“Salvo en una sociedad completamente justa,
lo mejor de la vida
es ser jefe.”
Roque Dalton (1935-1975), poeta salvadoreño
Bienvenidas y bienvenidos a la séptima clase del curso.
En la clase de hoy comenzaremos la parte de la materia dedicada a los
problemas epistemológicos de las ciencias sociales. Esto requiere una breve
explicación, a modo de pasaje entre dos segmentos diferentes de la cursada.
La ciencia social moderna
surge a la par del desarrollo del capitalismo,
la forma de organización social dominante en la actualidad. [1] Dicho de manera
esquemática, ciencia social y capitalismo van de la mano. De hecho, las
primeras CS modernas fueron la ciencia política y la economía política, que
acompañaron desde la teoría el surgimiento del Estado moderno y la
consolidación de la economía capitalista. [2] Es por ello que, a diferencia de
las ciencias naturales, la CS es
inseparable de los debates políticos y las luchas sociales de cada sociedad. Lo
mismo ocurría con la filosofía política,
la forma de estudio de la sociedad antes de la CS. [3] Esto nos lleva a
considerar de modo diferente la cuestión de la objetividad y, más en general, las diversas cuestiones del CC. De
ahí la necesidad de un abordaje específico de las CS desde el punto de vista
epistemológico.
Vayamos ahora al contenido de la clase propiamente dicha.
A manera de introducción:
Para estudiar los problemas epistemológicos de las CS opté por un
enfoque centrado en el desarrollo histórico de las mismas. Es por eso que
comenzamos esta parte de la materia con el artículo del profesor Palma sobre el
problema de la naturaleza humana [4], pues en él se aborda la filosofía política, la forma de teoría
social que precedió a la CS moderna.
El texto del profesor Palma se divide, desde el punto de vista de su
contenido, en tres partes:
a)
La presentación del problema del todo y la parte [5];
b)
La noción de NH en la
filosofía política [6];
c)
El tratamiento de la
NH en las ciencias biomédicas [7].
En la clase de hoy abordaremos los dos primeros puntos de esta
enumeración; en la clase siguiente concluiremos el análisis del artículo con la
presentación del punto c. Dado que el texto es claro, y con el objetivo de evitar
repeticiones, me limitaré a poner la atención en algunos aspectos del artículo
que resultan especialmente importantes para los fines del curso.
El problema del todo
y la parte:
¿Por dónde comenzar el estudio de la sociedad?
La pregunta que acabamos de formular está en la base de la teoría social desde el momento en que
los SH comenzaron a reflexionar sobre la organización social. A lo largo de
milenios se han dado múltiples respuestas; ustedes verán varias de ellas a lo
largo de sus carreras y, eventualmente, adoptarán una de ellas (o una mixtura
de ellas) como propia.
En este momento nos interesan dos de las respuestas al problema. En
rigor, cada una de ellas postula una forma específica de pensar la organización
social. Se trata de respuestas antagónicas, esto es, aceptar una de ellas
implica rechazar la otra, pues constituyen explicaciones opuestas,
incompatibles entre sí.
Pasemos a describirlas.
Una corriente de la teoría social sostiene que la sociedad es una totalidad y que, por tanto, cualquier
estudio de la misma debe partir del todo. Por supuesto, quienes adherimos a
esta corriente sabemos que la sociedad está compuesta por individuos, esto es
innegable. Sin embargo, estos individuos se forman, son moldeados, en el seno
de la totalidad social. Por ejemplo, su pensamiento es imposible sin la vida en
sociedad, pues el lenguaje (el instrumento para pensar) es un producto social. Dicho
en otros términos, la sociedad es un conjunto de relaciones sociales
(relaciones entre individuos), y la interacción entre las personas produce
estructuras y representaciones que o existen en ellas en tanto individuos. Las
instituciones, las representaciones, emergen de las relaciones que se
establecen entre las personas. Esta corriente recibe la denominación de emergentismo (también es conocida como
enfoque de la totalidad u holismo).
