La teoría social de Karl
Marx (1818-1883) es inseparable de su militancia política en las filas del
movimiento obrero. Una y otra son incomprensibles si se examinan por separado;
en esto reside, precisamente, la peculiaridad del marxismo respecto a las
ciencias sociales.
Marx abordó en
repetidas oportunidades la cuestión del desarrollo de la clase trabajadora y su
lucha contra el Capital; es conocido el tratamiento del tema en el Manifiesto del partido comunista (1848).
En esta ficha de lectura se exponen las líneas fundamentales de una
presentación anterior de la problemática, formulada en la obra Miseria de la filosofía (1847).
Para la redacción de
esta ficha utilicé la traducción española: Marx, Karl. (1981). Miseria de la Filosofía: Respuesta a la
“Filosofía de la Miseria” del señor Proudhon. Moscú: Progreso.
Como ya indiqué, este
escrito tiene el formato de una ficha de lectura. Por eso me limité a copiar los
pasajes que considero más relevantes y, en algunos casos, formular un breve
comentario.
Capítulo segundo: LA
METAFÍSICA DE LA ECONOMÍA (pp. 83-143)
Apartado § V. LAS
HUELGAS Y LAS COALICIONES DE LOS OBREROS (pp. 136-143).
Marx comienza el
apartado discutiendo las afirmaciones de Pierre-Joseph Proudhon (1809-1865)
sobre la relación salarios y precios. Éstas pueden sintetizarse así: “Yo afirmo
que las huelgas seguidas de un aumento de los salarios no pueden por menos de
suscitar una elevación general de precios:
esto es tan cierto como dos y dos son cuatro.” [1]
Marx liquida rápido
el costado “económico” del asunto: 1) si el precio de todas las cosas se
duplica al mismo tiempo que el salario = ningún cambio en los precios; 2) si
todas las ramas de producción emplean = número de obreros en relación con el
capital fijo [2], un aumento general de salarios produciría un descenso general
de las ganancias, sin modificar el precio corriente de las mercancías; 3) como
la proporción entre trabajadores y capital fijo es diferente entre las ramas de
producción, las ramas con más capital fijo deberían reducir el precio de sus
mercancías; caso contrario, obtendrían una ganancia extraordinaria, pues las
máquinas no perciben salarios. Pero como la competencia nivela las ganancias,
los capitales se desplazarían hacia la rama con mayores beneficios y las cosas
volverían a su cauce.
“El alza y la baja de la ganancia y de
los salarios no expresan sino la proporción en que los capitalistas y los
trabajadores participan en el producto de una jornada de trabajo, sin influir
en la mayoría de los casos en el precio del producto.” (p. 137).
A partir de aquí,
comienza a examinar el papel que juegan los sindicatos [“coaliciones” en el
texto]. Recurre al caso del movimiento obrero inglés. El carácter polémico de
la obra hace que Marx proceda discutiendo afirmaciones puntuales de Proudhon;
de ahí los “saltos” en la temática.
En Gran Bretaña, los
capitalistas respondieron a las huelgas promoviendo la creación de nuevas
máquinas: “Las máquinas eran, por decirlo así, el arma que empleaban los
capitalistas para sofocar la rebeldía de los obreros calificados.” (p. 137). De
este modo, las luchas obreras contribuyen al progreso tecnológico: “Aun cuando
las coaliciones y las huelgas tuviesen como único resultado que el pensamiento
innovador en el terreno de la mecánica dirigiera contra ella sus esfuerzos, aun
en ese caso las coaliciones y las huelgas ejercerían una influencia sobre el
desarrollo de la industria.” (p. 137).
El movimiento obrero
inglés experimentó un ascenso a partir de 1825 (el Parlamento abolió las leyes
que prohibían las coaliciones de obreros). Proudhon pensaba que era necesario
prohibir los sindicatos, porque generaban un aumento de salarios y éste se
traducía en un aumento de la carestía. Marx, no contento con refutar el lado
económico del planteo proudhoniano, sostiene que los sindicatos son una
institución propia del desarrollo de la economía capitalista: “[los sindicatos
son] el resultado necesario y general de las relaciones de producción
burguesas. En Inglaterra las coaliciones son autorizadas por un acto del
Parlamento, y es el sistema económico el que ha obligado al Parlamento a dar
esta sanción legal.” (p. 139).
Más allá de la
oposición de los economistas burgueses (los sindicatos no aportan ninguna
ganancia a los trabajadores, pues los salarios son determinados por las leyes
económicas) y de los socialistas de la época [3] (los sindicatos no cambiaban
la relación entre capital y trabajo), Marx constata que “las coaliciones no han
cesado un instante de progresar y crecer con el desarrollo y el incremento de
la industria moderna.” (p. 140).
“En la actualidad se puede decir que
el grado a que han llegado las coaliciones en un país indica exactamente el
lugar que ocupa en la jerarquía del mercado mundial.” (p. 140).
