“Es la pasión por la ciencia y por la felicidad
pública,
es el deseo de hallar un medio para concluir, de forma
sosegada,
la espantosa crisis en la cual se halla sumergida toda
la sociedad europea.”
Saint-Simon
Saint-Simon
(1760-1825) puede ser considerado como el precursor de varias corrientes de
pensamiento. Dicho mal y pronto, su pensamiento ejerció gran influencia en el
desarrollo de la sociología, de la filosofía, del industrialismo
(y la tecnocracia) y del movimiento socialista. En esta ficha no podemos
abordar la multiplicidad de campos en los que intervino nuestro autor; por
ello, nos limitaremos a esbozar su papel en el surgimiento del socialismo
moderno, utilizando como fuente principal la obra, ya clásica, de G. H. D.
Cole, Historia del pensamiento socialista.
NOTICIA
BIBLIOGRÁFICA:
En la redacción
de esta ficha utilicé: Cole, G. D. H. (1980) [1°edición: 1953]. Historia del
pensamiento socialista. 1. Los precursores, 1789-1850. México D. F.: Fondo
de Cultura Económica.
Una vida digna
de ser contada…
La vida de
Saint-Simon merece, en sí misma, un tratamiento especial, que no podemos
realizar aquí. [1] Nos limitaremos, pues, a un breve esbozo de las cuestiones
más importantes. Era miembro de una familia noble (se consideraba descendiente
directo de Carlomagno, rey de los francos entre 768 y 814 y emperador entre 800
y 814). Desde joven fue un aristócrata amante de la libertad. Luchó en la
Guerra de Independencia de EE.UU; al cabo de ella, regresó a Francia y dejó el
ejército, en el que había alcanzado el grado de coronel. A partir de este
momento se dedicó a las ciencias. Su participación en la Revolución Francesa se
limitó a labrar una fortuna mediante especulaciones en la Bolsa. [2] Utilizó el
dinero ganado para proseguir sus estudios. Creía tener una misión; se asignaba
a sí mismo un papel de reformador social, tal como, según su opinión, había
sido Sócrates (470-399 a. C.). Para descubrir en qué consistía esta misión se
dedicó a las ciencias y al estudio de la historia de Francia después de la
Revolución de 1789.
A la búsqueda de
la unidad perdida…
En esta primera
etapa de su actividad, su proyecto era la unificación de las ciencias:
"Su tarea
(...) consistía en descubrir un principio capaz de unificar todas las ciencias,
proporcionando de esta manera a la humanidad un conocimiento claro de su
futuro, de tal modo que los hombres pudieran proyectar su propia marcha
colectiva de acuerdo con el orden conocido de la ley universal. Su espíritu estaba
dominado en este momento por la idea de unidad, a la que por ese entonces
concebía sobre todo como la unidad de conocimiento, una síntesis y ampliación
necesarias en el gran avance que desde Bacon y Descartes se había hecho en las
ramas especializadas y crecientes de las ciencias naturales y en la comprensión
del hombre mismo." ( p. 46).
Tomó de los
filósofos de la Ilustración, D'Alembert (1717-1783) y Condorcet (1743-1794)
[3], "su creencia en el empleo de la ciencia aplicada como base de la
organización social y su concepción del desarrollo histórico, basado en los
progresos del conocimiento." (p. 46).
Sus primeros
escritos datan de esta época y tienen por eje la ya mencionada propuesta de la unidad
de la ciencia (que abarca aquí la totalidad del saber): Lettres d'un
habitant de Genève (1802); Introduction aux travaux scientifiques du XIX
siècle (1807-1808); Esquisse d'une nouvelle encyclopédie (1810); Mémoire
sur la science de l'homme (1813); Mémoire sur la gravitation universelle
(1813). [4] En esta última obra desarrolló la idea de que la ley de gravedad
descubierta por Newton (1643-1727) era el principio unificador de las ciencias,
sobre el que podría construirse un orden nuevo (p. 48). En estas obras defiende
la necesidad de crear las ciencias sociales:
"Tiene que
haber una ciencia de la moral que trate de los fines, del mismo modo que
una ciencia natural útil que trate de los medios, es decir, del dominio del
hombre sobre su ambiente." (pp. 46-47).