Otra corriente sostiene que el punto de partida de la teoría social son los
individuos, pues sin ellos no existiría la sociedad. Por lo tanto, todo lo que
sucede en la sociedad se explica a partir de las características de los
individuos que la componen. En otras palabras, los fenómenos sociales se
reducen a conductas y acciones de los individuos. Según los partidarios de esta
corriente, denominada reduccionismo
(también conocida como individualismo
metodológico), las CS tienen que comenzar por el estudio del individuo.
En el artículo del profesor Palma se desarrollan las posiciones del
emergentismo y del reduccionismo. Por ello es innecesario decir más al
respecto. Sin embargo, quiero insistir en algo que es fundamental: emergentismo
y reduccionismo constituyen posiciones enfrentadas sobre la sociedad. Ese
enfrentamiento no puede ser negociado o minimizado; se trata de formas
incompatibles de concebir la sociedad, la organización social.
En esta clase y en la siguiente tendremos
oportunidad de revisar ambas corrientes a través de algunos ejemplos: por un
lado, examinaremos la perspectiva de la totalidad a través de la concepción
aristotélica (el SH como ser social); por otro, el individualismo metodológico
tal como aparece en el contractualismo
del filósofo inglés Thomas Hobbes (1588-1679).
Antes de comenzar el análisis de los ejemplos mencionados corresponde
explicar el procedimiento adoptado por el profesor Palma para presentar los
rasgos fundamentales del emergentismo y el reduccionismo. Palma toma la noción
de NH y la utiliza para explicar el enfoque reduccionista. ¿Cómo es esto? El
concepto de NH fue empleado por los filósofos políticos como herramienta para
explicar la realidad social. Así, la estructura de la sociedad se derivaba
(reduccionismo) de los rasgos de la NH. Ahora bien, algunos filósofos sostenían
que la sociedad era una totalidad cuya estructura se explicaba a partir de la
NH; en cambio, otros filósofos afirmaban que la sociedad era una creación de
los individuos y que, por lo tanto, las características de la sociedad así
creada existían previamente en la NH.
En el pensamiento antiguo, cuyo exponente más destacado fue el filósofo
griego Aristóteles (384-322 a. C.), la noción de NH servía para fundamentar la
desigualdad entre los SH. En el pensamiento moderno, ejemplificado aquí por
Hobbes, la NH permitía justificar la tesis de la igualdad de los SH.
Veamos esto en la práctica.
La NH y la
desigualdad de los SH:
El filósofo griego Platón (c. 427-347
a. C.) desarrolló la tesis de la desigualdad de los SH a partir del uso de la
noción de NH. El profesor Palma menciona el “mito de los metales”, un
claro ejemplo de esa utilización. [8]
Nosotros dedicaremos especial
atención a la justificación aristotélica de la desigualdad humana, tal como
aparece en el Libro Primero de la Política.
[9]
Aristóteles comienza la Política afirmando que el objeto de
estudio de la filosofía política es la polis [10]
“[Puesto que] toda ciudad es una
cierta comunidad y que toda comunidad está constituida con miras a algún bien,
es evidente que todas tienden a un cierto bien, pero sobre todo tiende al
supremo la soberana entre todas y que incluye a todas las demás. Ésta es la
llamada ciudad y comunidad cívica.” (1252a; 45-46)
La polis es la
comunidad superior, pues tiende al bien supremo e incluye a todas las otras
comunidades: la casa, la aldea (formada por varias casas). La polis es la
“comunidad perfecta de varias aldeas (…) que tiene el nivel más alto de
autosuficiencia, que nació a causa de las necesidades de la vida, pero subsiste
para el vivir bien.” (1252b; 49).
