“Toda
la historia del desarrollo del Estado moderno (…) se identifica
con
la de la moderna burocracia y de la empresa burocrática.”
Max
Weber
Max Weber
(1864-1920) dedica el cap. IX de la Segunda parte de su obra Economía y sociedad al desarrollo de la Sociología de la dominación.
Esta ficha
aborda una parte de ese capítulo, el apartado “Los tres tipos puros de la
dominación legítima” (pp. 706-716).
Para la
redacción de esta ficha utilicé la traducción española de José Medina
Echavarría, Juan Roura Parella, Eugenio Ímaz, Eduardo García Máynez y José
Ferrater Mora: Weber, M. (1998). Economía y sociedad: Esbozo de sociología
comprensiva. México D. F.: Fondo de Cultura Económica. xxiv, 1245 p.
(Sección de Obras de Sociología). Salvo indicación en contrario, todas las
citas textuales fueron tomadas de la mencionada edición. Por último, mis
comentarios – cuando se desvían demasiado del sentido o el desarrollo del texto
original – van entre corchetes.
Legitimidad y dominación:
El profesor
Weber formula la definición de dominación
al comienzo de EyS. Allí afirma que,
“Por dominación debe entenderse la
probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de determinado contenido
entre personas dadas” (p. 43)
Sin embargo, es
mucho más adelante cuando se ocupa de la cuestión de los motivos por los que las
personas prestan obediencia a una determinada dominación. Es cierto que la
obediencia puede deberse a consideraciones utilitarias (evaluación de las
ventajas y desventajas que conlleva obedecer un orden dado), a la mera
costumbre o al afecto del súbdito. Pero Weber acota que una dominación fundada
en los motivos anteriores sería “relativamente inestable”. Para que la
dominación se fortalezca es preciso que se desarrolle alguna forma de legitimidad, esto es, la creencia de
que el orden establecido es legítimo y que, por tanto, debe ser obedecido.
Existen tres
formas puras de motivos de legitimidad,
que serán esbozadas a continuación. [1] Cada una de ellas “se halla
enlazada - en el tipo puro – con una
estructura sociológica fundamentalmente distinta del cuerpo y de los medios
administrativos” (p. 707).
Dominación legal en virtud de estatuto: (pp. 707-708)
Es la dominación
propia de la Modernidad. Su tipo más puro es la dominación burocrática, definida del siguiente modo:
“Su idea básica es: que cualquier
derecho puede crearse y modificarse por medio de un estatuto sancionado
correctamente en cuanto a la forma. (…) Se obedece, no a la persona en virtud
de su derecho propio sino a la regla estatuida, la cual establece al propio
tiempo a quién y en qué medida se deba obedecer.” (p. 707)
También la persona que manda obedece, al dar
una orden, a una regla fijada en una norma formalmente
abstracta, es decir, a una regla que no toma en consideración a los
individuos. Así, el que manda es el “superior”,
“cuyo derecho de mando está legitimado
por una regla estatuida, en el marco
de una «competencia concreta», cuyas
delimitación y especialización se fundan en la utilidad objetiva y en las
exigencias profesionales puestas a la actividad del funcionario.” (p. 707).
En definitiva,
tanto el mando como la obediencia están establecidos en reglas formales, que
pretenden abarcar todos los casos posibles en la relación de obediencia.
El tipo de
funcionario es el funcionario de
formación profesional. En el ideal (por eso hablamos de tipo puro):
“Su administración es trabajo profesional en virtud del deber objetivo del cargo; su ideal es
disponer (…) sin la menor influencia de motivos personales y sin influencias
sentimentales de ninguna clase, libre de arbitrariedad y de capricho y, en
particular, «sin consideración de la personalidad», de modo estrictamente
formal según reglas racionales o bien, allí donde éstas fallan, según puntos de
conveniencia «objetiva».” (p. 707)
Estos
funcionarios profesionales se ordenan en una jerarquía de cargos y existe un
derecho de queja reglamentado. Su fundamento es la disciplina del servicio.
Es importante
señalar que el tipo de dominación legal abarca la estructura moderna del Estado
y el municipio, la relación de dominio en una empresa capitalista privada, en
una asociación de finalidad utilitaria, etc. Su difusión va de la mano con la
necesidad de “administrar un equipo numeroso y jerárquicamente articulado” (p.
707). [2]
La dominación
burocrática es el tipo más puro de dominación legal; nunca se la encuentra en
estado puro, “pues ninguna es ejercida únicamente por funcionarios contratados”
(p. 708). En las organizaciones políticas los cargos más altos son desempeñados
por monarcas (soberanos carismáticos hereditarios), presidentes elegidos por el
pueblo (señores carismáticos plebiscitados) o por una corporación parlamentaria.
Tampoco el cuerpo administrativo es exclusivamente burocrático. Pero a pesar de
la multiplicidad de situaciones existentes:
“Lo determinante
es que el trabajo normal corra a cargo, de modo predominante y progresivo, del
elemento burocrático.” (p. 707)
Por último,
tiene que quedar claro que existen otras formas de dominación legal. Weber da
varios ejemplos, entre ellos, los funcionarios designados por turno, por suerte
o por elección.
