestión del proceso de trabajo durante su exilio en Londres, donde comenzó a redactar el corpus de textos que constituye El capital. Esto fue la consecuencia necesaria del punto de partida adoptado para examinar la sociedad capitalista. Dada la centralidad que tiene la producción de la existencia para la teoría social de Marx, era obligatorio el estudio del proceso de trabajo en general, y de su forma capitalista en particular. Sólo mediante la realización de esta tarea era posible la superación de las ciencias sociales burguesas.

Ahora bien, la extensión del corpus que forma El capital impide que podamos realizar aquí un estudio exhaustivo de la concepción marxista del proceso de trabajo (para esto habría que revisar la Contribución a la crítica de la economía política (1859), los Manuscritos de 1861-63, el Libro IV y la correspondencia de Marx y Engels). En esta presentación nos limitaremos a plantear los elementos fundamentales de la concepción marxista del proceso de producción tal como se encuentra en el capítulo 5 del Libro Primero. En la exposición vamos a seguir el desarrollo del tema tal como lo hace Marx en la obra. Por ello distinguiremos entre proceso de trabajo y proceso de valorización, es decir, entre las características generales que asume toda producción y las formas específicas que adopta en el modo de producción capitalista. A su vez, y dada la importancia del tema para la comprensión de la teoría social de Marx y de la dialéctica, haremos, en la medida de lo posible, un tratamiento por separado de las implicancias "económicas" (técnicas) del proceso de trabajo, y de las derivaciones epistemológicas del mismo.

1) EL PROCESO DE TRABAJO:

Marx dedicó toda la primera parte del capítulo en cuestión al examen de los rasgos generales del proceso de trabajo (I, 1: 215-226).
Antes de empezar la lectura corresponde decir que esta parte de El capital es la respuesta de Marx al argumento de los factores de producción, desarrollado ya por los economistas. Según éstos, la producción es el resultado de una combinación de dichos factores (tierra, capital y trabajo - nótese que el capital se encuentra naturalizado, al punto de que pasa a constituir un elemento técnico de cualquier producción, ya sea que ésta se desarrolle en el Antiguo Egipto o en el siglo XXI. El capital deja, entonces, de ser una relación social históricamente determinada, para identificarse con la producción en general. En otras palabras, no puede haber producción sin capital -.). Como es sabido, Marx dedicó el grueso de su actividad intelectual a la crítica de la economía política. Desde su óptica, se trataba de eliminar la principal herramienta ideológica de la dominación burguesa. Para ello era imprescindible desnaturalizar la producción capitalista, desbancar la creencia de que el capitalismo era la forma más racional y eficiente de organizar el proceso productivo; para esta tarea era imprescindible la demolición del argumento de los factores de producción.
La teoría del proceso de trabajo es, tal como aparece en el capítulo 5, la respuesta de Marx al argumento de los economistas. Este último se basa, sobre todo, en la confusión de las determinaciones técnicas y de las determinaciones sociales del proceso productivo. Marx deshace esta confusión efectuando tres operaciones: a) separando ambas determinaciones; b) estableciendo las características principales del proceso de trabajo en general; c) reuniendo en una totalidad orgánica el conjunto de determinaciones que constituyen la producción.

Marx arranca con la constatación de que el trabajo es "en primer lugar, un proceso entre el hombre y la naturaleza, un proceso en que el hombre media, regula y controla su metabolismo con la naturaleza" (I, 1: 215). De este modo, el trabajo es el mediado entre el ser humano y la naturaleza. Es una necesidad ineludible, determinada por nuestra organización fisiológica (el ser humano precisa de instrumentos para obtener de la naturaleza los bienes que necesita para satisfacer sus necesidades). Sólo mediante el trabajo los seres humanos pueden emprender la tarea de "humanizar" la naturaleza, esto es, re-crearla a su imagen y semejanza. Es en este sentido que cabe afirmar que el trabajo, el proceso de producción, es un componente inseparable y decisivo en toda sociedad; en otras palabras, representa una determinación natural del ser humano.