Aristóteles concibe a la polis como
una comunidad unida en torno al propósito de lograr una vida buena. Dejando de
lado las finalidades éticas y morales, lo cierto es que la comunidad pretende
lograr esa vida buena en un sentido material. De ahí la centralidad de la
noción de autosuficiencia (la polis perfecta es aquella que se
basta a sí misma en lo que hace a proveer lo necesario para satisfacer sus
necesidades) y por ende el interés, (expresado en el tercer tema del Libro
Primero) por las cuestiones materiales que requiere esa autosuficiencia. En
otras palabras, la economía adquiere una importancia fundamental para la
concreción de la vida buena. Es verdad que la polis excluye a
los esclavos, las mujeres y los extranjeros. Pero, desde la perspectiva
aristotélica, esto no implica ruptura de la unidad, pues son grupos inferiores
en relación a los hombres libres y necesitan ser tutelados por éstos, debido a
que carecen de autonomía. Las cosas son bien distintas en el capitalismo, donde
la unidad se encuentra desgarrada en clases sociales con intereses antagónicos.
En la sociedad capitalista la unidad consiste en la imposición del dominio de
una clase y, si se me permite la aplicación de la expresión, la polis son
varias polis: la polis de los capitalistas y
la polis de los pobres.
Aristóteles se propone refutar la
afirmación de que entre el gobierno de una polis (ejercido,
por ejemplo, por el rey) y el administrador de una casa o el amo de sus
esclavos hay sólo una diferencia cuantitativa; en otras palabras, discute la
concepción de que la diferencia entre esas formas se deriva de la cantidad de
personas que caen bajo su gobierno. Para encarar la tarea recurre a dos
métodos: análisis, “dividir lo compuesto hasta sus elementos más
simples” (1252a, 3; 46); historia, “si se observa desde
su origen la evolución de las cosas” (1252a, 3; 46).
El punto de partida del filósofo
griego es el reconocimiento de la existencia de un orden natural [11], una
jerarquía que ordena a todas las cosas:
“En efecto, el que es capaz de pensar
con la mente es un jefe por naturaleza y un señor natural, y el que puede con
su cuerpo realizar estas cosas es súbdito y esclavo por naturaleza; por eso al
señor y al esclavo interesa lo mismo.” (1252a, 2; 47). [12]
Aristóteles afirma que los seres
humanos son desiguales por naturaleza: unos están preparados para mandar, por
ello tienen el saber y pueden obrar con autonomía; otros están preparados para
trabajar y carecen de autonomía. Por ende, amo y esclavo están en una relación
de mutua conveniencia. En otras palabras, ambos se necesitan.
Existen distintos tipos de
comunidades: la casa, la aldea (formada por varias
casas), la ciudad. Esta última es “la comunidad perfecta de varias
aldeas (…) que tiene (…) el nivel más alto de autosuficiencia, que nació a
causa de las necesidades de la vida, pero subsiste para vivir bien” (1252b,
8; 49).
“Toda ciudad es por naturaleza, si
también lo son las comunidades primeras. La ciudad es el fin de aquéllas, y la
naturaleza es el fin. En efecto, lo que la cosa es, una vez cumplido su
desarrollo, decimos que es su naturaleza, así de un hombre, de un caballo o de
una cosa. Además, aquello por lo que existe algo y su fin es lo mejor, y la
autosuficiencia es, a la vez, un fin y lo mejor.” (1252b, 8-9, 2;
49-50).
En el pasaje anterior, Aristóteles
presenta los fundamentos de su filosofía política. La naturaleza presenta dos
características: es inmutable (estática) y jerárquica. Cada cosa en el mundo
natural y en el mundo social tiene un fin determinado, que existe de antemano
(teleología). Todas las cosas están ordenadas en una jerarquía, que también es
estática. La teleología suprime la evolución, entendida en el sentido
darwiniano del término.
A continuación, presenta su tesis de
más amplio alcance en la teoría social, que plantea que el ser humano es
un animal social por naturaleza:
“La ciudad es una de las cosas
naturales, (…) el ser humano es por naturaleza un animal social [13], y que el
insocial por naturaleza y no por azar es un ser inferior o un ser superior al
ser humano.” (1252b, 9)
No hay manera de minimizar el significado
de la tesis aristotélica. Ella expresa de manera clara una de las principales
divisiones de aguas en el terreno de la teoría social. De un lado están
aquellos que pensamos que la sociedad es la forma natural de existencia de los
seres humanos; del otro, quienes sostienen que la sociedad es artificial y que
sólo existen de manera natural los individuos. A esta última corriente de
pensamiento se la denomina individualismo
metodológico y surgió con los filósofos contractualistas de los
siglos XVII y XVIII.
