viernes, 16 de abril de 2021

WEBER Y LA SOCIOLOGÍA DE LA DOMINACIÓN: LOS TIPOS PUROS DE LA DOMINACIÓN LEGÍTIMA



“Toda la historia del desarrollo del Estado moderno (…) se identifica

con la de la moderna burocracia y de la empresa burocrática.”

Max Weber

 

Max Weber (1864-1920) dedica el cap. IX de la Segunda parte de su obra Economía y sociedad al desarrollo de la Sociología de la dominación.

Esta ficha aborda una parte de ese capítulo, el apartado “Los tres tipos puros de la dominación legítima” (pp. 706-716).

Para la redacción de esta ficha utilicé la traducción española de José Medina Echavarría, Juan Roura Parella, Eugenio Ímaz, Eduardo García Máynez y José Ferrater Mora: Weber, M. (1998). Economía y sociedad: Esbozo de sociología comprensiva. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. xxiv, 1245 p. (Sección de Obras de Sociología). Salvo indicación en contrario, todas las citas textuales fueron tomadas de la mencionada edición. Por último, mis comentarios – cuando se desvían demasiado del sentido o el desarrollo del texto original – van entre corchetes.


Legitimidad y dominación:

El profesor Weber formula la definición de dominación al comienzo de EyS. Allí afirma que,

“Por dominación debe entenderse la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado contenido entre personas dadas” (p. 43)

Sin embargo, es mucho más adelante cuando se ocupa de la cuestión de los motivos por los que las personas prestan obediencia a una determinada dominación. Es cierto que la obediencia puede deberse a consideraciones utilitarias (evaluación de las ventajas y desventajas que conlleva obedecer un orden dado), a la mera costumbre o al afecto del súbdito. Pero Weber acota que una dominación fundada en los motivos anteriores sería “relativamente inestable”. Para que la dominación se fortalezca es preciso que se desarrolle alguna forma de legitimidad, esto es, la creencia de que el orden establecido es legítimo y que, por tanto, debe ser obedecido.

Existen tres formas puras de motivos de legitimidad, que serán esbozadas a continuación. [1] Cada una de ellas “se halla enlazada  - en el tipo puro – con una estructura sociológica fundamentalmente distinta del cuerpo y de los medios administrativos” (p. 707).


Dominación legal en virtud de estatuto: (pp. 707-708)

Es la dominación propia de la Modernidad. Su tipo más puro es la dominación burocrática, definida del siguiente modo:

“Su idea básica es: que cualquier derecho puede crearse y modificarse por medio de un estatuto sancionado correctamente en cuanto a la forma. (…) Se obedece, no a la persona en virtud de su derecho propio sino a la regla estatuida, la cual establece al propio tiempo a quién y en qué medida se deba obedecer.” (p. 707)

También la persona que manda obedece, al dar una orden, a una regla fijada en una norma formalmente abstracta, es decir, a una regla que no toma en consideración a los individuos. Así, el que manda es el “superior”,

“cuyo derecho de mando está legitimado por una regla estatuida, en el marco de una «competencia concreta», cuyas delimitación y especialización se fundan en la utilidad objetiva y en las exigencias profesionales puestas a la actividad del funcionario.” (p. 707).

En definitiva, tanto el mando como la obediencia están establecidos en reglas formales, que pretenden abarcar todos los casos posibles en la relación de obediencia.

El tipo de funcionario es el funcionario de formación profesional. En el ideal (por eso hablamos de tipo puro):

“Su administración es trabajo profesional en virtud del deber objetivo del cargo; su ideal es disponer (…) sin la menor influencia de motivos personales y sin influencias sentimentales de ninguna clase, libre de arbitrariedad y de capricho y, en particular, «sin consideración de la personalidad», de modo estrictamente formal según reglas racionales o bien, allí donde éstas fallan, según puntos de conveniencia «objetiva».” (p. 707)

Estos funcionarios profesionales se ordenan en una jerarquía de cargos y existe un derecho de queja reglamentado. Su fundamento es la disciplina del servicio.

Es importante señalar que el tipo de dominación legal abarca la estructura moderna del Estado y el municipio, la relación de dominio en una empresa capitalista privada, en una asociación de finalidad utilitaria, etc. Su difusión va de la mano con la necesidad de “administrar un equipo numeroso y jerárquicamente articulado” (p. 707). [2]

La dominación burocrática es el tipo más puro de dominación legal; nunca se la encuentra en estado puro, “pues ninguna es ejercida únicamente por funcionarios contratados” (p. 708). En las organizaciones políticas los cargos más altos son desempeñados por monarcas (soberanos carismáticos hereditarios), presidentes elegidos por el pueblo (señores carismáticos plebiscitados) o por una corporación parlamentaria. Tampoco el cuerpo administrativo es exclusivamente burocrático. Pero a pesar de la multiplicidad de situaciones existentes:

“Lo determinante es que el trabajo normal corra a cargo, de modo predominante y progresivo, del elemento burocrático.” (p. 707)

Por último, tiene que quedar claro que existen otras formas de dominación legal. Weber da varios ejemplos, entre ellos, los funcionarios designados por turno, por suerte o por elección.