En esta época
Saint-Simon pensaba que Napoleón I (1769-1821) podría guiar al mundo hacia un
principio unitario, aunque también creía que sobre las conquistas militares no
se podía edificar nada duradero. (p. 48). Por ello, acudió al emperador con una
propuesta para crear una nueva estructura académica, pero no obtuvo éxito. En
esta actitud ya se vislumbra una de las características centrales del llamado socialismo
utópico, pues sus exponentes solían apelar al gobierno o a los empresarios
para conseguir reformas y crear así una nueva sociedad. En cambio, los
socialistas posteriores (ya sean éstos revolucionarios o reformistas) apelaron
a la organización de las masas trabajadoras para transformar la sociedad. En
defensa de Saint-Simon cabe decir que, en la época que le tocó vivir, la
organización del movimiento obrero se hallaba en pañales y nada hacía presagiar
que se convertiría en una fuerza política de peso.
Una filosofía
(lineal y etapista) de la historia…
Saint-Simon fue
elaborando una filosofía de la historia:
"Miraba con
espíritu crítico los resultados de la gran Revolución Francesa, que consideraba
como la realización necesaria de una gran obra de destrucción de las
instituciones anticuadas, pero que no había logrado nada constructivo por falta
de un principio unificador. La historia humana (...) pasaba por épocas
alternativas de construcción y de crítica y de destrucción. En todas las épocas
la humanidad necesitaba una estructura social que correspondiese a los avances
realizados por la Ilustración [5] (...); e instituciones adecuadas y
beneficiosas en un estado del desarrollo humano se volvían perjudiciales cuando
estaba cumplido lo que tenían en sí; pero se prolongaban después de terminada
su labor, aceptando los cambios necesarios." (p. 47).
Creía, además,
en el progreso de la humanidad: "Estaba seguro de que cada gran
etapa constructiva en el desarrollo de la humanidad había llegado mucho más
adelante que las anteriores." (I: 47).
Saint-Simon
distinguía dos etapas constructivas en la historia de la humanidad: a) la
Antigüedad clásica; b) el mundo medieval del Cristianismo. Además, consideraba
que en su época estaba comenzando una tercera etapa, c) la era de los
descubrimientos científicos (sostenía que desde la Reforma del siglo XVI se
experimentaba un período de críticas y de destrucción del viejo mundo
medieval).
Para cimentar
esta tercera fase constructiva en la historia de la humanidad era necesario
encontrar (y Saint-Simon pensaba que esta era su misión en la vida) una nueva
concepción unificadora: "¡Una ley universal! ¡Ley y orden!” Saint-Simon
tenía pasión por ambos, y sentía fuerte aversión por los desórdenes de la
revolución y de la guerra. Quería una nueva era de paz en la cual se haría
manifiesto un orden mundial que se sujetaría a una ley común." (p. 48). En
su obra De la réorganisation de la société Européenne (1814), escrita en
colaboración con el historiador Augustin Thierry (1795-1856), proponía un
proyecto de federación europea, basada en la alianza entre Francia y
Gran Bretaña.
Por el trabajo,
contra los ociosos…
Hacia 1815 había
desarrollado lo fundamental de su concepción del nuevo orden social. El
eje era la transición de un orden fundado en las artes de la guerra
(feudalismo, agricultura, dominación de las clases ociosas -nobleza y
militares-) a otro basado en las artes de la paz. Era el momento de la
dominación de los industriales [6], que desarrollaran las artes
productivas mediante empresas privadas no reglamentadas" (p. 49).
"Ha llegado
el momento de que los industriales lleven la dirección de la sociedad y de
acabar con la dominación de los ociosos o sea de la nobleza y los militares. La
sociedad en adelante debe organizarse por los industriales para promover el
bienestar de «la clase más numerosa y más pobre», y a cada uno debe
retribuírsele con arreglo a su capacidad puesta de manifiesto en los servicios
positivos prestados a la causa del bienestar humano." (p. 49) [7]
En este punto,
la concepción de Saint-Simon no era novedosa, pues ya los fisiócratas y Adam
Smith habían criticado duramente la posición de la nobleza improductiva.
