lunes, 14 de agosto de 2023

LA POLÍTICA RABIOSA

Javier Milei luego del triunfo en las PASO


Aunque resulta paradójico, el gran ganador de las elecciones PASO de ayer en Argentina fue un socialista. Que se entienda (y esta afirmación también es paradójica): ganador en el plano de las ideas. Me explico. El socialista Karl Marx decía que el ser social determina la conciencia. La verdad de esta afirmación quedó demostrada con los resultados de los comicios.

Un gobierno con más de 100% de inflación anual, con salarios pauperizados y precarización del empleo, con jubilaciones y pensiones de miseria, con alquileres de viviendas por la estratosfera y con delincuentes que matan niñas en las puertas de las escuelas, no puede ganar una elección. Billetera mata galán, la inflación vence a la “mística” (ya sea la peronista o la que se ponga en su lugar). Si a esto le agregamos que el candidato del oficialismo es el ministro de Economía, entonces resulta evidente que nada puede malir sal.

Una oposición cuyos logros cuando ocupó el gobierno con Mauricio Macri fueron: la devaluación del peso, el crecimiento de la inflación, la pulverización de los salarios, el endeudamiento demencial con el FMI y el uso intensivo de la reposera por el entonces presidente.

Alberto Fernández y Mauricio Macri. Dos presidencias desastrosas con la reducción del poder adquisitivo de los trabajadores y jubilados como política de Estado. ¿Cómo no pensar que esos desastres tendrían consecuencias electorales?

Un peronismo “de izquierda” (Grabois) que promueve la receta empobrecedora de la “economía popular” (léase aceptación del trabajo precario y mal pago) y que, en los hechos, funciona como colectora del ministro de Economía con 100 y pico % de inflación.

Una izquierda trotskista que mira hacia el pasado y no al futuro, que acepta las reglas de juego de esta “democracia empobrecedora” y cuyo horizonte política pasa por conseguir 1 o 2 diputados más por elección. Un FIT (hoy FIT-U) que no es visto como alternativa de poder, que no asusta a los dueños del poder y que no enamora a nadie.

El ser social (simplificando, la forma en que se vive) domina la conciencia (en este caso, el voto).

El voto a Milei expresa el cansancio y el hartazgo frente a un gobierno que proclama la justicia social y en la práctica no hace más que gestionar la asistencia a un número creciente de pobres. Cansancio y hartazgo frente a Juntos por el Cambio que ya gobernó y se mostró tan inepto como el peronismo para mejorar las condiciones de vida de la población. Hartazgo frente a los vendedores de humo y chamuyeros que sólo buscan mejorar sus propias condiciones de vida accediendo a cargos públicos. Hartazgo frente a políticos que han convertido al ñoqui en uno de los emblemas nacionales. Hartazgo frente a un Estado presente en el salario de los funcionarios, pero en retirada en salud, educación, vivienda, seguridad, etc., etc.

El voto a Milei no es el triunfo de las ideas liberales. La mayoría de los ciudadanos no vota en base a ideología. El triunfo de La Libertad Avanza muestra (una vez más) que sin condiciones materiales no hay derechos que valgan. Milei, a su manera, demostró que nuestra democracia está desnuda y que se ha convertido en fábrica de pobres, de delincuentes y de desesperados.

Las fuerzas políticas tradicionales (un amplio arco que va desde Unión por la Patria, pasando por Juntos por el Cambio y que incluye al FIT-U) hablan del pasado. Milei logró convencer a sus votantes de que hay futuro, aunque ese futuro sea inviable en lo técnico (ejemplo: la dolarización) y espantoso en su concreción (aumento exponencial de la pobreza). Pero cabe recordar que en política y al momento de los comicios, lo que importa es que las personas se convenzan de que un futuro x es posible, con independencia de la factibilidad de su realización.

Los militantes de Milei, luego del triunfo, cantaban el hit de diciembre de 2001: ¡Qué se vayan todos!, ¡que no quede ni uno solo! Algo de verdad hay en ello. La Libertad Avanza está empezando a enterrar a las fuerzas (kirchnerismo y macrismo) y al sistema político que llevó adelante la salida de la crisis de 2001.

Milei ya dijo lo suyo. Ahora es el momento de dejar de enterrar de una vez por todas el pasado y empezar a construir, en el pensamiento y en la práctica, una alternativa que contemple los intereses de los trabajadores, los jubilados y los demás sectores populares. Tarea larga, sin certezas a la vista, pero imprescindible para quienes defendemos la necesidad y la conveniencia del socialismo. Aunque no esté de moda en estos días.

 

Villa del Parque, lunes 14 de agosto de 2023