Rico McPato, tío del Pato Donald |
Ariel Mayo (UNSAM / ISP
Joaquín V. González)
Que El capital
de Karl Marx (1818-1883) es la obra más influyente de las ciencias sociales no
requiere mayor justificación. Pero, a la vez, es tan discutida como poco leída.
El debate sobre El capital se basa, las más de las veces, en prejuicios
antes que en una lectura crítica. Ahora bien, para salir del terreno de los
prejuicios es necesario concentrarse en la letra del texto, ni más ni menos.
¿Qué ello no basta? De acuerdo. Pero es un punto de partida que permite
soslayar discusiones inútiles y con ello ya salimos ganando.
Marx no redactó El
capital en tono críptico ni escondió sus propósitos. Ello permite avanzar
en el conocimiento de los problemas reales que presenta la obra (que no son
otros, en rigor, que los derivados del objeto de estudio abordado por Marx: el
modo de producción capitalista), dejando de lado las interpretaciones
prejuiciosas y/o malintencionadas.
Entonces, para
emprender el estudio de El capital no hay nada mejor que el viejo
procedimiento de abrir el libro y empezar a leer, siguiendo el orden propuesto
por el autor. De esta manera nos topamos con el prólogo a la 1° edición. Allí
se encuentran varias claves para la comprensión de la teoría marxista del
capitalismo. Pasemos, pues, a la obra.
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Abreviaturas
MP = Modo de producción / MPC
= Modo de producción capitalista
Advertencia.
La presente ficha de
lectura se refiere al Prólogo a la 1° edición del Libro Primero de El
capital (1867)[1]
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Cuestiones
(fundamentales) abordadas en el prólogo
La mejor manera de
confeccionar una ficha del prólogo (al fin y al cabo el presente escrito no es
otra cosa que una ficha de lectura) consiste en enumerar los temas que se
encuentran allí, acompañándolos con un breve comentario y alguna que otra
referencia a otros autores. Hacer otra cosa sería subestimar al lector, quien
puede ir a El capital y sacar sus propias conclusiones sin necesidad de
andadores.
En el prólogo se
abordan las siguientes cuestiones (la lista no pretende ser exhaustiva):
1] El objeto de
estudio: “Lo que he de investigar en esta obra es el modo de producción
capitalista y las relaciones de producción e intercambio a él
correspondientes.” (p. 6)[2]
Este punto es la piedra
basal de todo el edificio de El capital. El punto de partida de Marx es
la totalidad. No dice, al estilo de Adam Smith (1723-1790), que el capitalismo
se explica a partir del egoísmo y la propensión de los individuos a comerciar.
Nada de eso. Marx sostiene que hay que empezar por el conjunto de las
relaciones sociales capitalistas y, a partir de ellas, comprender la conducta
de los individuos. La diferencia entre el punto de partida de Marx y el de
Smith es la existente entre el enfoque de la totalidad y el individualismo
metodológico al momento de abordar el estudio de la sociedad.
2] La forma celular
económica de la sociedad burguesa [del MPC] es “la forma de mercancía
adoptada por el producto del trabajo, o la forma de valor de la
mercancía” (p. 6). Es por ello por lo que Marx inicia su estudio del MPC con el
análisis de la mercancía[3].
Esta manera de tratar
la cuestión deja entender que Marx piensa que cada forma de sociedad tiene su
propia forma celular económica. Por ello dice que esta forma celular
corresponde a un tipo específico de organización social, la sociedad burguesa,
y no a todos los tipos de organización social. Se trata del reconocimiento de
la historicidad de las formas económicas, es decir, que éstas no son
naturales (la organización económica de la sociedad no adopta naturalmente la
forma celular económica propia de la sociedad burguesa).
3] Las formas de
organización económica están conformadas por relaciones sociales, las
que asumen la forma de leyes naturales de la producción capitalista.
Si se relaciona esta
proposición con lo planteado en el punto 2, reaparece la historicidad de las
formas económicas. En otras palabras, cada sociedad – mejor dicho, cada MP –
posee sus propias leyes naturales.
¿Qué significa para
Marx la noción de leyes naturales?