En la concepción
de Saint-Simon no hay elementos de democracia ni de reconocimiento de la
existencia de la lucha de clases. Desconfiaba del "gobierno del
populacho" debido a los sucesos de la Revolución Francesa:
"Quería que
gobernase el saber; insistía en que los guías naturales de los trabajadores
pobres son los grandes industriales, sobre todo los banqueros, que
proporcionaban crédito a la industria, y de este modo desempeñaban la función
de planificar la economía. No le cabía duda de que los grandes industriales,
ejerciendo el poder como dirigentes de la nueva sociedad, actuarían como
tutores de los pobres, difundiendo la capacidad de compra, y mejorando de ese
modo el nivel general de bienestar. (...) los grandes industriales, si se les
da responsabilidad y un saber unificado, actuarán movidos por un espíritu de
solidaridad con la mayoría de la clase industrial. (...) Siente reverencia por
el orden como condición necesaria para una organización social científica, y
está mucho menos interesado en hacer a los hombres felices que en que trabajen
bien." (p. 50).
Alrededor de
1815, Saint-Simon se propuso unir a las clases industriales en contra de los
ociosos (esto es, el conjunto de la antigua y la nueva nobleza - aquella que
había sido creada por Napoleón I -). Propuso al rey de Francia, Luis XVIII
(1755-1824; su reinado se extendió de 1814 a 1824), una alianza con los
industriales, la cual estaría dirigida contra la nobleza y los militares.
Saint-Simon planteó en su proyecto que la tarea de elaborar el
presupuesto nacional debía estar a cargo de un consejo de jefes de la
industria.
En esta línea,
sostuvo que la educación,
"Debía ser
dirigida únicamente por los sabios, y debía basarse en una enseñanza primaria
universal destinada a inculcar en todo el pueblo un verdadero sistema de
valores sociales, de acuerdo con los progresos de la «Ilustración». Estaba
convencido de que la sociedad, para funcionar adecuadamente, necesitaba una
base común de valores, ya la ciencia moral le correspondía formularlos en un
código de educación y de conducta social." (p. 51).
Como puede
observarse, el sociólogo francés Emile Durkheim (1858-1917) no inventó nada
nuevo. Saint-Simon adopta una concepción idealista de la sociedad, pues los
valores morales - y, en términos más generales, el saber - son los que
determinan el progreso de la sociedad. Ahora bien, no dice nada acerca de la
cuestión de cómo surgen tanto el saber como dichos valores morales.. En este
sentido, puede decirse que los valores morales parecen derivar de una tendencia
"innata" del espíritu humano. "Los dogmas cristianos estaban ya
anticuados; pero la sociedad necesitaba más que nunca una dirección espiritual
común, la cual ha de hallarse en la universalidad del saber científico."
(p. 51).
En la fase final
de su obra, Saint-Simon redactó la 1º parte del Nuevo Cristianismo.
[9] Se trataba de construir una cristiandad de nuevo tipo, basada en la
ciencia. (p. 51).
Sólo a partir de
la década de 1820 Saint-Simon empezó a tener discípulos. En la década anterior
había trabajado en condiciones difíciles, de terrible pobreza. (p. 51).
Un socialista de
principios del siglo XIX…
La cuestión de
los elementos socialistas en Saint-Simon ha sido largamente discutida, tanto
entre los autores socialistas como entre los historiadores de las ideas. Marx y
Engels inauguraron la discusión en el Manifiesto comunista (1848). Allí
pueden leerse los siguientes pasajes:
“Los sistemas
socialistas y comunistas propiamente dichos, los sistemas de Saint-Simon, de
Fourier, de Owen, etcétera, hacen su aparición en el período inicial y
rudimentario de la lucha entre el proletariado y la burguesía (...) Los
inventores de estos sistemas, por cierto, se dan cuenta del antagonismo de las
clases, así como de la acción de los elementos destructores dentro de la misma
sociedad dominante. Pero no advierten del lado del proletariado ninguna
iniciativa histórica, ningún movimiento que le sea propio.” [10]
Para los autores
del Manifiesto, la principal limitación de Saint-Simon y del resto de
los socialistas de la época, era consecuencia del grado de desarrollo de la
lucha de clases entre capital y trabajo. No obstante esto, la valoración
general de la obra de los socialistas “utópicos” es muy positiva:
“Mas estas obras
socialistas y comunistas encierran también elementos críticos. Atacan todas las
bases de la sociedad existente. Y de este modo han proporcionado materiales de
