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jueves, 26 de mayo de 2022

EL TERROR PARA LA PAZ: HOBBES Y EL ESTADO MODERNO

Bombardeo del barrio El Chorrillo, Panamá, 1989. 


 “Por el terror que inspira es capaz de conformar 

las voluntades de todos ellos para la paz.”

Thomas Hobbes


Nicolás Maquiavelo (1469-1527) y Thomas Hobbes (1588-1679) son los dos grandes teóricos del Estado moderno. Ambos ponen el acento en el papel de la violencia y en la importancia de contar con el apoyo del pueblo. Estas cuestiones dos, monopolio de la violencia y el pueblo como fuente de legitimidad, son temas centrales de la teoría del Estado.

Hobbes aborda el surgimiento del Estado en el capítulo XVII del Leviatán (1651). En rigor, este capítulo es la continuidad del capítulo XIII, donde analiza las características del estado de naturaleza. Por eso es recomendable leerlos juntos, pues de lo contrario se escapa una parte importante de la argumentación.

El filósofo inglés afirma que existe un estadio pre-social en la evolución de la humanidad, el ya mencionado estado de naturaleza. Éste se caracteriza por la guerra de todos contra todos, ocasionada por las tendencias egoístas de la naturaleza humana, que hacen que las personas luchen por poseer las mismas cosas. En esa guerra nadie saca ventaja y no existen ni propiedad, ni justicia, ni moral.

La condición de los seres humanos en el estado de naturaleza le sirve a Hobbes para plantear la necesidad de un poder que ponga fin a la guerra de todos contra todos. Si se deja a las personas libradas a su arbitrio, “sin un poder visible que los tenga a raya y los sujete, por temor al castigo” (p. 137), el resultado es la guerra. 

La naturaleza humana es tal que precisamos de un poder que ponga freno a nuestras “pasiones naturales, las cuales nos inducen a la parcialidad, el orgullo, a la venganza y a cosas semejantes” (p. 137). Hobbes concluye que “los pactos que no descansan en la espada no son más que palabras, sin fuerza para proteger al hombre, en modo alguno” (p. 137).

La vida humana es inconcebible sin un poder común que utilice la fuerza para asegurar la paz. En este punto Hobbes comparte el pesimismo de Maquiavelo, quien pensaba que “de los hombres puede decirse generalmente que son ingratos, volubles, dados al fingimiento, aficionados a esquivar los peligros y codiciosos de ganancias” (Príncipe, p. 359).


Paréntesis. Tanto Maquiavelo como Hobbes conciben a la naturaleza humana como inmutable. Pero si se adopta otra concepción de la naturaleza humana, cambia la perspectiva sobre el estado de naturaleza. Así, si se define a la naturaleza humana como el conjunto de las relaciones sociales, y que éstas varían en la historia, puede inferirse que el estado de naturaleza no describe a la naturaleza humana, sino que se trata de un tipo específico de relaciones sociales, propios de una economía mercantil. De este modo, la guerra de todos contra todos es una representación filosófica de la competencia en una economía mercantil. En la misma línea de pensamiento, el Estado es la barrera frente a la tendencia a la atomización y disgregación propia de ese tipo de economía. Fin del paréntesis.


En algún momento, las personas deciden poner fin a la guerra de todos contra todos. No se trata de una decisión altruista, sino que los mueve el egoísmo. Cada uno quiere asegurar lo obtenido en la lucha (o implementar medios de adquisición que impliquen la conservación en el tiempo de lo adquirido). La razón aparece como auxiliar del egoísmo. Por este camino llegamos al pacto. 

Recapitulemos lo anterior. Los seres humanos viven naturalmente luchando entre sí; el motor de su existencia es el egoísmo. Pero ese mismo egoísmo, combinado con la razón, encuentra una salida a la guerra interminable: las personas renuncian conjuntamente a su derecho a gobernarse a sí mismas y lo ceden a un tercero, el Estado. 

Arribamos al centro de la historia. Una sociedad de individuos que luchan (compiten) entre sí sólo puede ser gobernada por medio del uso y/o la amenaza de una violencia desmesurada. En su origen y en su desnudez el Estado es eso: violencia concentrada. Hobbes utiliza una expresión que merece ser reproducida, dada su claridad y concisión:

“En virtud de esta autoridad que se le confiere por cada hombre particular en el Estado, posee y utiliza tanto poder y fortaleza, que por el terror que inspira es capaz de conformar las voluntades de todos ellos para la paz, en su propio país, y por la mutua ayuda contra sus enemigos, en el extranjero.” (p. 141)

El secreto del Leviatán sale a la luz: la Paz es fruto del Terror. El Leviatán posee muchas capas, pero su núcleo es la violencia, la acumulación y el monopolio de la violencia.

El otro tema central del capítulo XVII es la cuestión de la fuente del poder. En el capítulo IX del Príncipe, Maquiavelo escribió que existían dos grandes grupos en la sociedad, los nobles y el pueblo, y que el príncipe tenía que apoyarse en el pueblo para consolidar su gobierno. Más todavía, Maquiavelo enfatiza la importancia para el príncipe de obtener el “amor del pueblo”. Estas reflexiones inauguraron una nueva era en la ciencia de la política: el pueblo va copando el centro del escenario.

En el capítulo XVII el poder del Leviatán emana del acuerdo de sus súbditos, expresado en el pacto. Los individuos son la fuente del poder; dios y la sangre (la familia) quedan afuera de la cancha. El pueblo (el conjunto de los individuos) es la fuente de la soberanía.

Las consecuencias del paso dado por Hobbes son inmensas. Basta decir que, de acuerdo con la perspectiva hobbesiana, las instituciones políticas dejan de ser naturales; por el contrario, son creaciones de los seres humanos y, por tanto, pueden ser modificadas por la voluntad de las personas. El espíritu de la revolución está presente en Hobbes, el enemigo de la Revolución. Paradojas propias de un genio del pensamiento político.


Villa del Parque, jueves 26 de mayo de 2022


Noticia bibliográfica

Todas las citas del Leviatán corresponden a la traducción española de Manuel Sánchez Sarto: Leviatán o la materia, forma y poder de una república, eclesiástica y civil. Buenos Aires, Argentina: Fondo de Cultura Económica de Argentina, 1998. Por otra parte, las citas de Maquiavelo fueron tomadas de la traducción española de Luis Arocena: El príncipe. Madrid, España: Universidad de Puerto Rico y Revista de Occidente. 621 p. (Biblioteca de Cultura Básica).

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