Son “tendencias que
operan y se imponen con férrea necesidad” (p. 7). El empleo del término
“tendencia” para caracterizar a las leyes naturales de la producción
capitalista es clave para la comprensión de la diferencia entre esas leyes y
las leyes de las ciencias naturales. La palabra tendencia sugiere que estas
leyes no operan de manera inexorable, sino que están sujetas a contratendencias
que pueden rechazarlas, desviarlas, etc.[4]
4] Las leyes naturales
de la economía no son “naturales” (ahistóricas). Están sujetas al cambio, al
desarrollo histórico. Esta idea aparece plasmada en el siguiente pasaje: “Mi
punto de vista, con arreglo al cual concibo como proceso de historia natural
el desarrollo de la formación económico-social” (p. 8).
En otros términos, las
leyes de cada formación económico-social (para los fines prácticos
utilizo esta expresión como sinónimo de modo de producción, aunque en sentido
estricto se trata de términos que significan cosas ligeramente diferentes) se
desenvuelven como resultado de un proceso de historia natural. Aquí Marx alude,
sin nombrarla, a la teoría de Charles Darwin (1809-1882), expuesta en El
origen de las especies (1859). La teoría de la evolución no funciona
de manera inexorable (determinación absoluta, donde a la causa A le
sucede siempre la consecuencia B), sino que incorpora el azar.
Las leyes naturales del
MPC (como las de todos los MP) están sujetas al cambio. Marx lo dice
expresamente: “la sociedad actual no es un inalterable cristal, sino un
organismo sujeto a cambio y constantemente en proceso de transformación” (p.
9).
En síntesis, Marx
concibe a las leyes naturales como tendencias que se dan en sociedades en
cambio constante.
Ahora bien, el cambio
de las leyes naturales, el pasaje de las leyes propias de un MP a otro, implica
la existencia de “fases naturales de desarrollo”, que no pueden saltearse ni
abolirse por decreto. Pero se “puede abreviar y mitigar los dolores de parto”
(p. 8) Esto puede entenderse en el sentido de que Marx adhiera a una concepción
etapista de la historia y, en los hechos, existen varios pasajes en la obra
marxiana que abonan la justeza de esta conclusión. Sin embargo, se trata de una
cuestión que puede (y merece) ser discutida, pues el propio Marx escribió
pasajes contrarios a dicha concepción.[5]
5] La existencia de
leyes naturales del MPC permite interpretar de otro modo (no a la manera del
individualismo metodológico) la relación entre el individuo y la sociedad.
“Dos
palabras para evitar posibles equívocos. No pinto de color de rosa, por cierto,
las figuras del capitalista y el terrateniente. Pero aquí sólo se trata de
personas en la medida en que son la personificación de categorías
económicas, portadores de determinadas relaciones e intereses de clase. Mi
punto de vista, con arreglo al cual concibo como proceso de historia natural
el desarrollo de la formación económico-social, menos que ningún otro
podría responsabilizar al individuo por relaciones de las cuales él sigue
siendo socialmente una creatura por más que subjetivamente pueda elevarse sobre
las mismas.” (p. 8)
En este párrafo Marx
sintetiza su concepción del papel del individuo. Las personas no hacen la
historia, no crean las instituciones económicas y políticas, por pura voluntad.
La posición que ocupa cada individuo en la sociedad no es el resultado de las
acciones individuales (como sostiene la concepción vulgar expresada en la frase
“pobre es el que quiere”), sino que se deriva de las condiciones materiales en
que se desenvuelven esas acciones. En este punto es fundamental prestar
atención a la noción de ‘portador’. Cada persona personifica las
relaciones económicas, independientemente de sus intenciones personales. Cada
persona está condicionada por las condiciones materiales en las que desarrolla
su acción (el 99,99% de los pobres no llegan a millonarios, por más que se
esfuercen), y esas condiciones materiales se explican a partir de las leyes
naturales del MPC explicadas en los puntos 2, 3 y 4.
6] El instrumento para
estudiar las leyes naturales del MPC es la “facultad de abstraer”, que
reemplaza al experimento[6]. Aquí no podemos
desarrollar este punto, que tiene especial importancia para comprender la
metodología de Marx. Basta, por el momento, con enunciarlo.
NOTAS:
[1] Utilizo la traducción española de Pedro
Scaron: Marx, K. (1996). El capital. Crítica de la economía política. Libro
Primero: El proceso de producción de capital I. México D. F.: Siglo XXI.