¿Por qué el ser humano es un animal
social por naturaleza?
“La razón por la cual el ser humano
es un ser social, más que cualquier abeja y que cualquier animal gregario, es
evidente: la naturaleza, como decimos, no hace nada en vano, y el ser humano es
el único animal que no tiene palabra. Pues la voz es signo del dolor y del
placer, y por eso la poseen también los demás animales, porque no naturaleza
llega hasta tener sensación de dolor y de placer e indicársela unos a otros.
Pero la palabra es para manifestar lo conveniente y lo perjudicial, así como lo
justo y lo injusto. Y esto es lo propio del ser humano frente a los demás
animales: poseer, él sólo, el sentido del bien y del mal, de lo justo y lo
injusto, y de los demás valores, y la participación comunicativa de estas cosas
constituye la casa y la ciudad.” (1252b, 10-12)
Aristóteles justifica la condición
social del ser humano sosteniendo que la palabra lo distingue de los demás
animales, y la palabra es esencialmente un medio de comunicación. Existe porque
los seres humanos se relacionan entre sí y, a la vez, la palabra profundiza las
relaciones entre las personas, hace que el mismo pensamiento de cada individuo
adquiera un carácter relacional. Pero además hay otro argumento a favor de la
condición social del ser humano: “la ciudad es anterior a la casa y a cada uno
de nosotros, porque el todo es necesariamente anterior a la parte.” (1252b, 13;
51) En otras palabras, Aristóteles postula una especie de “colectivismo”
metodológico, es decir, considera que el todo es anterior a las partes y por
eso el todo es la clave para la explicación de la parte.
Aristóteles complemente el principio
metodológico de la prioridad del todo sobre las partes con el que afirma que
las cosas se definen por su función: “Todas las cosas se definen por su función
y por sus facultades, de suerte que cuando éstas ya no son tales no se puede
decir que las cosas son por sí mismas, sino del mismo nombre.” (1252b, 13-14;
52)
En base a lo anterior, puede escribir
que “la justicia (…) es un valor cívico, pues la justicia es el orden de la
comunidad civil” (1252b, 16; 52-53). Coincide con el filósofo inglés Thomas
Hobbes, quien decía que fuera de la sociedad no existe lo justo y lo injusto.
[14] En otras palabras, el orden social, su plasmación en la legislación y en
una moral determinada, son una construcción social.
El esencialista Aristóteles, para
quien, como ya se indicó, los seres humanos son desiguales por naturaleza,
explora aquí las fronteras de ese esencialismo; la justicia es un determinado
orden de la polis. Si bien el filósofo griego insiste una y otra
vez que ese orden obedece a un orden jerárquico y teleológico existente en el
cosmos, es posible recorrer otro camino a partir del reconocimiento
aristotélico del carácter social de la justicia: concebir a esa justicia como
el resultado de la lucha de clases.
La defensa de la esclavitud por Aristóteles:
A continuación, Aristóteles comienza
su argumento sobre la esclavitud explicando en qué consiste la administración
de la casa, pues la polis se compone de casas.
Enseguida nos encontramos con un
primer llamado de atención: “La casa perfecta la integran esclavos y libres.”
(1253b, 1; 53). Las partes de la casa son: amo y esclavo, marido y esposa,
padre e hijos. Se trata de tres relaciones: heral [15], conyugal y procreadora.
Los tres casos son definidos como relaciones jerárquicas, de dominación. En
todos ellos el que manda es el varón. Además, y eso es algo que corresponde enfatizar,
rige la desigualdad como rasgo propio de la esencia de los seres humanos. [16]
A continuación, Aristóteles
desarrolla la cuestión de la necesidad de la propiedad: “sin las
cosas necesarias es imposible tanto vivir como vivir bien.” (1253b, 4;
54). Por ello,
“Las posesiones son un instrumento
para la vida y la propiedad es una multitud de instrumentos; también el esclavo
es una posesión animada, y todo subordinado es como un instrumento previo a
otros instrumentos.” (1253b, 2: 54).