un gran valor para instruir a los obreros. Sus tesis positivas referentes a la
sociedad futura, tales como la desaparición del contraste entre la ciudad y el
campo, la abolición de la familia, de la ganancia privada y del trabajo
asalariado, la proclamación de la armonía social y la transformación del
Estado en una simple administración de la producción, todas estas tesis no
hacen sino enunciar la desaparición del antagonismo de las clases, antagonismo
que comienza solamente a perfilarse y del que los inventores de sistemas no
conocen todavía sino las primeras formas indistintas y confusas. Así, esas
tesis tampoco tienen más que un sentido puramente utópico.” [11]
Mucho tiempo
después del Manifiesto comunista, Engels volvió a retomar el tema. Lo
hizo en su folleto Del socialismo utópico al socialismo científico
(1880). Allí volvió a poner de relieve la relación entre el estado de la lucha
de clases y las teorías de los socialistas “utópicos”. Respecto a Saint-Simon,
destacó su “amplitud general de conceptos que le permite contener, ya en
germen, casi todas las ideas no estrictamente económicas de los socialistas
posteriores”. [12]
Cole, por su
parte, intenta definir así al socialismo de Saint-Simon:
"En la raíz
misma de su doctrina se halla la idea de que la tarea y el deber del hombre es
el trabajo, y que en el nuevo orden social no se tendría consideración a ningún
hombre sino en proporción al servicio que, mediante su trabajo, prestase a la
comunidad." (p. 53).
Respecto a la propiedad:
"Consideraba
que el derecho de propiedad sobreviviría sólo en la forma de derecho a tener la
dirección de la propiedad en la medida en que se emplease para un fin bueno. El
técnico o el organizador especializado tendrían poder sobre la propiedad con
arreglo a sus diversas capacidades puestas al servicio del público, y todos los
productores, descendiendo desde éstos a los trabajadores no especializados,
gozarían de derechos cívicos en virtud del trabajo que hubiesen
realizado." (p. 53).
No hace un
llamamiento a las clases obreras, sino que su mensaje va dirigido
"a todos
los productores, para que acepten las condiciones de la producción
científicamente organizada, y para que colaboren activamente con arreglo a su
diferente capacidad en el desarrollo de la producción social." (p.
53).
Para
Saint-Simon, obreros y patronos formaban una sola clase y no tenían, por tanto,
intereses antagónicos.
El énfasis en la
planificación de la economía es una de las características distintivas
del pensamiento de nuestro autor:
"Saint-Simon
afirmaba que las nuevas fuerzas sociales que tenían su origen en la revolución
política y en el progreso científico exigían imperativamente una organización
planificada y una dirección de la producción en beneficio del interés general.
Fue el primero en ver claramente la importancia dominante de la organización
económica en los problemas de la sociedad moderna y en afirmar la posición
capital de la evolución económica como factor de las relaciones sociales. (...)
se anticipó a Marx al sostener que las relaciones de propiedad mantenidas por
cualquier orden social daban a éstas su carácter esencial en todos los demás
aspectos. Creía, también, como Marx, que la sociedad humana tendía en la marcha
de la historia hacia un sistema de asociación universal, y sostenía que este
nuevo sistema de asociación universal sería la garantía de la paz y del
desarrollo progresivo." (pp. 54-55).
Cole sintetiza
así el aporte de Saint-Simon al socialismo:
"La gran
contribución de Saint-Simon a la teoría socialista consiste en afirmar que la
sociedad a través del estado, transformado y controlado por los productores,
debe planificar y organizar el uso de los medios de producción a fin de marchar
a la par con los descubrimientos científicos (...) lo que le importa a la
humanidad no es la política sino la producción de la riqueza (...) pedía que se
considerase a la producción abundante como el fin de la organización social,
basándose en que, conseguido esto, existiría el máximo de libertad para que los
hombres encontrasen satisfacción en su trabajo, y en que la elección de los
gobernantes no se basaría ya en llamamientos sin sentido o inapropiados, sino
que sería sencillamente cuestión de seleccionar con arreglo a una competencia
técnica comprobada. Existiendo esta organización, decía, la abundancia quedaría
asegurada para todos." (p. 56).