Dominación tradicional: (pp. 708-711)

Esta forma de dominación obtiene su legitimidad “en virtud de creencia en la santidad de los ordenamientos y los poderes señoriales existentes desde siempre.” (p. 708)

Su forma pura es el dominio patriarcal. Aquí la asociación de dominio es comunización; el que da las órdenes es el señor; los que obedecen son súbditos. “Se obedece a la persona en virtud de su dignidad propia, santificada por la tradición: por fidelidad.” (p. 708).

A diferencia de la dominación legal, el dominio se asocia a la persona de quien lo ejerce; con la salvedad de que ésta debe seguir la tradición, la manera habitual de hacer las cosas, cristalizada en las costumbres.

Este tipo de dominación presenta serias dificultades para realizar cambios: “En principio se considera imposible crear nuevo derecho frente a las normas de la tradición.” (p. 709)

A partir de lo anterior es posible establecer los límites de este tipo de dominación:

“Fuera de las normas de la tradición (…) la voluntad del señor sólo se halla ligada por los límites que le pone en cada caso el sentimiento de equidad, o sea, en forma estrictamente elástica: de ahí que su dominio se divida en un área estrictamente ligada por la tradición y otra, de la gracia y el arbitrio libres, en la que obra conforme a su placer, su simpatía o antipatía y de acuerdo con puntos de vista puramente personales susceptibles, en particular, de dejarse influir por complacencias también personales.” (p. 709).

El cuerpo administrativo consta de individuos que dependen directamente del señor (familiares o funcionarios domésticos), o de parientes o de amigos personales (favoritos), o de elementos que le están ligados por un vínculo de fidelidad (vasallos, príncipes tributarios). Su campo de acción se regula en cada caso por la discreción del señor. “De hecho se rige en gran parte por lo que los servidores pueden permitirse frente a la docilidad de los súbditos.” (p. 709).

El profesor Weber distingue dos formas en la modalidad de la posición del cuadro administrativo: a) estructura puramente patriarcal (cuya tipo más puro es el dominio sultanesco). La administración “es totalmente heterónoma y heterocéfala”; el cuerpo administrativo depende por completo del señor, o sea “no existe garantía alguna contra su arbitrariedad, cuya extensión posible es, por consiguiente, mayor aquí que en otra parta alguna.” (p. 709). En síntesis, “el dominio es tratado como un bien corriente de la fortuna del señor” (p. 709); b) estructura de clase, donde los servidores son personas independientes del señor, que poseen una posición social prominente y que acceden al cargo por privilegio o concesión del señor, o por un negocio jurídico (por ejemplo, arriendo del cargo). Ejercen la administración de modo autocéfalo y autónomo, ejerciéndose por cuenta propia y no del señor (dominación gremial). En síntesis, “el poder señorial se halla, pues, repartido entre el señor y el cuerpo administrativo con título de propiedad y privilegiado, y esta división de poderes por clases caracteriza en alto grado el tipo de la administración.” (p. 710)

Existen diversas formas de dominación tradicional. En general, “toda clase de «superioridad» que con éxito asume autoridad legítima en virtud simplemente de habituación inveterada pertenece a la misma categoría, aunque no presente una característica tan clara.” (p. 710)

La dominación tradicional se reproduce en el seno de la familia (entendida ésta como grupo familiar ampliado, que incluye parientes y servidores). [3] Weber remarca que

“la fidelidad inculcada en las relaciones del niño con el jefe de familia constituye el contraste más típico con la posición del trabajador ligado por contrato a una empresa por una parte y con la relación religiosa emocional del miembro de una comunidad con respecto a un profeta, por la otra.” (p. 710)

[Por eso, la comprensión de los rasgos fundamentales de la dominación tradicional permite, por comparación, entender lo específico de la dominación en la moderna sociedad capitalista. En este sentido, puede retomarse el análisis de Karl Marx (1818-1883) en el capítulo 24 del Libro Primero de El capital (1867), quien marca la diferencia entre las relaciones de dependencia personal de los trabajadores y la liberación del trabajador moderno respecto a toda forma de sujeción personal (es libre en términos jurídicos.]

No debe pensarse que la dominación tradicional se basa exclusivamente en la tradición; en ella coexisten un ámbito de actividades ligadas a la tradición, y otro ámbito de actividad libre. Esto se relaciona con la distinción entre la estructura puramente patriarcal de la dominación y la estructura de clase tratada más arriba. Si bien no desarrolla aquí este punto, el profesor Weber sostiene que,

“La separación entre las estructuras patriarcal y de clase de la dominación tradicional es fundamental para toda sociología del Estado de la época preburocrática.” (p. 711)

Por eso es un error tratar la dominación patriarcal como un bloque monolítico: “Toda forma de dominación de clase basada en una apropiación más o menos fija del poder de administración se halla, en relación con el patriarcalismo, más cerda de la dominación legal” (p. 711). En ella existe una competencia de los privilegiados y una división de poderes por clases que recorta el margen de discrecionalidad del señor.