El amo manda sobre el subordinado (el
esclavo), quien, a su vez, manda sobre los instrumentos inanimados.
Aristóteles reconoce que las cosas
podrían ser de otra manera:
“Si cada uno de los instrumentos
pudiera cumplir por sí mismo su cometido obedeciendo órdenes o anticipándose a
ellos, si (…) las lanzaderas tejieran solos y los
plectros tocaran la cítara, los constructores no necesitarían ayudantes ni los
amos esclavos.” (1253b, 3 – 1254a, 1; 55 - el resaltado es mío – AM-).
La automatización es concebida como
liberación del trabajo manual. Ahora bien, dada la existencia de clases
sociales, el trabajo manual queda a cargo de los “subordinados”, de los
dominados. Aristóteles sugiere que la cuestión se origina en un problema
técnico (el bajo desarrollo de las fuerzas productivas). Alguien tiene que
hacer “el trabajo sucio”. Jamás se le ocurre – como hace Thomas More
(1478-1535) en Utopía – abolir la propiedad privada y repartir el
trabajo entre todos. Hay que recordar que el argumento aristotélico
pro-esclavitud se basa en la desigualdad natural de los SH.
Aristóteles establece una distinción
entre producción, cuyo objetivo es producir un producto, que
permanece luego de acabada la acción de producir; y acción [praxis],
cuyo fin es la misma actividad y que no produce un resultado aparte.
“Los llamados instrumentos lo son de
producción, mas las posesiones son los instrumentos de acción. En efecto, la
lanzadera [instrumento] produce algo aparte, pero el vestido y el lecho
[posesiones], sólo su uso. (…) La vida es acción, no producción, y por ello el
esclavo es un subordinado para la acción.” (1254a, 4-5; 55).
De modo que la condición del esclavo
se ve rebajada radicalmente: no puede vivir su vida como acción, sino que debe
limitarse a producir para que los hombres libres gocen de la acción.
“El amo es solamente dueño del
esclavo, pero no le pertenece. El esclavo, en cambio, no sólo es esclavo del
amo, sino que le pertenece enteramente.” (1254a, 5; 56).
El amo es el todo – su naturaleza
puede ser todo -; el esclavo es la parte, sólo puede llevar a cabo su
producción para otros. Por ende, la esclavitud lo es por naturaleza:
“Cuál es la naturaleza del esclavo y
cuál su facultad resulta claro de lo expuesto; el que, siendo ser humano, no se
pertenece por naturaleza a sí mismo, sino a otro, ese es por naturaleza
esclavo. Y es hombre de otro el que, siendo hombre, es una posesión. Y la
posesión es un instrumento activo y distinto.” (1254a, 6; 56)
¿La esclavitud va contra la
naturaleza?, ¿es mejor y justo para alguien ser esclavo o no?
La respuesta es contundente:
“Mandar y obedecer no sólo son cosas
necesarios, sino también convenientes, y ya desde el nacimiento algunos están
destinados a obedecer y otros a mandar. Y hay muchas formas de mandar y
obedecer, y siempre es mejor el mando sobre subordinados mejores.” (1254a, V2;
56).
Todo proceso de trabajo implica
divisiones funcionales: alguien que dirija una acción determinada; otros que
ejecuten las órdenes de esa persona. Pero Aristóteles transforma la dominación
en un atributo de la NH.
“Dondequiera que uno manda y otro
obedece, hay una obra común. (…) En todo lo que consta de varios elementos y
llega a ser una unidad común, ya de elementos continuos o separados, aparecen
siempre el dominante y el dominado.” (1254 a, 5, 3-4; 56-57)
Para justificar la existencia de la
desigualdad natural entre las personas, el Estagirita recurre a la distinción
entre alma y cuerpo. Ésta se da, según el
filósofo, en todos los seres vivos. Según esta distinción, “uno manda por naturaleza
y el otro es mandado.” (1254a, 5, 4; 57). El filósofo establece las siguientes
distinciones: el alma gobierna al cuerpo, dominio señorial; la inteligencia
gobierna al apetito, dominio político y regio; el hombre gobierna a los
animales domésticos; el macho gobierna a la hembra por naturaleza, “uno es
superior y otro inferior, uno manda y otro obedece.” (1254b, 8, 7;
57-58).
