Javier Milei luego del triunfo en las PASO |
Aunque
resulta paradójico, el gran ganador de las elecciones PASO de ayer en Argentina
fue un socialista. Que se entienda (y esta afirmación también es paradójica):
ganador en el plano de las ideas. Me explico. El socialista Karl Marx decía que
el ser social determina la conciencia. La verdad de esta afirmación quedó
demostrada con los resultados de los comicios.
Un gobierno
con más de 100% de inflación anual, con salarios pauperizados y precarización
del empleo, con jubilaciones y pensiones de miseria, con alquileres de
viviendas por la estratosfera y con delincuentes que matan niñas en las puertas
de las escuelas, no puede ganar una elección. Billetera mata galán, la
inflación vence a la “mística” (ya sea la peronista o la que se ponga en su
lugar). Si a esto le agregamos que el candidato del oficialismo es el ministro
de Economía, entonces resulta evidente que nada puede malir sal.
Una
oposición cuyos logros cuando ocupó el gobierno con Mauricio Macri fueron: la
devaluación del peso, el crecimiento de la inflación, la pulverización de los
salarios, el endeudamiento demencial con el FMI y el uso intensivo de la
reposera por el entonces presidente.
Alberto
Fernández y Mauricio Macri. Dos presidencias desastrosas con la reducción del
poder adquisitivo de los trabajadores y jubilados como política de Estado.
¿Cómo no pensar que esos desastres tendrían consecuencias electorales?
Un
peronismo “de izquierda” (Grabois) que promueve la receta empobrecedora de la “economía
popular” (léase aceptación del trabajo precario y mal pago) y que, en los
hechos, funciona como colectora del ministro de Economía con 100 y pico % de
inflación.
Una
izquierda trotskista que mira hacia el pasado y no al futuro, que acepta las
reglas de juego de esta “democracia empobrecedora” y cuyo horizonte política
pasa por conseguir 1 o 2 diputados más por elección. Un FIT (hoy FIT-U) que no
es visto como alternativa de poder, que no asusta a los dueños del poder y que
no enamora a nadie.
El ser
social (simplificando, la forma en que se vive) domina la conciencia (en este
caso, el voto).
El
voto a Milei expresa el cansancio y el hartazgo frente a un gobierno que
proclama la justicia social y en la práctica no hace más que gestionar la
asistencia a un número creciente de pobres. Cansancio y hartazgo frente a
Juntos por el Cambio que ya gobernó y se mostró tan inepto como el peronismo
para mejorar las condiciones de vida de la población. Hartazgo frente a los
vendedores de humo y chamuyeros que sólo buscan mejorar sus propias condiciones
de vida accediendo a cargos públicos. Hartazgo frente a políticos que han
convertido al ñoqui en uno de los emblemas nacionales. Hartazgo frente a un
Estado presente en el salario de los funcionarios, pero en retirada en salud,
educación, vivienda, seguridad, etc., etc.
El voto
a Milei no es el triunfo de las ideas liberales. La mayoría de los ciudadanos
no vota en base a ideología. El triunfo de La Libertad Avanza muestra (una vez
más) que sin condiciones materiales no hay derechos que valgan. Milei, a su
manera, demostró que nuestra democracia está desnuda y que se ha convertido en fábrica
de pobres, de delincuentes y de desesperados.
Las
fuerzas políticas tradicionales (un amplio arco que va desde Unión por la
Patria, pasando por Juntos por el Cambio y que incluye al FIT-U) hablan del
pasado. Milei logró convencer a sus votantes de que hay futuro, aunque ese
futuro sea inviable en lo técnico (ejemplo: la dolarización) y espantoso en su
concreción (aumento exponencial de la pobreza). Pero cabe recordar que en
política y al momento de los comicios, lo que importa es que las personas se
convenzan de que un futuro x es posible, con independencia de la factibilidad
de su realización.
Los
militantes de Milei, luego del triunfo, cantaban el hit de diciembre de 2001:
¡Qué se vayan todos!, ¡que no quede ni uno solo! Algo de verdad hay en ello. La
Libertad Avanza está empezando a enterrar a las fuerzas (kirchnerismo y
macrismo) y al sistema político que llevó adelante la salida de la crisis de
2001.
Milei
ya dijo lo suyo. Ahora es el momento de dejar de enterrar de una vez por todas
el pasado y empezar a construir, en el pensamiento y en la práctica, una
alternativa que contemple los intereses de los trabajadores, los jubilados y los
demás sectores populares. Tarea larga, sin certezas a la vista, pero
imprescindible para quienes defendemos la necesidad y la conveniencia del
socialismo. Aunque no esté de moda en estos días.
Villa
del Parque, lunes 14 de agosto de 2023