[La dominación tradicional, concebida en su tipo puro, aparece como la forma de dominación menos permeable al cambio; no obstante, hay que tener presente lo expuesto por Weber respecto a la distinción entre las estructuras patriarcal y de clase. Además, la discrecionalidad del señor puede introducir modificaciones en los procedimientos tradicionales. En resumidas cuentas, no existe forma de dominación que sea impermeable a los cambios.]


Dominación carismática: (pp. 711-716)

Este tipo de dominación se da “en virtud de devoción afectiva a la persona del señor y a sus dotes sobrenaturales (carisma) [4] y, en particular: facultades mágicas, revelaciones o heroísmo, poder intelectual u oratorio. Lo siempre nuevo, lo extracotidiano, lo nunca visto y la entrega emotiva que provocan constituyen aquí la fuente de la devoción personal.” (p. 711)

Sus tipos más puros son: el dominio del profeta, del héroe guerrero y del gran demagogo.

La asociación de dominio es la comunicación en la comunidad o en el séquito. El tipo del que manda es el caudillo; el tipo del que obedece es el apóstol.

El carisma implica un grado enorme de autoridad (y de obediencia), pero tiene límites bien precisos: la obediencia cesa cuando el carisma deja de existir. Si el caudillo sufre derrotas militares o no se cumplen sus profecías, pierde autoridad (el carisma deja de existir).

El cuerpo administrativo es elegido en función de su carisma y devoción personal, no por su calificación profesional. La administración carece de toda orientación por reglas, sean éstas estatuidas o tradicionales.

“La forma genuina de la jurisdicción y el zanjamiento de litigios carismáticos es la proclamación de la sentencia por el señor y el sabio y su aceptación por la comunidad (de defensa o de credo), y esta sentencia es obligatoria, siempre que no se le oponga otra, concurrente, de carácter asimismo carismático.” (p. 712)

Weber indica que,

La autoridad carismática es uno de los grandes poderes revolucionarios de la historia, pero, en su forma absolutamente pura, es por completo autoritaria y dominadora.” (p. 713; el resaltado es mío – AM-)

[El carácter extraordinario de la autoridad emanada del carisma explica su capacidad para transformar las relaciones sociales existentes. Esta cuestión no puede ser desestimada al momento de estudiar el cambio social. En esta línea de pensamiento es importante analizar las condiciones de posibilidad del surgimiento del carisma o, dicho de modo más preciso, ¿en qué condiciones sociales se hace viable la aparición de la dominación carismática?]

Como se dijo, “la dominación carismática es una relación social específicamente extraordinaria y puramente personal” (p. 714). Esto da pie a la aparición de un problema político significativo: la cuestión de la sucesión. ¿En otras palabras, es posible la transferencia del carisma a un sucesor? De ser así, ¿cuáles son los mecanismos utilizados para realizar esa transferencia de modo legítimo?

El profesor Weber escribe que la primera pregunta tiene respuesta afirmativa. Para comprender la manera (sería mejor decir, las maneras) en que se efectúa la transferencia del carisma es necesario estudiar la solución que se le da en cada caso determinado al problema de la sucesión. Dedica el resto del apartado (pp. 714-716) a las diferentes modalidades que asumió la sucesión a lo largo de la historia.

 

Villa del Parque, viernes 16 de abril de 2021


ABREVIATURAS:

EyS = Economía y sociedad


NOTAS:

[1] El profesor Weber utiliza en todo el apartado la herramienta metodológica de los tipos ideales. Para una descripción de dicha herramienta puede consultarse EyS, p. 16.

[2] Weber indica que “toda la historia del desarrollo del Estado moderno, en particular, se identifica con la de la moderna burocracia y de la empresa burocrática (…), del mismo modo que toda la evolución del gran capitalismo moderno se identifica con la burocratización creciente de las explotaciones económicas. La parte de las formas de dominación burocrática está en ascenso en todas partes.” (p. 708; el resaltado es mío – AM-)

[3] Weber lo señala expresamente: “La asociación doméstica constituye la célula reproductora de las relaciones tradicionales de dominio” (p. 710)

[4] “Se comprende que la expresión «carisma» se emplea aquí en un sentido desprovisto por completo de significado de valor. Para el sociólogo, la cólera maníaca del hombre-fiera nórdico, los milagros y las revelaciones de cualquier profeta de secano o las dotes demagógicas de Cleón son «carisma» con el mismo título que las cualidades de un Napoleón, de Jesús o de Pericles. Porque para nosotros lo decisivo es si se consideraron como carisma y si actuaron como tal, es decir: si hallaron o no reconocimiento. El supuesto indispensable para ello es el «acreditamiento»: el señor carismático ha de acreditarse como señor «por la gracia de Dios», por medio de milagros, éxitos y prosperidad del séquito o de los súbditos. Si le falla el éxito, su dominio se tambalea.” (p. 713)

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