Sobre el final del Libro Primero,
vuelve a insistir en la idea de que las relaciones de subordinación se originan
en la diferente participación de las personas en las “virtudes morales”: “todos
deben participar de ellas, pero no de la misma manera, sino sólo en la medida
en que es preciso a cada uno para su función.” (1260a, 8; 82). Desde su
nacimiento, cada individuo está encadenado a una función en la sociedad; las
diferencias entre las personas son naturales y obedecen a un orden que abarca
todo el universo.
¿Qué es, pues, un esclavo?
“Todos los seres que se diferencian
de los demás tanto como el alma del cuerpo y como el ser humano del animal (se
encuentran en esta relación todos cuantos su trabajo es el uso del cuerpo, y
esto es lo mejor de ellos), estos son esclavos por naturaleza, para los cuales
es mejor estar sometidos a esta clase de mando (…) Pues es esclavo por
naturaleza el que puede ser de otro (y por eso precisamente es de otro) y el
que participa de la razón tanto como para percibirla, pero no para poseerla,
pues los demás animales no se dan cuenta de la razón, sino que obedecen a sus
instintos.” (1254b, 8-9; 58 – el resaltado es mío- AM).
Entre el amo y el esclavo la
diferencia es esencial: sólo el primero puede ser autónomo (no depender de
otro), puesto que posee la Razón. Como ocurre en la crítica de Platón a la
democracia, el peso del argumento está puesto en el conocimiento (los que saben
o los que tienen la razón), no en la relación. Esa diferencia de conocimiento
se origina en la naturaleza humana, está inscripto en ella: “Así, pues, está
claro que unos son libres y otros esclavos por naturaleza, y que para éstos el
ser esclavos es conveniente y justo.” (1255a; 59)
Como el esclavo por naturaleza sólo
alcanza a percibir la razón, pero no la posee, necesita de un amo que vele por
sus intereses. A cambio, el esclavo realiza el trabajo físico. La esclavitud,
lejos de ser una imposición por la violencia, es una relación de beneficio para
ambas partes.
Aristóteles también examina la
cuestión de las diferencias entre los esclavos y los artesanos:
“Pues mientras el esclavo participa
de la vida de su amo, el artesano está más alejado, y sólo le concierne la
virtud en la misma medida que su servidumbre, pues el obrero manual tiene una
especie de servidumbre limitada, mientras el uno es esclavo por naturaleza, no
así el zapatero ni ningún otro artesano.” (1260a, 13 – 1260b, 14;
83-84)
Les pido disculpas por haberme extendido
tanto. En mi descargo puedo decir que la comprensión del argumento aristotélico
sobre la esclavitud es de enorme utilidad para el estudiante interesado en
comprender la estructura de la sociedad. En él se encuentran mecanismos
justificatorios que reaparecen una y otra vez en la teoría social posterior. Y,
en definitiva, siempre es provechoso leer a un clásico.
En nuestro próximo encuentro concluiremos
la revisión del texto de Palma. Además, comenzaremos el análisis del artículo
del profesor Pardo, “El desafío de las ciencias sociales”. [17]
Villa del Parque, viernes 25 de septiembre
de 2020
ABREVIATURAS:
CC = Conocimiento científico / CS = Ciencias sociales (o Ciencia
social) / NH =
Naturaleza humana / SH = Seres humanos
NOTAS:
[1] Aquí corresponde
hacer una digresión, que agrego a las notas para no hacer demasiado extenso el
texto de la clase. Si bien estamos acostumbrados a hablar de ciencias sociales
y, de hecho, el sistema universitario perpetúa la división del ámbito de lo
social en disciplinas separadas (sociología, ciencia política, economía, etc.),
corresponde decir que dicha división puede ser cuestionada (y, en la práctica,
eso ocurrió en diversas oportunidades), dado que obedece a la visión de la
sociedad propia de la burguesía, la clase dominante en la sociedad capitalista.