Dominación tradicional: (pp. 708-711)
Esta forma de
dominación obtiene su legitimidad “en virtud de creencia en la santidad de los
ordenamientos y los poderes señoriales existentes desde siempre.” (p. 708)
Su forma pura es
el dominio patriarcal. Aquí la
asociación de dominio es comunización; el que da las órdenes es el señor; los que obedecen son súbditos. “Se obedece a la persona en
virtud de su dignidad propia, santificada por la tradición: por fidelidad.” (p.
708).
A diferencia de
la dominación legal, el dominio se asocia a la persona de quien lo ejerce; con
la salvedad de que ésta debe seguir la tradición, la manera habitual de hacer
las cosas, cristalizada en las costumbres.
Este tipo de
dominación presenta serias dificultades para realizar cambios: “En principio se
considera imposible crear nuevo derecho frente a las normas de la tradición.”
(p. 709)
A partir de lo
anterior es posible establecer los límites de este tipo de dominación:
“Fuera de las normas de la tradición (…)
la voluntad del señor sólo se halla ligada por los límites que le pone en cada
caso el sentimiento de equidad, o sea, en forma estrictamente elástica: de ahí
que su dominio se divida en un área estrictamente ligada por la tradición y
otra, de la gracia y el arbitrio libres, en la que obra conforme a su placer,
su simpatía o antipatía y de acuerdo con puntos de vista puramente personales
susceptibles, en particular, de dejarse influir por complacencias también
personales.” (p. 709).
El cuerpo
administrativo consta de individuos que dependen directamente del señor
(familiares o funcionarios domésticos), o de parientes o de amigos personales
(favoritos), o de elementos que le están ligados por un vínculo de fidelidad (vasallos,
príncipes tributarios). Su campo de acción se regula en cada caso por la
discreción del señor. “De hecho se rige en gran parte por lo que los servidores
pueden permitirse frente a la docilidad de los súbditos.” (p. 709).
El profesor
Weber distingue dos formas en la modalidad de la posición del cuadro
administrativo: a) estructura puramente
patriarcal (cuya tipo más puro es el dominio
sultanesco). La administración “es totalmente heterónoma y heterocéfala”;
el cuerpo administrativo depende por completo del señor, o sea “no existe
garantía alguna contra su arbitrariedad, cuya extensión posible es, por
consiguiente, mayor aquí que en otra parta alguna.” (p. 709). En síntesis, “el
dominio es tratado como un bien corriente de la fortuna del señor” (p. 709); b)
estructura de clase, donde los
servidores son personas independientes del señor, que poseen una posición
social prominente y que acceden al cargo por privilegio o concesión del señor,
o por un negocio jurídico (por ejemplo, arriendo del cargo). Ejercen la
administración de modo autocéfalo y autónomo, ejerciéndose por cuenta propia y
no del señor (dominación gremial).
En síntesis, “el poder señorial se halla, pues, repartido entre el señor y el
cuerpo administrativo con título de propiedad y privilegiado, y esta división de poderes por clases
caracteriza en alto grado el tipo de la administración.” (p. 710)
Existen diversas
formas de dominación tradicional. En general, “toda clase de «superioridad» que
con éxito asume autoridad legítima en virtud simplemente de habituación
inveterada pertenece a la misma categoría, aunque no presente una
característica tan clara.” (p. 710)
La dominación
tradicional se reproduce en el seno de la familia (entendida ésta como grupo
familiar ampliado, que incluye parientes y servidores). [3] Weber remarca que
“la fidelidad inculcada en las
relaciones del niño con el jefe de familia constituye el contraste más típico
con la posición del trabajador ligado por contrato a una empresa por una parte
y con la relación religiosa emocional del miembro de una comunidad con respecto
a un profeta, por la otra.” (p. 710)
[Por eso, la
comprensión de los rasgos fundamentales de la dominación tradicional permite,
por comparación, entender lo específico de la dominación en la moderna sociedad
capitalista. En este sentido, puede retomarse el análisis de Karl Marx
(1818-1883) en el capítulo 24 del Libro Primero de El capital (1867),
quien marca la diferencia entre las relaciones de dependencia personal de los
trabajadores y la liberación del trabajador moderno respecto a toda forma de
sujeción personal (es libre en términos jurídicos.]
No debe pensarse
que la dominación tradicional se basa exclusivamente en la tradición; en ella
coexisten un ámbito de actividades ligadas a la tradición, y otro ámbito de
actividad libre. Esto se relaciona con la distinción entre la estructura
puramente patriarcal de la dominación y la estructura de clase tratada más
arriba. Si bien no desarrolla aquí este punto, el profesor Weber sostiene que,
“La separación
entre las estructuras patriarcal y de clase de la dominación tradicional es
fundamental para toda sociología del Estado de la época preburocrática.” (p.
711)
Por eso es un
error tratar la dominación patriarcal como un bloque monolítico: “Toda forma de
dominación de clase basada en una apropiación más o menos fija del poder de
administración se halla, en relación con el patriarcalismo, más cerda de la
dominación legal” (p. 711). En ella existe una competencia de los privilegiados
y una división de poderes por clases que recorta el margen de discrecionalidad
del señor.