Marx resume la
experiencia del movimiento obrero inglés:
“La gran industria
concentra en un mismo sitio a una masa de personas que no se conocen entre sí.
La competencia divide sus intereses. Pero la defensa del salario, este interés
común a todos ellos frente a su patrono, los une en una idea común de
resistencia: la coalición. Por tanto,
la coalición persigue siempre una doble finalidad: acabar con la competencia
entre los obreros para poder hacer una competencia general a los capitalistas.
Si el primer fin de la resistencia se reducía a la defensa del salario,
después, a medida que los capitalistas se asocian a su vez movidos por la idea
de la represión, las coaliciones, en un principio aisladas, forman grupos, y la
defensa por los obreros de sus asociaciones frente al capital, siempre unido,
acaba siendo para ellos más necesario que la defensa del salario. (…) En esta
lucha – verdadera guerra civil – se van uniendo y desarrollando todos los
elementos para la batalla futura. Al llegar a este punto, la coalición toma
carácter político.” (p. 141).
La clase trabajadora
comienza luchando por sus intereses económicos y termina planteando la lucha
política contra la burguesía. Marx expresa esto en un pasaje clásico:
“Las condiciones económicas
transformaron primero a la masa de la población en trabajadores. La dominación
del capital ha creado a esta masa una situación común, intereses comunes. Así
pues, esta masa es ya una clase con respecto al capital, pero aún no es una clase para sí. En la lucha, de la que
no hemos señalado más que algunas fases, esta masa se une, se constituye como clase para sí. Los intereses que
defiende se convierten en intereses de clase. Pero la lucha de clase contra
clase es una lucha política.” (p. 141; el resaltado es mío – AM-).
Compara el proceso de
desarrollo de la clase trabajadora con el de la burguesía: en una primera etapa
se constituyó como clase bajo el feudalismo y la monarquía absoluta; en una
segunda etapa, derrocó al feudalismo y la monarquía absoluta para transformar
la sociedad feudal en sociedad burguesa.
En las dos páginas
finales, Marx esboza sus ideas sobre la emancipación de la clase trabajadora.
En primer lugar, señala la relación entre esa emancipación y el desarrollo de
las fuerzas productivas: “La existencia de una clase oprimida es la condición
vital de toda sociedad fundada en el antagonismo de clases. La emancipación de
la clase oprimida implica, pues, necesariamente la creación de una sociedad
nueva. Para que la clase oprimida pueda liberarse, es preciso que las fuerzas
productivas ya adquiridas y las relaciones sociales vigentes no puedan seguir
existiendo unas al lado de otras. De todos los instrumentos de producción, la
fuerza productiva más grande es la propia fuerza revolucionaria. La
organización de los elementos revolucionarios como clase supone la existencia
de todas las fuerzas productivas que podían engendrarse en el seno de la vieja
sociedad.” (p. 142).
A diferencia de lo
ocurrido con la burguesía, que hizo revoluciones para instaurar su dominación
política, la clase trabajadora no producirá una nueva dominación de clase: “La
condición de la emancipación de la clase obrera es la abolición de todas las
clases (…). En el transcurso de su desarrollo, la clase obrera sustituirá la
antigua sociedad civil por una asociación que excluya a las clases y su
antagonismo; y no existirá ya un poder político propiamente dicho, pues el
poder político es precisamente la expresión oficial del antagonismo de clase
dentro de la sociedad civil.” (p. 143-144).
El antagonismo entre
la burguesía y los trabajadores sólo se resolverá por vía revolucionaria: “El
antagonismo entre el proletariado y la burguesía es la lucha de una clase
contra otra clase, lucha que llevada a su más alta expresión, implica una
revolución total.” (p. 143). “Sólo en un orden de cosas en el que ya no existan
clases y antagonismo de clases, las evoluciones
sociales dejarán de ser revoluciones
políticas.” (p. 143).
Villa del Parque,
jueves 30 de mayo de 2018
NOTAS:
[1] Proudhon, Pierre-Joseph. (1846). Sistème des contradictions économiques, ou
Philosophie de la misère. París, 2 tomos. El pasaje citado por Marx se
encuentra en t. I, pp. 110-111.
[2] El concepto de
capital fijo aparece en Adam Smith (1723-1790). Se refiere al capital que
“puede emplearse en mejoras del suelo, en adquirir máquinas y herramientas para
la industria o bienes que puedan rendir un beneficio o rentabilidad sin que
cambien de dueño ni deban circular. Con propiedad puede llamarse al de esta
clase capital fijo.” Smith citado por
Manuel Fernández López, Historia del
pensamiento económico, Buenos Aires, A-Z editora, 1998, p. 205.
[3] En una nota a la
edición alemana de la obra (1885), Friedrich Engels (1818-1895) aclara que Marx
se refería a los fourieristas en Francia y los owenianos en Inglaterra.