Por ejemplo, la teoría social de Karl Marx (1818-1883) concibe a la sociedad
como una totalidad que debe ser estudiada como tal y no como un conjunto de
campos separados entre sí. Precisamente, el dilema entre pensar a la sociedad
como totalidad o como una serie de compartimentos estancos constituye uno de
los problemas epistemológicos de las ciencias sociales. No es un problema
meramente teórico, sino que cada científico social se enfrenta a él y lo resuelve
a su manera, en función de sus intereses científicos, políticos e ideológicos.
La función de este curso consiste, en todo caso, en proporcionar elementos que
permitan comprender mejor la diferencia entre ambas perspectivas de abordaje de
lo social.
[2] No puedo
profundizar este tema, pues nos iríamos por las ramas. Quienes estén
interesados en una presentación general del problema del surgimiento de la CS moderna,
pueden consultar el trabajo del sociólogo argentino Juan Carlos Portantiero (1934-2007): Portantiero, J. C. (1998). “Introducción a La sociología
clásica”. En: Di Tella, Torcuato Salvador y Lucchini, Cristina, comps.
(1998). Fundamentos de sociología. Buenos Aires: Biblos (pp. 13-29).
[3] Ya habrán advertido que la afirmación sobre las ciencias
naturales es puramente esquemática, y sólo sirve a los fines de acentuar el
carácter eminentemente político de las ciencias sociales. Un estudio riguroso
de las ciencias naturales mostraría su relación con el contexto económico,
político y social. Por ejemplo, la teoría de la evolución de Charles Darwin
(1809-1882) logró una rápida aceptación gracias a que fue formulada en un
ambiente marcado por la Revolución Industrial y el auge del capitalismo.
[4] Palma, H. (2012), “El problema de la “naturaleza
humana” en los estudios sobre la sociedad”, en Palma, H. y Pardo, R.
(edit.), Epistemología de las ciencias sociales. Perspectivas y
problemas de las representaciones científicas de lo social. Buenos Aires:
Biblos. (pp. 177-222).
[5] Palma, op. cit., pp. 177-185
[6] Palma, H., op. cit., pp. 187-203.
[7] Palma, H., op. cit., pp. 203-222.
[8] Palma, H., op. cit., p. 185.
[9] Aristóteles. (1988). Política. Madrid,
España: Gredos. El Libro Primero está comprendido en las pp. 44-85. En las citas
empleo la notación marginal, complementada con la paginación de la edición
Gredos.
[10] Respecto a la definición del concepto de polis:
“Cuando se habla de la polis (o ciudad-estado) no se debe
perder de vista el hecho de que ella constituía el centro principal de la vida
social de los griegos en la Antigüedad, corporación compuesta por un núcleo
urbano (ásty) circundado por los campos de labor que constituían el
territorio (khóra) de la polis conformando así una entidad indivisible.
En dicho territorio, tenían sus parcelas los miembros reconocidos por la
comunidad, siendo la apropiación privada de las tierras de cultivo en el marco
de unidades de tipo doméstico (oîkos) uno de los rasgos primordiales de
su organización económica. Por otra parte, la ciudad era el marco de existencia
permanente de las instituciones de gobierno, pero dentro de un esquema en el
que no se daba un dominio de la ciudad sobre el campo sino un modo de
articulación de las relaciones sociales en el que ciudad y campo no podían ser
divorciados. Esto comportaba la constitución de una colectividad política, un
Estado que puede definirse como un gobierno sin burocracia debido a la
participación directa de los ciudadanos en los asuntos públicos. Entre las
cuestiones centrales que debía regular se encontraba el acceso a los miembros
de la comunidad a las parcelas de tierra a través de mecanismos relativamente
igualitarios ligados a dicho marco político participativo. Por lo tanto, para
poder acceder a la tierra resultaba necesario ser reconocido como integrante de
la organización social, lo cual implicaba la existencia de prerrogativas
reservadas exclusivamente para los miembros de la comunidad.” (Gallego,
J., El campesinado en la Grecia Antigua, Buenos Aires, Eudeba, 2009,
p. 31-32).