La
"religión" saint-simoniana…
A la muerte de
Saint-Simon (1825), un pequeño grupo de discípulos se dió la tarea de difundir las
enseñanzas del maestro. Predominaban las concepciones expuestas en el Nuevo
Cristianismo. El sansimonismo era una "religión" en la que, sin
embargo, se conservaba la fe en la misión civilizadora de la industria
científica. Esto último fue un factor que permitió la expansión del
sansimonismo, pues atrajo a ingenieros [13], intelectuales y autores de
proyectos universales. (p. 58).
Saint-Simon
había elegido como su sucesor a Olinde Rodrígues (1795-1851), pero este fue
pronto reemplazado por el ingeniero Barthélemy -Prosper Enfantin (1796-1864),
quien se encargó de organizar a los sansimonianos como una jerarquía
eclesiástica.
La
sistematización y difusión de las ideas del maestro quedó a cargo de
Saint-Amand Bazard (1791-1832), un radical que había sido carbonario. [14]
Gracias a su acción el grupo publicó La doctrina saint-simoniana
(1826-1828).
Los puntos
centrales de la doctrina saintsimoniana eran: a) abolición de la herencia de la
propiedad; b) todas las riquezas deberían pasar, a la muerte de sus titulares,
al Estado, que se convertiría así en la única fuente de capital en la sociedad;
c) creación de un Banco Central, dirigido por los grandes industriales y
acompañado por una red de bancos especializados, cuya función sería facilitar
capital a quienes estuvieran capacitados para emplearlo productivamente.; d) la
industria debía estar organizada en grandes compañías, que ejecutarían los
planes económicos diseñados por un consejo compuesto por los jefes técnicos
industriales y por la gerencia.
Los elementos
socialistas de Saint-Simon fueron acentuados por Bazard. Esta evolución
socialista del sansimonismo fue tronchada posteriormente por el mencionado
Enfantin, quien prefirió acentuar los componentes religiosos de la doctrina del
maestro. [15]
Hasta aquí llega
nuestra ficha. Es imposible presentar en tan poco espacio una obra tan
importante como la de Saint-Simon. Basta decir, a modo de cierre, que él
enfrentó un período de enormes cambios munido de dos convicciones: el
reconocimiento de la necesidad de estudiar para comprender la nueva realidad;
la decisión de plasmar esos estudios en medidas concretas que transformen la
realidad. Hoy, en momentos en que vivimos otra vez una época de enormes
transformaciones, no está de más retomar esas dos convicciones básicas.
Villa del
Parque, jueves 3 de febrero de 2022
NOTAS:
[1] Cole trata
la vida y obra de Saint-Simon en el capítulo IV (pp. 44-57). Puede consultarse
la Vida de Saint-Simon escrita por él mismo, cuyos cuatro fragmentos
fueron redactados entre 1808 y 1812. Incluida en: Saint-Simon. (1985). Catecismo
político de los industriales. Madrid, España: Hyspamérica (pp. 21-33)
[2] El profesor
Zeitlin proporciona una versión diferente de la participación de Saint-Simon en
la Revolución: “En cuanto a la Revolución Francesa tuvo una actitud ambivalente
(...), como él mismo lo señala en su autobiografía de 1808: ≪No
quise tomar parte en ella porque, por un lado, estaba convencido de que el
antiguo régimen no podía perdurar, y por el otro sentía
antipatía hacia la destrucción.≫ Documentos del
período revolucionario revelan, sin embargo, que fue un
adepto de la Revolución más entusiasta de
lo que admitió posteriormente. Por ejemplo, renunció
a su título aristocrático, preparó el
cahier [cuaderno de exigencias y reclamos] de su cantón local para los
Estados Generales y presidió la primera reunión de su comuna. Además, en 1793
se le otorgaron dos certificados de civisme [buena ciudadanía] y en
otoño del mismo año actuó en hébertist [los hebertistas] y otros
círculos radicales de París. Las ideas de Saint-Simon mantuvieron hasta el fin
elementos del pensamiento iluminista y revolucionario, pero fusionados, como
veremos, con elementos románticos y conservadores.” (Zeitlin, I., Ideología
y teoría sociológica, Buenos Aires, Amorrortu, 1997, p. 71).