[La dominación
tradicional, concebida en su tipo puro, aparece como la forma de dominación
menos permeable al cambio; no obstante, hay que tener presente lo expuesto por
Weber respecto a la distinción entre las estructuras patriarcal y de clase.
Además, la discrecionalidad del señor puede introducir modificaciones en los
procedimientos tradicionales. En resumidas cuentas, no existe forma de
dominación que sea impermeable a los cambios.]
Dominación carismática: (pp. 711-716)
Este tipo de
dominación se da “en virtud de devoción afectiva a la persona del señor y a sus
dotes sobrenaturales (carisma) [4] y, en particular: facultades mágicas,
revelaciones o heroísmo, poder intelectual u oratorio. Lo siempre nuevo, lo
extracotidiano, lo nunca visto y la entrega emotiva que provocan constituyen
aquí la fuente de la devoción personal.” (p. 711)
Sus tipos más puros
son: el dominio del profeta, del héroe guerrero y del gran demagogo.
La asociación de
dominio es la comunicación en la comunidad o en el séquito. El tipo del que
manda es el caudillo; el tipo del que obedece es el apóstol.
El carisma
implica un grado enorme de autoridad (y de obediencia), pero tiene límites bien
precisos: la obediencia cesa cuando el carisma deja de existir. Si el caudillo
sufre derrotas militares o no se cumplen sus profecías, pierde autoridad (el
carisma deja de existir).
El cuerpo
administrativo es elegido en función de su carisma y devoción personal, no por
su calificación profesional. La administración carece de toda orientación por
reglas, sean éstas estatuidas o tradicionales.
“La forma genuina de la jurisdicción y
el zanjamiento de litigios carismáticos es la proclamación de la sentencia por
el señor y el sabio y su aceptación por la comunidad (de defensa o de credo), y
esta sentencia es obligatoria, siempre que no se le oponga otra, concurrente,
de carácter asimismo carismático.” (p. 712)
Weber indica que,
“La autoridad
carismática es uno de los grandes poderes revolucionarios de la historia,
pero, en su forma absolutamente pura, es por completo autoritaria y
dominadora.” (p. 713; el resaltado es mío – AM-)
[El carácter extraordinario
de la autoridad emanada del carisma explica su capacidad para transformar las
relaciones sociales existentes. Esta cuestión no puede ser desestimada al
momento de estudiar el cambio social. En esta línea de pensamiento es
importante analizar las condiciones de posibilidad del surgimiento del carisma
o, dicho de modo más preciso, ¿en qué condiciones sociales se hace viable la
aparición de la dominación carismática?]
Como se dijo,
“la dominación carismática es una relación social específicamente extraordinaria y puramente personal” (p.
714). Esto da pie a la aparición de un problema político significativo: la cuestión de la sucesión. ¿En otras
palabras, es posible la transferencia del carisma a un sucesor? De ser así,
¿cuáles son los mecanismos utilizados para realizar esa transferencia de modo
legítimo?
El profesor
Weber escribe que la primera pregunta tiene respuesta afirmativa. Para
comprender la manera (sería mejor decir, las maneras) en que se efectúa la
transferencia del carisma es necesario estudiar la solución que se le da en
cada caso determinado al problema de la sucesión. Dedica el resto del apartado
(pp. 714-716) a las diferentes modalidades que asumió la sucesión a lo largo de
la historia.
Villa
del Parque, viernes 16 de abril de 2021
ABREVIATURAS:
EyS = Economía y sociedad
NOTAS:
[1] El profesor Weber utiliza en
todo el apartado la herramienta metodológica de los tipos ideales. Para una descripción de dicha herramienta puede
consultarse EyS, p. 16.
[2] Weber indica que “toda la
historia del desarrollo del Estado moderno, en particular, se identifica con la
de la moderna burocracia y de la empresa burocrática (…), del mismo modo que
toda la evolución del gran capitalismo moderno se identifica con la burocratización
creciente de las explotaciones económicas. La
parte de las formas de dominación burocrática está en ascenso en todas partes.”
(p. 708; el resaltado es mío – AM-)
[3] Weber lo señala expresamente:
“La asociación doméstica constituye la célula reproductora de las relaciones
tradicionales de dominio” (p. 710)
[4] “Se comprende que la
expresión «carisma» se emplea aquí en un sentido desprovisto por completo de
significado de valor. Para el sociólogo, la cólera maníaca del hombre-fiera
nórdico, los milagros y las revelaciones de cualquier profeta de secano o las
dotes demagógicas de Cleón son «carisma» con el mismo título que las cualidades
de un Napoleón, de Jesús o de Pericles. Porque para nosotros lo decisivo es si
se consideraron como carisma y si actuaron
como tal, es decir: si hallaron o no reconocimiento. El supuesto indispensable
para ello es el «acreditamiento»: el señor carismático ha de acreditarse como
señor «por la gracia de Dios», por medio de milagros, éxitos y prosperidad del
séquito o de los súbditos. Si le falla el éxito, su dominio se tambalea.” (p.
713)
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