[11] “La naturaleza no hace nada con mezquindad (…) sino cada
cosa para un solo fin.” (1252b 3; 47). En otras palabras, tiene una
concepción teleológica de la naturaleza y la sociedad.
[12] Aristóteles se preocupa por dejar en claro la desigualdad
natural entre el hombre y la mujer. “Por naturaleza está establecida una
diferencia entre la hembra y el esclavo (…) Pero entre los bárbaros,
la hembra y el esclavo tienen la misma posición, y la causa de ello es que no
tienen el elemento gobernante por naturaleza, sino que su comunidad resulta de
esclavo y esclava.” (1252b, 4; 47). Más adelante: “El hombre es por
naturaleza más apto para mandar que la mujer – a no ser que se de una situación
antinatural -, y el de más edad y maduro más que el más joven e inmaduro.”
(1259b, 12, 1; 79).
[13] La expresión griega es politikón zôion. Más
adelante se encuentra una justificación del carácter social del ser humano: “es
evidente que la ciudad es por naturaleza y es anterior al individuo; porque si
cada uno por separado no se basta a sí mismo, se encontrará de manera semejante
a las demás partes en relación con el todo. Y el que no puede vivir en
comunidad, o no necesita nada por su propia suficiencia, no es miembro de la
ciudad, sino una bestia o un dios.” (1252b, 14; 52; el resaltado es mío –
AM-). Más todavía, el ser humano “apartado de la ley y de la justicia, es el
peor de todos [los animales]. La injusticia más insoportable es la que posee
armas, y el ser humano está naturalmente provisto de armas al servicio de la
sensatez y de la virtud, pero puede utilizarlos para las cosas más opuestas.
Por eso, sin virtud, es el ser más impío y feroz y el peor en su lascivia y
voracidad.” (1252b, 15-16; 52).
[14] Es curioso y alentador que dos filósofos tan opuestos
entre sí en su concepción de la sociedad lleguen, sin embargo, a conclusiones
semejantes. Hobbes afirma lo siguiente: “En esta guerra de todos contra todos,
se da una consecuencia: que nada puede ser injusto. Las nociones de derecho e
ilegalidad, justicia e injusticia están fuera de lugar. (…) Justicia e
injusticia no son facultades ni del cuerpo ni del espíritu. Si lo fueran,
podrían darse en un hombre que estuviera solo en el mundo, lo mismo que se dan
sus sensaciones y pasiones. Son, aquéllas, cualidades que se refieren al hombre
en sociedad, no en estado solitario.” (Hobbes, Thomas, Leviatán, México D. F.,
Fondo de Cultura Económica, 1998, p. 104).
[15] Derivado de heril: 1. Adj. Perteneciente o relativo al
amo. [Real Academia Española online].
[16] Aristóteles indica al pasar que algunos consideraban que
la esclavitud no era natural, “que la dominación es contra naturaleza, pues el
esclavo y el libre lo son por convención, pero en nada difieren por naturaleza.
Por esta razón tampoco es justa, ya que es violenta.” (1253b, 4; 54). El
punto es importante. No todos estaban de acuerdo con la esclavitud en el mundo
griego. En Atenas, por ejemplo, Solón (c. 638-c. 558 a. C.) debió abolir la esclavitud
por deudas, debido a los conflictos que generaba y que ponían en riesgo la
estabilidad de la polis.
[17] Pardo, R. (2012), “El desafío de las ciencias
sociales: desde el naturalismo a la hermenéutica”, en Palma, H. y Pardo, R.
(edit.) (2012), Epistemología de las
ciencias sociales. Perspectivas y problemas de las representaciones científicas
de lo social, Buenos Aires, Biblos.
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