[3] El Esbozo
para un cuadro histórico de los progresos del espíritu humano de Condorcet,
cuya 1º edición se publicó de manera póstuma en 1794, influyó
profundamente sobre Saint-Simon (p. 47). Esta obra puede consultarse online (se
trata de la edición publicada en Paris en 1878 por la Librairie de la
Bibliothèque Nationale) en: http://www.archive.org/stream/esquisseduntable00cond#page/n5/mode/2up
[4] Las Lettres
d'un habitant de Genève (1802) pueden consultarse en: http://books.google.com/books?id=LZEPAAAAQAAJ&pg=PA1&dq=Lettres+d+un+habitant+de+Geneve&hl=es&ei=ECdhTZCsJ8aitgf-gZWGDA&sa=
La Memoire
sur la science de l'homme (1813) se encuentra disponible en: http://books.google.com/books?id=NbUUAAAAQAAJ&pg=PA5&dq=saint-simon+Memoire+sur+la+science+de+l'homme&hl=es&ei=ZCVhTQfNtbYHu_v05Qs
[5] "...la
revolución política y la revolución en la esfera del pensamiento humano iban
unidas, de tal modo que cada gran trastorno político iba seguido rápidamente de
una revolución en la actitud del hombre respecto a los problemas morales y
científicos." (pp. 51-52). La tesis de que la estructura social y las
ideas, el saber, las instituciones, se hallan íntimamente relacionadas, y que
no permanecen inmutables, es especialmente fructífera para las ciencias
sociales. Sobre ella se fundan tanto la sociología propiamente dicha, como el
materialismo histórico. Pero la concepción de Saint-Simon aparece hasta aquí
como idealista, pues la estructura social parece depender, en su argumento, del
estado del saber en cada período determinado. En definitiva, es el conocimiento
el que está operando como variable independiente en el desarrollo histórico.
[6] Debemos a
Saint-Simon la introducción de la palabra industrial, utilizada para
definir las nuevas condiciones debidas al proceso que más tarde se denominó
Revolución Industrial.
[7] Las tres
clases "útiles" de la sociedad eran los "productores", los
"hombres de ciencia" y los "artistas" (en esta última
categoría incluía a los literatos y a los científicos sociales). (p. 52)
[8] A pesar de
la importancia que concedía a los factores económicos en el desarrollo social,
Saint-Simon los veía más como consecuencia que como causa. Cole afirma que
"opinaba que los cambios son el resultado de los descubrimientos
científicos, y que las raíces del progreso humano se hallan en el avance del
conocimiento, con los grandes descubridores como los agentes supremos de la
historia." (p. 56).
[9] La edición
1825 del Nouveau Christianisme se encuentra disponible en el siguiente
link: http://www.archive.org/stream/nouveauchristian01sainuoft#page/n5/mode/2up
[10] Marx y
Engels dedicaron el tercer apartado del capítulo III del Manifiesto al análisis
del “socialismo y el comunismo crítico-utópicos”. Ver Marx, K. y Engels, F.
(1986). [1° ed.: 1848]. Manifiesto del partido comunista. Buenos Aires,
Argentina: Anteo. La cita copiada aquí se encuentra en la pág. 75.
[11] Marx y
Engels, 1986: 76-77.
[12] Engels, F. (1986).
Del socialismo utópico al socialismo científico. El papel del trabajo en la
transformación del mono en hombre. Buenos Aires, Argentina: Anteo. La cita
se encuentra en pp. 59-60. También es recomendable la obra del historiador
argentino Hernán Díaz: De Saint-Simon a Marx: Los orígenes del socialismo en
Francia. Buenos Aires: Biblos, 2021.
[13] Muchos
sansimonianos eran ingenieros egresados de la Ecole Polytechnique.
[14] Los carbonarios
eran los integrantes de la liga secreta de los carbonari o charbonnerie,
surgida en el Franco Condado antes de 1789, y renacida en el reino de Nápoles
hacia 1806. Tanto en su vertiente francesa como en la italiana, se
caracterizaron por su oposición revolucionaria a Napoleón I y a la posterior
Restauración borbónica. No eran socialistas, pero proporcionaron un
entrenamiento revolucionario a muchos militantes socialistas. También brindaron
un modelo a las sociedades secretas de la década de 1830. Los carbonarios
fueron aplastados en la década de 1820. En sus filas militaron Bazard,
Chevalier (1806-1879), Buchez (1796-1865) y Cabet (1788-1856), quienes jugaron
luego un papel importante en el desarrollo del socialismo en Francia.
[15] En honor a
Enfantin hay que destacar que fue partidario de la concepción de la igualdad de
los sexos. (I: 60, 67).
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