(Biblioteca del pensamiento socialista, Serie Los clásicos). Edición a cargo de
Pedro Scaron. Traducción, advertencia y notas de Pedro Scaron.
[2] Más adelante insiste en que “el
objetivo último de esta obra es, en definitiva, sacar a la luz la ley
económica que rige el movimiento de la sociedad moderna” (p. 8).
[3] Ver el capítulo 1 (La mercancía) del
Libro Primero de El capital, pp. 43-102.
[4] Resulta fundamental la lectura de la
Sección tercera del Libro tercero de El Capital (1894) para comprender
el carácter que tienen las leyes del MPC. Allí se aborda la ley de la baja
tendencial de la tasa de ganancia y, en la exposición, Marx presenta las causas
contrarrestantes de la acción de dicha ley.
[5] El lector puede elegir entre dos
maneras diferentes de concebir el desarrollo histórico, con la particularidad
de que ambas se encuentran presentes en la obra de Marx. Así, la concepción
etapista de la historia (a la etapa 1 le sigue la etapa 2 y luego
la etapa 3, siempre en el mismo orden) se encuentra presente en el prólogo
a la Contribución a la crítica de la economía política (1859): “Una
formación social jamás perece hasta tanto no se hayan desarrollado todas las
fuerzas productivas para las cuales resulta ampliamente suficiente, y jamás
ocupan su lugar relaciones de producción nuevas y superiores antes de que las
condiciones de existencia de las mismas no hayan sido incubadas en el seno de
la propia antigua sociedad. De ahí que la humanidad siempre se plantee sólo
tareas que puede resolver, pues considerándolo más profundamente siempre
hallaremos que la propia tarea sólo surge cuando las condiciones materiales
para su resolución ya existen o, cuando menos, se hallan en proceso de devenir.
A grandes rasgos puede calificarse a los modos de producción asiático, antiguo,
feudal y burgués moderno de épocas progresistas de la formación económica de la
sociedad.” (Marx, K., Contribución a la crítica de la economía política,
México, D. F., Siglo XXI, p. 5). Pero, en la correspondencia con la socialista
rusa Vera Zasúlich (1849-1919) se encuentra una concepción que reniega del etapismo:
“Analizando la génesis de la producción capitalista digo: En el fondo del
sistema capitalista está, pues, la separación radical entre el productor y medios
de producción…la base de todas esta evolución es la expropiación de los
campesinos. Todavía no se ha realizado de una manera radical más que en
Inglaterra…Pero todos los demás países de Europa occidental van por el
mismo camino. (El capital, edición francesa, p. 316). La «fatalidad
histórica» de este movimiento está, pues, expresamente restringida a los países
de Europa occidental. El porqué de esta restricción está indicado en este
pasaje del capítulo XXXII: La propiedad privada, fundada en el trabajo personal…va
a ser suplantada por la propiedad privada capitalista, fundada en la
explotación del trabajo de otros, en el sistema asalariado (loc. cit., p.
340). En este movimiento occidental se trata, pues, de la transformación de
una forma de propiedad privada en otra forma de propiedad privada. Entre los
campesinos rusos, por el contrario, habría que transformar su propiedad
común en propiedad privada.” (Marx, K. y Engels, Escritos sobre Rusia:
II. El porvenir de la comuna rural rusa, México, D. F., Pasado y Presente, 1980,
p. 60) O sea, para el Marx de la década de 1870 el camino histórica esbozado en
El capital no era la vía inexorable de desarrollo capitalista para todos los países.
El lector puede aducir, por supuesto, que la concepción etapista aparece en una
obra publicada por Marx, en tanto que la concepción que rechaza el etapismo se
encuentra presente en la correspondencia privada de Marx de la década de 1870,
y que por tanto la primera tiene más peso al momento de caracterizar la posición
marxiana sobre el problema. Pero las cartas de Zasúlich y otra correspondencia
existen, y deben ser examinadas, pues plantean una contradicción fructífera en
la obra de Marx.
[6] “Cuando analizamos las formas
económicas, por otra parte, no podemos servirnos del microscopio ni de
reactivos químicos. La facultad de abstraer debe hacer las veces del uno y los
otros.” (p. 6)
2 comentarios:
Gracias
Gracias por comentar. Saludos,
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