Del argumento expuesto en el párrafo anterior arranca la confusión de los economistas. Para ellos, el proceso de producción capitalista, cuyo producto es la mercancía, es sinónimo de proceso de trabajo en general, cuyo objetivo es la producción de valores de uso (todo bien o servicio que satisface una necesidad, y que no es necesariamente una mercancía). De esta identificación se desprende que el capital, que es una relación social propia del modo de producción capitalista, pase a ser definido como un elemento técnico, cosificado, de toda producción.

Marx desarticula esta confusión indicando desde el principio que el objetivo del proceso de trabajo es la producción de valores de uso. Esta es una característica general de toda producción, independientemente de "la forma social determinada que asuma" (I, 1: 215). Un valor de uso es, como ya se indicó anteriormente, un bien que satisface una determinada necesidad humana (I, 1: 44-45). Desde este punto de vista el trabajo puede ser abordado sin necesidad de introducir el capital o la mercancía. El capital deja de formar parte de los factores de producción en general, y pueden así ser estudiados los aspectos técnicos del proceso productivo sin caer en el mecanismo ideológico de la naturalización de las relaciones sociales capitalistas. Pero, además, esta posición permite presentar las determinaciones sociales del proceso de trabajo (independientemente de su forma feudal, capitalista, etc.) sin caer en reduccionismos ni en abstracciones. Al efectuar esta desnaturalización, Marx restaura la unidad del proceso de producción como totalidad dialéctica (sinónimo de totalidad orgánica).

Luego de distinguir entre la producción de valores de uso y las formas socialmente determinadas que asume la misma, Marx puede emprender la tarea de establecer cuáles son los elementos del proceso de trabajo en general. Esta tarea es realizadas en las páginas 216-223. Eliminado el capital de la lista de factores de producción, "los elementos simples del proceso laboral son la actividad orientada a un fin - o sea, el trabajo mismo -, su objeto y sus medios." (I, 1: 216). Si bien todos estos elementos son imprescindibles para la realización del proceso de producción, está claro que para Marx existe una jerarquía entre ellos, en la que la "actividad orientada a un fin" es la "iluminación que baña" a los demás elementos, permitiendo explicar la naturaleza del proceso. Dada la tan mentada importancia que ocupa el mismo en la teoría de Marx, corresponde detenerse en la caracterización que hace del trabajo, esta "actividad orientada a un fin".

Ante todo, Marx destaca el papel activo, creador, del trabajo. "Al operar por medio de ese movimiento (de su cuerpo) sobre la naturaleza exterior a él y transformarla, transforma a su vez su propia naturaleza. Desarrolla las potencias que dormitaban en ella y sujeta a su señorío el juego de las fuerzas de la misma." (I, 1: 216). Respecto a este pasaje corresponde decir lo siguiente. Mientras que para la economía clásica (que también reconocía la centralidad del trabajo) el proceso productivo era, fundamentalmente, una actividad creadora de riquezas que asumían la forma de mercancías, para Marx el potencial creador del trabajo era mucho más amplio. Ya no se trataba solamente de la producción de mercancías, ni aún de la mera producción de valores de uso. Pensar de esta manera el trabajo supondría la aceptación de una concepción unilateral del mismo, en la que el sujeto (el trabajador) imprime la forma deseada a la materia prima. De ahí a la defensa del determinismo hay un corto espacio por recorrer. Pero Marx afirma otra cosa. En el proceso de trabajo no sólo es transformado el objeto, sino que también se transforma el sujeto. De este modo, el trabajo encierra en potencia la posibilidad de modificar TODA la realidad existente. No se trata de un simple proceso de transformación material. En este punto, Marx sigue la línea de pensamiento expresada en las Tesis sobre Feuerbach.


Buenos Aires, domingo 23 de mayo de 2010

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